martes, 29 de diciembre de 2009

ENTRE LA CUMBRE Y EL PRECIPICIO


Por Pedro Armendariz


La Cumbre de Copenhague ha dejado en evidencia una vez más la incapacidad de los dirigentes políticos del mundo para enfrentar los problemas más graves y acuciantes.

Con la excepción de Evo Morales, quien creo que por su cosmovisión originaria puede estar más cerca de alcanzar, en Bolivia, una cierta congruencia entre palabras y hechos a la hora de enfrentar la relación entre modelo económico y respeto y aprecio por el medio ambiente y sus equilibrios naturales.

No es tiempo de retóricas sino de cambios y resultados. Y los conductores, los que llevan el timón de la nave terrestre, reiteran su cortedad de miras. Nos llevan al despeñadero.

Es un autoengaño pensar que el desastre del capitalismo será remediado por la venida del socialismo, sin más. Los socialismos estatistas de partido único miraban a la naturaleza y sus recursos con los mismo ojos que los voraces capitalistas occidentales. Es lo que hace hoy China, adoptando el alma de aquel capitalismo supuestamente tan odiado.

En América del Sur se presenta un desafío paradojal, ya que los países que están realizando la búsqueda y concreción de caminos nuevos que superen el neoliberalismo dominante, son países petroleros o gasíferos, ricos en combustibles cuyo uso está en la raíz del problema de contaminación y calentamiento atmosférico.

Las contradicciones se manifiestan, como en Ecuador, donde el gobierno de Rafael Correa mantiene relaciones tensas con pueblos indígenas que no aceptan la intromisión en sus tierras ancestrales de blancos que pretenden explotar su subsuelo extrayendo petróleo y minerales. La semana pasada fue cerrada definitivamente, por orden de entes oficiales, la radio Arutam, perteneciente al pueblo amazónico Schuar, hecho que no puede interpretarse sino como una clara acción represiva hacia la acción de defensa de sus tierras y patrimonio natural.

En Venezuela, uno de los principales países productores de petróleo del mundo, sería fundamental la aplicación de políticas que plasmen opciones diferentes al uso desmedido del combustible fósil dentro de su país. (Ver artículo de Rómulo Pardo Silva “Lo ecológico parece no ser un objetivo vital del socialismo del siglo XXI”, en Clarín.cl)

No es suficiente denunciar la indolencia y cinismo de los países dominantes capitalistas, incluida China, que se niegan a asumir compromisos de reducción de emisiones. Los países dependientes, como los suramericanos, han de plantearse el cambio de sus modelos de desarrollo, sin esperar que la guía o iniciativa venga del norte, asumiendo las propias responsabilidades.

El problema supera a los gobiernos, que en realidad son parte del desaguisado. El caso de Chile es ejemplar, aquí el estado, orientado por el gobierno y el parlamento, es un peligro público para el medio ambiente y los equilibrios naturales de todo orden.

Ante la gravedad del problema en que nos encontramos, el factor personal puede ir jugando un papel de creciente importancia, sumando desde el pie, como decía Alfredo Zitarrosa.

El rumbo lo marcarán en lo fundamental las personas y sus organizaciones preocupadas del problema del destino de la tierra, o lo determinarán como hasta hoy los gobernantes obedientes de los poderes establecidos, institucionales y fácticos.

El capitalismo venderá la idea, como ya lo está haciendo, de que su acción puede ser “amigable” con el medioambiente. (Ver artículos sobre Cumbre de Copenhague de Paul Walder en Clarín.cl).

La lucha contra el capitalismo ha de ser a partir de un plano político filosófico y sicológico, orientando la generación de cambios personales e institucionales comunitarios reales.

Señalando el rumbo, ya tenemos a pueblos originarios de nuestro continente que defienden y nos hablan del “buen vivir”, tejiendo nuevas relaciones, de carácter comunitario, entre las personas. Y relaciones con el medio ambiente que no pasen a llevar el respeto y su cuidado.

lunes, 23 de noviembre de 2009

CÉSAR VALLEJO EN LA FRONTERA

Por Pedro Armendariz

Ante la insensatez que amaña a su antojo las relaciones entre Chile y Perú y Bolivia, propongo que en las fronteras entre estos países se instale, a través del arte en espacios visibles por todos los transeúntes, el poema Masa, del libro España, aparta de mí este cáliz, del poeta peruano universal César Vallejo.

El poema, escrito por Vallejo en su destierro en París el 10 de noviembre de 1937, en pleno desarrollo de la dolorosa tragedia de la guerra civil española, nos viene hoy de perilla como punto necesario de partida histórico, de nueva convivencia, a chilenos, peruanos y bolivianos.

MASA

Al fin de la batalla,
muerto el individuo, vino hacia él un hombre
y le dijo: “No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
“No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se aproximaron cuatro al uno muerto:
“No ser más a tu lado para que no te vayas!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él, veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: “Tanto amor y no poder nada, contra la
(muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar.

lunes, 2 de noviembre de 2009

NO A LA XENOFOBIA EN EL BARRIO YUNGAY

Por Pedro Armendariz


Ante el emplazamiento que hizo al gobierno el candidato a diputado de la UDI por Santiago Poniente, Christian Espejo, exigiendo la detención y deportación de ciudadanos peruanos que puedan no tener todos sus papeles en regla, no se puede guardar silencio, que en realidad y en los hechos es un silencio cómplice.

Lo que propone demagógica e irresponsablemente Espejo es de la mayor gravedad. Él quizás ha sacado cálculos electorales pensando en la competividad con su colega de lista. El problema es que le da vuelo a un asunto muy grave, como es el desencuentro histórico entre Chile y Perú, animando tempestades en pleno centro de Santiago, donde viven numerosas familias peruanas, y en otros barrios de la ciudad y del país.

Vivo en el Barrio Yungay, al lado de la Plaza Yungay o Plaza del Roto Chileno, como se la conoce también. He visto en estos últimos tres o cuatro años llegar a familias y personas jóvenes provenientes del Perú. Son gente de trabajo, en diversos oficios, algunos han instalado negocios, como un almacén y un centro de llamados e Internet, a los que concurro a diario.

Nunca ha habido algún tipo de conflicto o pelea en el barrio con ellos, al contrario, son personas que a todas luces quieren vivir en paz, que trabajan y disfrutan -creo yo al ver la tranquilidad que exhiben a diario-, de una situación que al menos les permite ir viviendo.

Si están aquí es por necesidad, y hay que reconocerles el coraje de venir a vivir y trabajar en Chile, donde hay bastante indisposición y prejuicios extendidos contra ellos. Su presencia, sin embargo, nos da a los chilenos una gran oportunidad de avanzar en la senda de la superación de las separaciones históricas con Perú, y hacer realidad a todos los vientos la integración entre nuestros pueblos. Esto, que parece una insensatez idealista, es lo que indica la estricta razón al servicio del bien común.

Y ni hablar de la deuda histórica que tiene Chile, no sólo los exiliados y sus familias, con muchos pueblos del mundo, entre ellos el Perú, que abrieron sus puertas con solidaridad y cooperaron al fin de la dictadura.

La actitud y el planteamiento de Espejo no es sorprendente, pero sí indignante. Ayer aplicando la pena de destierro forzoso, hoy pregonando la xenofobia contra nuestros hermanos suramericanos, hermanos suramericanos pobres y trabajadores.

Al decir Espejo que los ciudadanos peruanos indocumentados son un peligro para la sociedad chilena, probablemente está cometiendo un delito de lesa humanidad, y no es broma, porque está alentando la xenofobia.

Sería bueno escuchar al Cardenal Errázuriz, que al otro día del debate recibió en su casa a Piñera y manifestó en su defensa que los ataques verbales pueden llevar a violencias o ataques físicos. Sé que los casos no son comparables, pienso que para el cardenal lo importante, y no ha sido el primer caso, es defender a Piñera.

Las expresiones de Espejo constituyen un claro ejemplo de ideas y palabras que pueden pasar a mayores en actos físicos y sicológicos (de palabra) violentos. Él es un candidato a diputado, no cualquier vecino envenenado que susurra y destila odio cuando se le presenta la oportunidad.

Es necesario que los otros candidatos por el distrito 22 se pronuncien sobre los dichos de su colega de la UDI.

Ojalá también los inviten, como a Espejo, a exponer con largueza de tiempo sus ideas en el programa “Ultima Mirada”, en el canal de Pillerín.

viernes, 16 de octubre de 2009

TELEVISIÓN DIGITAL: OPORTUNIDAD PARA SALIR DEL POZO


Por Pedro Armendariz



La decisión del gobierno -dada a conocer por la propia presidenta Bachelet- de optar por la tecnología japonesa a la hora de introducir en el país la televisión digital, acentuó el incipiente debate acerca de qué rumbo ha de tomar en Chile el uso de este poderoso y muy influyente medio de difusión masiva.

Si bien para los televidentes la digitalización supondrá un gasto relativo en aparatos diversos, sus potencialidades técnicas -al permitir la posibilidad de aumentar significativamente el número de canales-, hacen abrigar la esperanza de pasos concretos en aras del pluralismo, la diversidad y la calidad de la televisión abierta en el país.

Desde que se empezó a hablar en Chile de la importación de la tecnología de televisión abierta digital, hace unos diez años, la Asociación Nacional de Canales de Televisión (Anatel), que reúne a los dueños y responsables de los actuales canales de televisión abierta, ha enfocado y se ha referido al tema sólo en sus aspectos técnicos, particularmente respecto a la norma o sistema digital que el país adoptaría, y la calidad superior de la imagen y el sonido que llegaría a cada televisor.

Como era de esperar, Anatel ha escamoteado el debate sobre aspectos de fondo, entre ellos la crítica a lo existente y la propuesta de alternativas al papel de la televisión, su subordinación financiera a la publicidad, la falta de pluralidad y diversidad de canales emisores, y la mala calidad del contenido de la programación.

El actual marco jurídico no permite a una persona o empresa acceder al beneficio de más de una concesión televisiva en una zona geográfica del país. Para que los actuales canales de televisión puedan transitar a lo digital y hacer uso de las nuevas señales que esperan recibir en concesión, sería preciso reformar las actuales Leyes 18.838 y 19.132, que regulan a la televisión en general y a la televisión pública, en manos de Televisión Nacional de Chile.

Para responder a esta necesidad de reforma legal que tienen los canales establecidos, el Gobierno presentó un proyecto de ley al Parlamento a fines del año pasado, que se encuentra en discusión en la Cámara de Diputados.

Frente a los cambios que se avecinan, los canales comerciales, incluyendo el canal público estatal, quieren seguir gozando de lo que obscenamente llaman la “torta publicitaria”, limitando las posibilidades de la digitalización a ser sólo una herramienta al servicio de nuevos y lucrativos negocios.

De tal forma, al abrir la televisión digital la posibilidad técnica de aumentar el número de canales, los detentadores del poder en la “industria de la televisión”, aspiran a la adjudicación el sesenta por ciento del nuevo espectro radioeléctrico digital televisivo abierto.

Los canales establecidos esperan que tal beneficio se les conceda sin más, sólo pasando por la ventanilla de la Subsecretaría de Telecomunicaciones, Subtel, sin hacer mención al contenido con que alimentarán a esa enorme capacidad medial. Su intento se encuentra expresado y defendido en el proyecto de reforma a la ley de televisión actualmente en trámite.

Esta aspiración de los actuales canales de televisión abierta es cuestionada desde varios frentes, entre ellos el Consejo Nacional de Televisión, universidades, catedráticos e investigadores, productoras y realizadores de televisión, canales regionales, locales y comunitarios de televisión, y personas e instituciones que esperan ingresar en el mundo de las empresas o de las iniciativas sin fines de lucro vinculadas a la emisión televisiva.

A pesar de la amplitud de este cuestionamiento, poco llega a la opinión pública, que se mantiene desinformada sobre los temas importantes que tienen que ver con la televisión. No se perciben intentos claros y efectivos por romper el cerco informativo para ampliar, profundizar y difundir el debate. La discusión en el Parlamento de la nueva ley de televisión constituye una oportunidad única para elevar las voces y animar un debate fructífero.


Papel de la televisión


Francisco Gedda, profesor de la Universidad de Chile, productor de televisión y director de la valiosa serie documental “Al Sur del Mundo” y del programa “Frutos del País”, sostiene que “en Chile y numerosos países del mundo, la televisión comercial generalista se ha convertido esencialmente en un instrumento de negocios y poder político. No representa ni construye identidades. Más bien, por su estructura intrínseca comercial, sirve a modelos de desarrollo que intentan en forma sistemática sobrepasar y destruir las identidades locales, para convertir al espectador en sujeto homogéneo de un consumo también homogéneo”.

“La diversidad de identidades, cuando se mantiene, es por resistencia cultural ante los grandes medios, y se expresa en redes de comunicación periféricas, marginales y generalmente precarias”.

“Hoy, supuestamente, los usuarios piden a los pocos canales de la televisión comercial generalista y homogénea del país, que satisfagan sus necesidades culturales y de información. Ante este supuesto, hay que plantear a cambio la necesidad de la existencia de múltiples actores o canales de emisión televisiva representativa, que generen y programen sus contenidos recogiendo y representando la identidad plural de las comunidades nacionales, acercándonos así a la ecuación “Comunicación = Democracia = Convivencia”.

Jorge Navarrete, presidente del Consejo Nacional de Televisión y ex director de Televisión Nacional de Chile durante dos períodos, señala que “en una sociedad muy desorganizada y desmovilizada como la chilena, la televisión en definitiva juega o pretende jugar el papel que tradicionalmente desempeñaba la plaza pública, y lo hace mal”.

“La importancia de la televisión para la cultura e identidad de comunidades concretas del país, la situación real de muchos grupos dentro de la sociedad está bastante determinado por cómo el resto de la sociedad los ve, y eso a su vez se refleja en su propia percepción. No es indiferente que en la televisión haya grupos que tienen una sobre representación, y otros que prácticamente no la tengan. No sólo en el tema político. Puede parecer banal una televisión con gente linda en pantalla, pero resulta que hay grupos sociales importantes, minorías significativas, que por no estar en televisión se ven afectadas al contribuir ello a su invisibilidad social”.

Jorge Navarrete agrega que en la actual coyuntura de la televisión chilena, cuando cumple cincuenta años este medio en el país, “el tema real es qué se quiere hacer con ella, y quién tiene poder para decir qué se hace”.

Luis Lillo, representante del comunitario Canal 3 de La Victoria, que lleva más de diez años en el aire, dice que “no necesitamos más canales de televisión en el país si van a mostrar lo mismo que ahora multiplicado por diez. No se justifica comprar aparatos de alta definición de imagen y sonido si no hay un cambio de contenidos. Nosotros apuntamos a la diversidad de contenidos”.

Hay en Chile veinticinco canales comunitarios de televisión abierta, ninguno con reconocimiento legal. En el proyecto de reforma de la Ley 18.838, por primera vez se los considera en un texto de carácter jurídico, junto a las televisiones regionales y locales.

Dada la importancia de la ley en trámite parlamentario, Luis Lillo reclama la realización de un plebiscito consultando a la población qué modelo de televisión prefiere entre distintas posibilidades.

“Nosotros esperamos que se nos conceda la posibilidad de desarrollar la televisión comunitaria con canales locales, regionales y nacional, en una red donde destaque la creación de contenidos, el compartir y la retroalimentación entre las televisiones comunitarias del país, que son una realidad”.

Marcelo Contreras, presidente del Observatorio de Medios Fucatel, pone el acento en la crítica al actual modelo de televisión pública, “que por diseño original no tiene gran diferencia con lo que es una televisión comercial. Esto es ya una anomalía, y plantea un debate sobre el rol que tiene que cumplir en un país democrático una televisión pública”.

“Un segundo problema tiene que ver con que el diseño de la televisión en Chile nunca fue democráticamente muy debatido, aquel paso temprano desde la televisión universitaria original a una simplemente comercial. El resultado ha sido que la televisión no cumple adecuadamente su rol social, cual es informar, orientar y entretener. Hay poca diversidad, los canales establecidos compiten en los mismos terrenos donde puedan tener más audiencia y publicidad”.


Digitalización y concesiones

Marcelo Contreras advierte que al discutirse hoy en el Parlamento el hecho de que con la televisión digital “se amplían las posibilidades de una capacidad mayor de canales, los canales actuales de televisión abierta han pedido se les dé en el ancho de banda seis megahertz a cada uno, lo que les permitiría levantar cuatro a cinco señales nacionales a cada uno de ellos, y ni siquiera se les pide en el proyecto de reforma a la Ley 18.838 concursar a esas nuevas concesiones. Solamente se les pide presentar un proyecto técnico y el orden de llegada a la ventanilla de la Subtel, en vez de abrir un concurso en el cual cada canal que aspire a tener más de una señal, diga qué puede ofrecer en ella, y no resulte al final que la concesión se limita a entrar al patrimonio de cada canal para venderla después o comercializarla como se le dé la gana”.

“La concesión, como su nombre lo indica, es una cesión por parte del estado de un bien escaso. El Consejo de Televisión ha planteado muy bien la idea de que frente a una ampliación del espectro, el gobierno, el estado, el país, tiene derecho a abrir un concurso para ver qué ofrece cada uno de quiénes postulan a tener más de una señal como oferta televisiva, y eso, me da la impresión que se ha evitado, que no se ha hecho”.

“Este es un tema tan relevante, que ameritaría la creación de una de esas famosas comisiones presidenciales con todos los sectores, muy plural, que debatiera muy en serio qué rol le cabe al estado para asegurar una mayor diversidad y pluralismo en los canales, y qué rol le corresponde a la televisión pública”.

“Hoy se da una situación donde es necesario hacer pesar ante los poderes establecidos en la televisión actual, el poder de la política, el poder de la sociedad. Los ciudadanos tienen que hacer oír su voz”.

Jorge Navarrete, señala que en el proyecto de ley en trámite parlamentario “se trasunta permanentemente que la razón para regular la televisión es técnica, dado que el espectro radioeléctrico es limitado. Ahora bien, la apropiación privada del espectro es imposible en el marco institucional, pero el sistema entonces se arma de modo que se reproduzca lo más parecido posible a un mercado privado operando en la televisión”.

“Frente a eso, el Consejo afirma que la parte técnica es interesante, pero no es ni por lejos el tema principal nuestro. De esas diferencias, aparentemente sólo teóricas, se derivan una serie de cosas. Nosotros creemos que el proyecto de ley adolece de hablar poco de contenidos, muy poco de televisión cultural o de fomento a la televisión regional. Muchos aspectos del proyecto podrían haber estado en una relación simplemente técnica”.

“Chocamos con muchos intereses, porque tenemos una concepción distinta de por qué hay que regular. Pensamos distintos acerca de quiénes pueden o no ser titulares de concesiones, cómo se deben otorgar, qué duración deben tener, etcétera. Esto último se ha discutido un poquito más, porque toca muy directamente intereses muy concretos”.

“Lo que hay otra vez al final es una tremenda lucha entre grupos industriales apoyados por los respectivos gobiernos para repartirse un mercado de un viaje. Esto no es novedad, ocurrió con la llegada de la televisión a color”.

“Ante la digitalización las autoridades no han estado dispuestas a un debate, menos a promoverlo, incluso en el tema de la norma”.

“Siempre el poder fáctico, el poder real, prefiere arreglar las cosas en una sala cerrada, aunque tenga que transigir. Lo que nunca le es cómodo es la discusión abierta. Por otro lado, las voces de la cultura, de la universidades, los partidos de izquierda y de izquierda extraparlamentaria no se escuchan, y este es el momento de hablar”.


Financiamiento de televisión pública

Francisco Gedda manifiesta que “los hechos demuestran que finalmente la programación de la televisión abierta se ajusta a las necesidades de la publicidad. La Asociación Nacional de Anunciantes, Anda, que reúne a noventa grandes anunciantes, es en Chile, en términos de resultados, el verdadero Consejo Nacional de Programación, funciona como agente concentrador y homogenizador de la televisión chilena”.

”Cuando la publicidad se convierte en el factor principal de la generación de recursos, pasa a ser la preocupación predominante de los canales, y distorsiona gradualmente la programación y los objetivos generales de la televisión pública”.

Jorge Navarrete agrega que “es ocioso hablar de una televisión pública autónoma e independiente sino tiene una base material que haga eso posible. La televisión sin publicidad es posible cuando e está dispuesto a pagar por ella. La razón fundamental por la cual Chile no tiene una BBC, es porque los chilenos no han estado dispuestos a poner la billetera donde ponen la boca. La BBC se financia con el pago de los televidentes por cada televisor que poseen. En Chile se propuso esto en 1970 al crear Televisión Nacional, y no fue aceptado por ningún sector político”.

“En el actual modelo de televisión pública en Chile, la idea es ganar mucha plata haciendo buenos programas de entretención, para financiar parcialmente también programas que hagan la diferencia. Esto de repente parece haberse olvidado, y se cree que el financiamiento de la televisión pública es lo mismo que el financiamiento de cada programa. Televisión Nacional ha perdido el enfoque. Los criterios empresariales se convierten en un peligro para la televisión pública, que llega a ser igual que la demás televisión”.

Marcelo Contreras, sostiene que “el problema de la televisión pública no es de financiamiento. Lo primero es definir lo que queremos, y después ver cómo lo financiamos. En todo caso me pareció muy interesante la idea de Francia de no permitir publicidad en la televisión pública, y, a cambio, que sea financiada por los canales comerciales a través de impuestos. También creo que la idea de que el estado no puede invertir en pluralismo, en democracia, en expresión de diversidad, es anacrónica”.

Por su parte Luis Lillo, a nombre de los canales comunitarios, expresa que están pidiendo “que el cincuenta por ciento de lo que gasta el estado en publicidad en los medios, sea para apoyar a al financiamiento de las televisiones comunitarias, radios comunitarias y medios impresos independientes”.

“También planteamos que a los grandes canales se les debe cobrar un impuesto de un veinte por ciento de sus ganancias por ocupar el espectro radioeléctrico, y que ese monto sea para financiar medios sociales y populares”.

lunes, 5 de octubre de 2009

NOCHE DE DOMINGO


Por Pedro Armendariz




TVN hace una excepción esta noche de domingo, y deja inesperadamente de lado su aporte diario y a toda hora a la cultura del país, Pelotón, y vuelve a exhibir el programa “Estado Nacional” emitido en la mañana.

Invitado, el canciller Mariano Fernández. Tema: las relaciones de Chile con Perú y Bolivia.

Casi al final del programa se vivieron los momentos más interesantes. Uno fue cuando la panelista Cristina Bitar le advirtió con razón al ministro que había que tomar en cuenta el hecho de que el problema entre manos incumbe a tres países. Fernández sólo atinó a responder que las relaciones bilaterales, son bilaterales, con lo cual no dijo nada y escabulló el tema.

Luego, Jorge Navarrete le preguntó al ministro Fernández acerca de las relaciones actuales con Bolivia. En pocas palabras, le señaló que el asunto, en los términos que hoy está planteado por las partes, no tiene solución: Chile no quiere ceder territorio, y menos con soberanía. Bolivia quiere territorio y mar soberano. No quiere enclaves sin soberanía.

El ministro se limitó a responder que hasta que terminé su función trabajará por mejorar el estado de las cosas. Dijo que con el gobierno del presidente Evo Morales sí se ha gozado de una estabilidad en las relaciones que es nueva.

En un momento de la conversación sale a colación el tema de la controversia por las escasas aguas del río Silala. Es hermoso, pienso, que aquel torrente cordillerano viaje por los dos países, generoso, esencial, mientras a cada lado de la frontera seres humanos amantes de la propiedad se disputan su patrimonio.

Los funcionarios del estado, los textos constitucionales, las leyes y los tratados, los periodistas, mencionan y esgrimen sin cesar la palabra soberanía. Los ejércitos en su nombre se arman y hacen ejercicios para mantenerse en forma. Se habla de soberanía sobre el mar, sobre la tierra, las piedras, el agua, el viento, los minerales y el cerebro de los ciudadanos patriotas.

Mientras tanto el mar de Chile está en manos de un pequeño número de grandes empresas pesqueras, que lo explotan de mala manera a su amaño, con grave daño para los pescadores tradicionales, mal llamados artesanales. Y grave daño para el país. ¿Vale la pena defender semejante soberanía?

Las minas del norte, entregadas a la explotación de empresas transnacionales, que no conocen más fidelidad que a su propio beneficio económico. El abuso que están haciendo en la región de Tarapacá con los recursos de agua es de la mayor gravedad, con consecuencias nefastas que hace rato se están viendo en el interior de la provincia de Iquique. A pesar de ello, las autoridades de gobierno, parlamentarias y comunales hacen vista gorda, cuando no reciben migajas que les entregan estas empresas haciendo alarde de solidaridad y conciencia social. Es una vergüenza que retrata al Chile de hoy.

Hablando de soberanía, lo importante es que el pueblo sea el soberano a la hora de elegir el destino de los recursos del país. ¿Qué tipo de explotación económica de ellos se necesita para beneficio de toda la población? Esta es la pregunta necesaria en Democracia.

Volviendo al principio. El problema es y concierne a tres protagonistas, Chile, Bolivia y Perú. Y no se resuelve en el terreno de la discusión de límites y soberanías, como vemos que ha ocurrido en los últimos ciento treinta años. Estamos en el mismo punto que entonces.

La solución viene con un cambio copernicano de la manera de pensar el problema o la situación. La concepción de los estados nacionales y todo lo que conlleva hay que depositarla con resolución en el tarro de la basura de la historia. Por ser profundamente dañina para los pueblos suramericanos que la soportan.

En el norte de Chile, el sur de Perú, el occidente de Bolivia hay ciudades, pueblos y villorrios, no hay entidades nacionales erguidas amenazantes enfrentadas unas a otras. Esto último sólo existe en la fabricación de mentes humanas, que sacan provecho material o sicológico de ello.

Urge una política de acercamiento, intercambio e integración entre variados agentes de diversos ámbitos de las ciudades involucradas directamente en la cuestión, de los tres países. Entre ellos, gobiernos regionales, municipios, universidades, colegios, sindicatos, colegios profesionales, centros culturales, cámaras de comercio, industriales.

sábado, 3 de octubre de 2009

GANDHI Y EL FIN DE LAS FRONTERAS

Por Pedro Armendariz

En el profuso mar, maremoto más bien de “informaciones” que disparan día y noche los mal llamados medios de comunicación, se ha visto en medio del naufragio la foto y algunas palabras acerca del Mahatma Gandhi y la celebración de un día conmemorativo de la no violencia activa como método de lucha político. Esto último no lo mencionan las agencias internacionales y las transnacionales de la televisión. Ellos, recatados como son, hablan de celebrar un día “por la paz” en el mundo.

Ya con una cierta perspectiva histórica del siglo XX, Gandhi si no es, estará cerca de ser el líder revolucionario más importante y exitoso de su época, y probablemente el más trascendente en el tiempo si a la humanidad le espera un futuro que no sea la autoaniquilación.

En un mundo que ha perdido la cabeza y el corazón, en una decadencia macabra generalizada, el mensaje político de Gandhi es importante al menos en dos aspectos.

Uno es su claridad en las metas que quería alcanzar con su acción política. No especulaba con propuestas a la luz de encuestas y consejos de asesores publicitarios, expresaba lo que pensaba con contundencia, logrando comunicarse y movilizar activamente y sin violencia hacia la independencia a cientos de millones de personas en un país inmenso, diverso y plural. Sus herramientas políticas eran la palabra, sus piernas, la red de ferrocarriles montada bajo el mando británico, la imprenta y la radiodifusión.

Lo segundo es su método de lucha, de una complejidad tal que los sesudos intelectuales de izquierda de occidente y de oriente han pasado por alto, como si en el mundo no hubiese más rebelión que las comandadas por Lenin-Trotsky, Mao y Fidel.

Gandhi creía que se necesita más valor para enfrentar la muerte sin armas en la mano luchando por una causa, que valor para matar a otro ser humano en la contienda por ella.

La no violencia activa es un método, no queda más remedio que usar el término, de lucha social. Es una forma de procedimiento que busca dar testimonio y ser eficaz en la transformación de realidades injustas y opresivas. En Chile tenemos el ejemplo del Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo, con el sacerdote José Aldunate en el centro, ya un hombre con sus años entonces, denunciando ellos el flagelo en medio de las calles principales y lugares claves de Santiago durante la dictadura fascista, de improviso, a plena luz del día, manifestándose con una valentía y un coraje moral extraordinarios.

Gandhi nunca tuvo un cargo oficial o de autoridad de ningún tipo. Era abogado, estudio Derecho en Londres, y empezó a trabajar en Sudáfrica, por aquel entonces parte del Imperio Británico. Supuestamente debería haber sido abogado de empresas, pero a muy poco andar se vio defendiendo a inmigrantes indios pobres maltratados en su condición de tales, en una sociedad en la cual eran individuos sin derechos, colonizados por el poder ingles.

Le cayó la teja de lo que quería hacer en su vida al ir viajando en un tren sudafricano y ver cómo era violentamente desalojado del vagón de primera un indio inmigrante pobre que había tenido la osadía o el despiste de entrar y tomar asiento. Inmediatamente se abocó a congregar a los inmigrantes y plantear una defensa colectiva de su dignidad y derechos.

En Sudáfrica Gandhi hizo en pequeño lo que en su país haría en grande. Rebelarse a cabalidad contra el imperio, en base a ideas movilizadoras de un profundo calado moral y gran capacidad de ser comprendidas y compartidas por el pueblo llano, eminentemente rural de la India.

En un momento determinado, al igual que hoy lo hace el presidente de Bolivia Evo Morales, Gandhi impulsó en su país-continente una campaña masiva del uso de la rueca en los millones de aldeas de la India, para hilar la lana y elaborar el vestuario de cada uno en base a ella. Con esta acción logró dos objetivos. Poner en jaque a la industria textil de Manchester, de donde venía la tela que vestía a los indios, presionando así con eficacia al imperio, y mantener vivo y despierto en el pueblo indio su conocimiento y aprecio por las tradiciones culturales ancestrales propias.

Otro desafío muy conocido es la Marcha de la Sal. Ante la existencia de un monopolio inglés que prohibía explotarla o elaborarla, organizó una marcha a pie de cientos de kilómetros y varios días hasta llegar a una playa y recoger sal en sus manos. Estás acciones tenía un efecto social extraordinario. Mediante ellas, sin disparar un tiro, el pueblo indio empezó no sólo a exigir su libertad, también a vivirla, a irla construyendo día a día, a la par que se desmoronaba el poder imperial.

Para explicar su concepción de la acción política no violenta, Gandhi recurrió en alguna oportunidad a la metáfora o imagen de la semilla y el árbol. En la semilla ya está el árbol en potencia. La libertad, las prácticas, los valores que esperamos sean los pilares de una nueva sociedad, han de guiar e inspirar la acción desde el primer paso. El fin ya se encuentra alojado incubando en los medios. Nunca el fin justifica los medios.

El motivo de escribir unas palabras acerca de Gandhi no parte del interés pasajero y superficial de los medios por él, sino en la reflexión y el sentir en torno a lo que son nuestras lamentables relaciones con Perú y Bolivia.

Porque es inaceptable la mera posibilidad de una nueva guerra entre nuestros países. Toda guerra es repudiable, nunca una persona en sus cabales recordará con alegría una guerra.

Junto al repudio claro y explícito a la guerra como posibilidad, hay que ganar la paz, como escuchaba hace un momento decir en la televisión a José Rodríguez Elizondo, que sabe un rato largo sobre la mala convivencia entre nuestros países.

Chile nunca se ha propuesto ganar la paz con sus vecinos del norte, se ha limitado a mantener una actitud defensiva basada principalmente en aspectos jurídicos y militares.

En esta hermosa primavera que estamos viviendo, vemos con frustración la fiesta estacional particular que ha montado en el Desierto de Atacama la Fuerza Aérea bajo el sugestivo nombre de “Ejercicios Salitre”.

No sé si habiendo reparado antes en el nombre adjudicado a los ejercicios militares, el ministro de Defensa chileno, Francisco Vidal, con su tino habitual, a pesar de que había prometido no entrometerse más en las relaciones diplomáticas del país, invitó al gobierno peruano a enviar delegados a la fiesta en calidad de invitados observadores.

Resumiendo, un plan de paz y desarrollo social basado en la diversidad y pluralidad cultural, y en el respeto y protección al medio ambiente y sus recursos, es lo que Chile tiene la posibilidad de proponer en el norte a los países vecinos y la comunidad suramericana. Una gran zona de integración que nos dignifique a todos como seres humanos. El ejemplo de Gandhi nos inspira.

domingo, 20 de septiembre de 2009

LA FARAMALLA MILITARISTA

Por P. Armendariz
ublicado en Clarín.cl
P
Con los militares y el militarismo en Suramérica estamos hasta el cuello. A ellos se suman las mafias daficantes de armas. El año 2008 se gastaron en la región al menos 38 mil millones de dólares en armamento de todo tipo. Chile contribuyó al gastó con cinco mil 395 millones de dólares.

Desde Lima se repone la iniciativa de hacer públicos el monto y destino de los gastos militares, ignorando o escabullendo el hecho de que el desafío y necesidad real es el desarme colectivo del conjunto de países suramericanos.

Ha sido esta una semana agobiante por la presencia e importancia gravitante de lo militar. Colombia ahonda su dependencia de Estados Unidos, Venezuela compra armas a Rusia y Brasil a Francia. Cantidades exorbitantes de dinero.

Hay una carrera armamentista desatada en el Continente. El paraíso para quienes lucran de ello. Dineros que no llegan donde debieran llegar, al bienestar social.

En Chile, gobierno, oposición y los propios militares tienen copado el dial. Televisión Nacional de Chile, al tiempo que su directora de programación declara que en el ADN del Canal está su vocación de aportar a la cultura del país, entrega cada día “a los hogares de la patria” –como diría ese poeta loco militarista de chomba roja- una edificante patraña protagonizada por un pelotón de descerebrados.

Las fuerzas armadas y acólitos nos quieren hacer creer que ellas son los mejores, más verdaderos y eficientes defensores de Chile. Del Chile del presente sí, pero no del que reclaman los nuevos tiempos.

La sobrecarga de la defensa mediática de las fuerzas armas chilenas ante la opinión pública es permanente y se exacerba en el mes de septiembre. Es la necesidad no del todo consciente de limpiarse de los crímenes cometidos en el pasado reciente.

Hoy domingo luego de transmitir integro el deprimente desfile militar de cada año en el Parque O’Higgins, el canal público nacional ofreció a la hora de los postres un documental sobre la bandera chilena. Vergonzoso. A su vez, hace pocos días, el Consejo Nacional de Televisión favoreció con 500 millones de pesos a los realizadores de una serie basada en la obra de Jorge Inostroza Adiós al Séptimo de Línea, que será transmitida por Megavisión.

Estamos sometidos a gente grande que se comporta aparentemente como niños, coleccionistas de soldaditos de plomo como el actual ministro de Defensa, que debe estar feliz de compartir ahora el juego con soldaditos de carne y hueso.

Niños en apariencia, porque el asunto militar es para muchos un gran negocio o un privilegiado modo de vida. Y con mucha corrupción. Ahí tenemos para muestra nada menos que el ejemplo de Pinochet, venerado por sus partidarios que hoy pintan de demócratas.

El problema fundamental en medio de tanta faramalla militarista es que los pueblos suramericanos necesitan el desarme y la integración conjunta. Y la sanidad republicana y democrática de Chile hace impostergable que los militares dejen de inventarse una esencia que pretenden consubstancial a lo que el Cardenal Raúl Silva llamaba el alma de Chile.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

¡ A JUNTARSE HERMANOS !

Escrito por Pedro Armendariz

Hay una necesidad profunda de integración franca y definitiva con Perú y Bolivia. Por dos razones: poner punto final al enfrentamiento que se arrastra desde a poco andar el siglo XIX al menos, y sentar las bases para dar respuesta cabal a las necesidades y retos del presente.

El ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Fernández, con innegable buena voluntad, reduce el horizonte de solución del problema con Perú cuando alude a la necesidad de mantener buenas relaciones en aras del comercio y las inversiones económicas en ambos países.

Si bien lo económico es determinante en el mundo actual, el núcleo del problema es cultural, está en la mente y el corazón de cada uno de nosotros, en la educación que hemos recibido, en los contenidos de los potentes medios de difusión y conformación de masas, en los discursos y actuaciones políticas.

Las negociaciones entre los gobiernos de Bolivia y Chile actualmente en curso se desarrollan prácticamente en secreto. Nadie sabe nada de lo que se está conversando, y todos tememos que nos informen de un momento a otro que se ha roto el diálogo y volvemos a fojas cero. Ha pasado tantas veces.

Por esto sorprende la indiferencia de la sociedad chilena ante los acontecimientos actualmente en marcha. No a cada momento en la historia se presentan oportunidades ciertas de sanar semejantes heridas. Buena parte de nuestro presente y el de nuevas generaciones se nos va en ello.

El bicentenario ha de ser servir para reformular la naturaleza y el papel del estado en Chile. País que prioriza las necesidades del estado y los grandes poderes económicos a las de la población, y que tiene como viga maestra de su andamiaje geopolítico y económico a sus fuerzas armadas.

Se extraña una generación de opinión y expresión de puntos de vista y planteamientos que tengan como objetivo la integración entre Chile, Perú y Bolivia, pensando en el país en general, y particularmente en el futuro del territorio nortino.

La solución es muy sencilla, y está en compartir, en integrar, en hacer desaparecer las fronteras manteniendo y haciendo realidad el respeto a las identidades diversas, identidades que no tengan nada que ver con fundiciones nacionalistas, sino existentes y solventes en lo que son: expresiones genuinas de formas de ser, culturas, tradiciones que nos hermanan en algo semejante a una gran nación si tal cosa es posible y valga la pena que exista. Yo creo que no.

Lo importante son siempre la realidad de los pueblos. Y está claro que lo que compartimos entre los países latinoamericanos hace de nosotros un solo pueblo conformado por un conjunto enorme de identidades y culturas, y esa es la maravilla del continente formidable que habitamos.

El largo conflicto histórico con Perú y Bolivia es una enorme oportunidad para los tres países, oportunidad para definir nuevos tipos de relación, generando en los hechos, principalmente desde las ciudades de los tres países más cercanas, un enorme y extraordinario territorio de integración. Es una apuesta sin riesgos y con beneficios inconmensurables. Son los pueblos, la sociedad civil la que tiene que tomar la iniciativa, sin calculadora en la mano como lo suelen hacer los agentes del estado y del dinero.

jueves, 20 de agosto de 2009

¿HAY MOVIMIENTO POPULAR EN CHILE?



Entrevista a historiador SERGIO GREZ

Por Pedro Armendariz


Sergio Grez Toso nos recibe en su estudio del Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna, del cual es director. En una habitación como esta, hace ciento cincuenta años, quien estudiaba, escribía y recibía a sus visitas era el propio don Benjamín. Estupendo lugar para pensar e investigar acerca del pasado de Chile, tarea que el historiador Sergio Grez lleva principalmente a cabo centrando su atención en el devenir histórico del movimiento popular chileno entre fines del siglo XIX y principios del XX.
Profesor del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile, Grez es autor de varios libros, entre los que destacan La cuestión social en Chile (1995); De la regeneración del pueblo a la huelga general -Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile- (1998) y Los anarquistas y el movimiento obrero entre 1893 y 1915 (2007). Actualmente trabaja en un libro sobre la historia del Partido Obrero Socialista y los primeros años del Partido Comunista de Chile

Pregunta: Comparando la actualidad con el pasado, ¿se puede hablar hoy de la existencia de un movimiento popular en Chile?

“Sin lugar a dudas. Hay movimientos de protesta y reivindicación popular. Siempre los ha habido y siempre los va a haber mientras exista la desigualdad social, pero hoy no logra tener esa centralidad que tuvo históricamente en torno a objetivos comunes.
Apoyándome en algunos historiadores, como Eric Hobsbawm, sostengo que para que exista movimiento popular no basta que existan luchas dispersas. El movimiento popular o el movimiento obrero, supone una organización de carácter permanente, para que le dé continuidad, y una identidad o conciencia de clase. A lo menos una identidad de clase. Esto, a su vez, debe traducirse en un ethos colectivo, una idea común básica que una los distintos componentes, las distintas reivindicaciones sectoriales o parciales en torno a un objetivo. Un ethos o sentido que bañe al conjunto, necesariamente diverso y multifacético, de personas y sectores que tienen que tener ese objetivo común. De lo contrario, es solamente un mosaico de identidades y reivindicaciones que no logran proyectarse sobre el escenario político, y no logran proyectarse históricamente”.

P: ¿Cuál era ese centro de confluencia o unión que orientaba al movimiento popular chileno en el siglo XIX?

“El proyecto liderado por los artesanos y los gremios de trabajadores más calificados, que se concretaba en términos orgánicos en torno a la organización mutualista y de otro tipo (por ejemplo las abocadas a la educación y la recreación popular, al ahorro o la probidad, como las escuelas nocturnas de artesanos, las sociedades filarmónicas de obreros, las logias de temperancia, algunas cooperativas). Estaban inspiradas por una idea de tipo reformista liberal, no más radical que eso, que era la idea de la regeneración del pueblo. Ese ethos, que es sociopolítico, puede implicar grados mayores o menores de radicalidad en su proyecto, pero tiene que existir”.

P: ¿Había en Chile diversidad social e ideológica en el movimiento popular al filo del siglo XX?

“Había fuertes contradicciones entre estos grupos, no hay que idealizar el pasado. Luchas, discusiones, peleas, disputas había, hay y habrá siempre. Pero, a pesar de ello, hubo en ciertos períodos históricos un ethos común en torno al cual se reconocieron muchos trabajadores, muchas personas del mundo popular, ethos, sentido o fin que los animaba.
Otra cosa era la diversidad de estrategias para el logro de esos objetivos, pero en ciertos momentos, en ciertas coyunturas, eran capaces de unirse porque compartían ese ethos: en las celebraciones o conmemoraciones del Primero de Mayo; en algunas grandes movilizaciones de masas, como las de la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional, en los años 1918-1919. En huelgas generales desde fines de la década de 1910 y gran parte de la década de 1920.
A pesar de su diversidad, de las fuertes diferencias y de las polémicas que se oponían en estas distintas vanguardias políticas del mundo popular, había posibilidad de articular acciones comunes”.

P: Al llegar el siglo XX, usted afirma que tal cuerpo central cambia de sentido en el movimiento obrero y en el movimiento popular en Chile.

“Con el siglo XX ese movimiento empieza a transformarse porque la sociedad chilena se está transformando, porque está avanzando el capitalismo, el país está pasando plenamente al modo de producción capitalista, porque hay una modernización económica, porque surgen nuevos sujetos sociales populares: la moderna clase obrera. Porque llegan ideologías de redención social más avanzadas que el liberalismo, como son las ideologías anarquista y socialista. Por lo tanto ese movimiento va a sufrir profundas transformaciones, o si se quiere, surge un nuevo movimiento que lo va a reemplazar: es lo que denomino movimiento de emancipación de los trabajadores.
Con esa idea como ethos colectivo más radical, que abraza ideologías más radicales, ya no se trata de una mera lectura popular o plebeya del ideario liberal burgués, sino que de posturas más radicales, como las del socialismo y el anarquismo, con métodos de lucha más radicales, con formas de organización distintas. El mutualismo -estoy esquematizando- es sustituido por el sindicalismo, que no es sino una expresión en el terreno de la lucha económica de una estrategia de lucha de clases.
Esta serie de mutaciones, de transformaciones, van a redundar en que el ideario de la regeneración del pueblo sea sustituido por el ideario de la emancipación de los trabajadores.
El ideario de la emancipación de los trabajadores, evidentemente mucho más radical, conserva sin embargo elementos del antiguo ethos colectivo, como por ejemplo la fe en la razón como elemento central para lograr la transformación social, la confianza en la idea de progreso, en la educación, la afirmación de la necesidad de la moralización de los trabajadores. Eran ideas que estaban presentes en dirigentes como Fermín Vivaceta, padre del mutualismo chileno, pero que siguen presentes en las figuras del nuevo movimiento obrero, como Luis Emilio Recabarren, socialista primero, comunista más tarde, o en los dirigentes anarquistas, que comparten todos estos principios.
Entonces, en distintos momentos, podemos apreciar que ha habido un ethos colectivo más radical o menos radical, pero que es una idea inspiradora en torno a la cual se orientan distintas generaciones, incluso de trabajadores”.

Anarquía ayer y hoy

P: ¿Qué le parece la reaparición en el panorama chileno de las palabras anarquía y anarquistas?

“Es evidente que desde unos años hay un repunte de las referencias al anarquismo en los medios de comunicación. Sin lugar a dudas esto tiene que ver con un repunte relativo de la ideología anarquista y de las personas que se reclaman seguidores del anarquismo en Chile.
Ahora bien, habría que analizar caso por caso para ver si esas referencias realmente se refieren a grupos o acciones claramente anarquistas, o si hay una intoxicación político-mediática. Porque muchas veces hay operaciones políticas con determinados objetivos que consisten básicamente en hacer amalgamas de fenómenos que no necesariamente son exactamente iguales”.

P: Desde su origen el sistema situó a la palabra anarquía como sinónimo de caos.

“Exactamente, y que no corresponde a lo que en términos de ciencia política se podría definir como anarquismo, que es una propuesta de una sociedad sin Estado, básicamente.
Pero, sin lugar a dudas, hay un cierto rebrote del anarquismo, que tiene que ver con fenómenos como la globalización, la caída de los mitos, la crisis -entre comillas- de las ideologías. Repunte del anarquismo después de un largo período de decadencia que atravesó este movimiento durante varias décadas”.

P: ¿Hay similitudes en Chile entre el anarquismo de hace cien años y el de hoy?

“Hay una diferencia fundamental respecto de lo que fue el anarquismo del período dorado, podríamos decir, de esta corriente en Chile: groso modo, el primer cuarto del siglo veinte. En aquella época el anarquismo estaba sólidamente implantado en el movimiento obrero, cuestión que no se da entre las corrientes anarquistas actuales. Entre otras razones, porque el movimiento obrero hoy es extremadamente débil, la situación, el peso de la clase obrera en la sociedad chilena actual es infinitamente menor a lo que existió por lo menos hasta 1973.
Las corrientes anarquistas que se vislumbran hoy día están implantadas en otras manifestaciones antisistémicas. Por ejemplo en el movimiento okupa, sin reducir este movimiento sólo al anarquismo, porque sin lugar a dudas es un movimiento que lo sobrepasa. El movimiento antiglobalización, colectivos antiautoritarios, antimilitaristas, los que se oponen a la exclusión política, aquellos que solidarizan con el pueblo mapuche, grupos que defienden a los animales, ecologistas. Es un anarquismo distinto al que conocemos históricamente”.

¿Carencia de “ethos” colectivo?

P: Lo cierto es que el movimiento popular chileno no logra levantar cabeza desde hace más de veinte años…

“Hay un reflujo muy fuerte de este movimiento desde fines de los años 80, cuando se impone la transición pactada entre la llamada oposición moderada y las fuerzas que apoyan la dictadura. Y el movimiento popular pierde su norte, porque el norte durante el siglo XX, hasta 1973, había sido la emancipación de los trabajadores y durante la dictadura la lucha es por derrocarla.
Una vez que se impone esta transición pactada la clase política, en particular la clase política concertacionista, manda un mensaje al movimiento popular de que se debe desmovilizar en aras de consolidar la transición a la democracia, y este movimiento en gran medida lo hace, se desmoviliza. Se suma la caída de los muros, de las viejas ideologías, de los modelos del llamado socialismo real. Todo esto hace que este movimiento pierda su brújula, provoca que gran parte de los cuadros del movimiento popular se desorienten. Algunos son cooptados por los partidos de Izquierda o que habían sido de Izquierda y pasan al gobierno. Otros se desmovilizan, se desilusionan, abandonan las viejas tiendas políticas, dentro o fuera del gobierno.
Y lo que es más grave. El movimiento popular pierde su ethos colectivo, ya no hay una idea central, como la hubo históricamente. En el siglo XIX fue la regeneración del pueblo, en el siglo XX la emancipación de los trabajadores. ¿Cuál es ese objetivo hoy día? ¿Humanizar el sistema capitalista? Pudiera ser, tal vez. ¿Lucha contra la globalización neoliberal? Me parece que aún no estamos en eso. Lo es, muy parcialmente, sólo en algunos sectores de la sociedad”.

P: ¿Entonces no hay un ethos colectivo en el movimiento popular hoy en Chile?

“Esa es la gran interrogante. Mientras no haya un ethos colectivo claramente definido, más o menos compartido por la generalidad de las personas, de los grupos y sectores que se inscriben en esa perspectiva común, es muy difícil hablar de un movimiento popular que tenga un peso mediano en la vida social y política del país.
Hoy hay movimientos en plural. Como los ecologistas, los defensores de pueblos originarios, de la igualdad de género, del patrimonio urbano y arquitectónico, o contrarios a la globalización neoliberal, o autodenominados anarquistas. Habría que hacer un estudio en profundidad de estos movimientos y de otros, que yo no he hecho. Es probable que podamos deducir elementos comunes que tienden a converger entre ellos. La oposición al capitalismo neoliberal, la aspiración a mayores espacios de democracia, el cuidado y respeto al medio ambiente y los recursos naturales, son elementos que pueden converger en la constitución de un nuevo movimiento.
Tal vez no tenemos todavía la perspectiva histórica suficiente como para determinar que estamos en los umbrales del nacimiento de un nuevo tipo de movimiento popular”.

P: ¿Y la clase obrera, qué papel juega hoy?

“La clase obrera, compuesta esencialmente por los trabajadores manuales asalariados, no ocupa la centralidad que ocupaba antes. Pero en torno a ese núcleo, que sigue siendo importante y lo va a ser siempre, hay otros segmentos de trabajadores o de la población que sufren grados de explotación que los llevan a manifestar su oposición al sistema. Los trabajadores precarios, los trabajadores cuentapropistas, los pescadores artesanales, que no son necesariamente asalariados muchos de ellos, son parte también de lo que podría decirse las clases trabajadoras, en plural, pero no pertenecen a lo que tradicionalmente conceptualizábamos como la clase obrera, el proletariado. Por lo tanto, esas clases trabajadoras debieran ser parte de una misma alianza popular, de un mismo frente de trabajadores, como se hablaba antes.
Lo importante es utilizar los conceptos, las herramientas intelectuales apropiadas para dar cuenta de esta nueva realidad diversa, polifacética, que no se reduce a un solo actor, a la clase obrera tradicional. Si no lo hacemos, vamos a estar repitiendo fórmulas que no nos permiten comprender las realidades sobre las cuales hay que operar hoy día para construir un proyecto de futuro.
Es necesario que una suma, probablemente bastante grande de malestares, de reivindicaciones y de proyectos sean capaces de converger y articularse entre sí. Esa es la gran tarea. Y en la medida en que los diversos actores converjan y se articulen, seguramente van a descubrir un ethos común, o varios elementos que les permitan construir un ethos común


LA TRAMPA DE LAS ENCUESTAS


Entrevista a sociólogo Guillermo Cumsille Garib:

Por Pedro Armendariz



Empresas y partidos, políticos profesionales, militares y policías, iglesias y medios de difusión, ministerios, agencias gubernamentales y universidades, entre otros, antes de dar un paso o diseñar una estrategia política, de negocios, difusión o defensa, encargan una encuesta para saber qué están pensando y sintiendo los potencialmente afectados o influenciables.
También vemos con frecuencia que las encuestas son el medio utilizado para instalar y promocionar candidatas y candidatos presidenciales, o sostener una determinada posición política o legislativa en temas como la delincuencia, el consumo de drogas, el retorno de Bolivia al Océano Pacífico, la píldora del día después o el aborto.
Ante la avalancha de encuestas políticas en el país, conversamos con Guillermo Cumsille, profesor de la Cátedra de Opinión Pública de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Chile, e integrante de la Consultora Demoscópica.

Pregunta: ¿Cómo interpreta usted la presencia de las encuestas en el acontecer político chileno?

En la vida política del país las encuestas están teniendo un protagonismo que no merecen. Los políticos están demasiado pendientes de ellas. Eso, a mi juicio, significa renunciar al rol del político, al liderato que tiene que ejercer. Están adecuando sus principios, convicciones, ideales y proyectos a lo que digan las encuestas. Además, no diferencian entre encuestas de buena y mala calidad, y se ven obligados a comentarlas todas.

P: ¿Este protagonismo de las encuestas es un fenómeno particular chileno?

No. En Irán, ante las acusaciones de fraude electoral, uno de los argumentos de los denunciantes es que de diez encuestas realizadas previamente a la elección, siete daban ganador al opositor Musavi.
Sin embargo, en un congreso de especialistas y profesionales en la materia recientemente celebrado en Lima, aprecié que en el mundo las encuestas, en general, se hacen de otra manera que en Chile, y bastante más serias. Pero también me dijeron que en esos países hay lo que yo en Chile llamo las encuestitas.

P: ¿Cuál ha sido la evolución de las encuestas políticas y político-electorales en Chile?

El año 1958, en la Universidad de Chile, comenzaron las encuestas políticas con el profesor Eduardo Hamuy en el Instituto de Sociología, donde trabajé con él. Eran encuestas rigurosas en todo lo que tiene que ver con la muestra, su tamaño, la elección de la persona entrevistada. Había que ir una segunda y tercera vez si la persona no se encontraba en el hogar al visitarla.
Con la dictadura se prohíben las encuestas políticas. Más tarde, cuando empiezan a autorizarlas, aparecen las empresas de estudio de mercado que habían nacido después del golpe, que necesitan hacerse un nombre. Muchas de ellas, igual que hoy día, hacen una encuestita telefónica de 400 casos que les cuesta dos chauchas, y los diarios ávidos de información las publican, logrando el objetivo de estar en la prensa, generar opinión y posicionarse ante sus clientes con un aire de prestigio. Yo creo que eso es un poco lo que ha pasado.
Es importante destacar que hoy, con recursos tecnológicos muy superiores a los existentes antes del golpe, la calidad de las encuestas ha decaído.

Nuevas formas de manipulación

P: ¿Hay manipulación de las encuestas por parte de agentes políticos en Chile?

Con esto hay que ser muy cuidadoso. Yo no creo que hoy nadie haga lo que hizo la dictadura el año 1988, cuando encargó antes del plebiscito una encuesta que dio ganador al No por dos puntos, y, al parecer por intermedio de un subsecretario de nombre Orlando Poblete, los resultados fueron cambiados y mandaron a publicar a El Mercurio la información con el Sí ganador con el 52 por ciento de los votos.
La manipulación hoy yo creo que va por otro lado. Por ejemplo, eligiendo intencionalmente algunas muestras. El año 2005, por ejemplo, la empresa Gémines, antes de la segunda vuelta de la elección presidencial decide hacer una encuesta y elige las regiones de Valparaíso y la Araucanía, donde sabían que ganaba Piñera. Publicaron la encuesta dándola como válida para todo el país. Se dieron un gustito. Luego en la elección Piñera ganó en Valparaíso y la Araucanía pero perdió en todas las demás regiones. Esto, además de manipulación, es una tontera. No hay ninguna evidencia empírica a nivel internacional que señale que la imagen de triunfo es un factor que ayude de manera decisiva a que la gente vuelque su voto hacia el candidato que aparece triunfador.
Otra manipulación es a través de la redacción de preguntas que direccionan la respuesta en un determinado sentido. Este no es un pecado de organismos vinculados sólo a cierto sector político. En Lima, nosotros señalamos que una encuesta del Centro de Estudios Públicos del año 2005 contenía, al menos, una pregunta francamente tendenciosa que decía: ¿Está usted de acuerdo o no en que la corrupción penetra en la administración pública debido a que los cargos se llenan por cuoteo político y no por méritos? Con esta manera de preguntar, no tenemos cómo saber cuántos de los que respondieron estar de acuerdo piensan que la corrupción se debe también a otros factores, que pueden ser incluso más importantes para ellos que la manera de llenar los cargos.
Desde el lado de la Concertación, un ejemplo de manipulación lo proporciona la Fundación Chile 21 en una encuesta del año 2002, que mide el grado de acuerdo con el gobierno de Lagos según se apruebe o no la siguiente afirmación: “El pago solidario del seguro maternal termina con la injusticia que el Estado le pague los subsidios maternales a las mujeres con mejor situación socioeconómica”. Nadie está en desacuerdo con terminar con una injusticia.

P: ¿Qué ha pasado en la sociedad y la política chilena para que las encuestas hayan llegado a ser tan protagónicas?

Son varias cosas. Yo creo que en el proceso que ha vivido la sociedad chilena bajo las huellas que dejó la dictadura, hay aspectos fundamentales que de alguna manera permanecieron y se acentuaron con la recuperación de la democracia, entre ellos el giro brutal hacia el individualismo. Hoy día la mayoría de la gente esta convencida de que lo que pase en su vida depende exclusivamente de lo que cada uno sea capaz de hacer. Y cuando las personas llegan a esa convicción, dejan de tener referentes en otros lados. Deja de importarles quien gane o pierda una elección. Recién ahora, con las medidas de protección social del gobierno, se está viendo un poco que lo que pase en la política genera cambios que llegan a las personas.
Antes del golpe, en contraposición con lo actual, eran proyectos políticos de cambios profundos de la sociedad, y esos proyectos de cambio llegaban a cada uno. En 1970 no daba lo mismo que ganara Allende o Alessandri. Hoy todos quieren acercarse al centro y al final las posiciones terminan diluyéndose.
Hoy los dos candidatos principales aparecen diciendo que van a mantener las políticas de protección social del actual gobierno. Esto lleva a mirar la política de otra manera. En ella lo importante es la persona del candidato, su atractivo, más que las ideas que tenga, o la posibilidad de convocar tras un proyecto de cambio que motive. Al resaltar e imponerse en el juego político la persona del candidato, crece la importancia del marketing político, y de ahí el protagonismo de las encuestas.

A lomo de las encuestas

P: Lo importante hoy es aparecer en las encuestas. ¿Cómo se logra eso, quiénes instalan a los candidatos o potenciales candidatos en una encuesta?

(Sonora carcajada, la única durante la entrevista). Bueno, es lo que reclama Zaldívar cuando dice que los medios lo ningunean o no lo incluyen en las listas al hacer las encuestas.
Para ser bien claros, si uno quiere hacer una encuesta de intención de voto de manera seria, aparte de cumplir con los requisitos metodológicos (tamaño muestral adecuado, cobertura, márgenes de error, etc.), hay otra cuestión clave: ese tipo de preguntas sólo se pueden hacer cuando estén los candidatos inscritos para la elección. Todo lo que haya antes expresa tendencias, preferencias de la población por uno u otro candidato, pero sus resultados no pueden asimilarse al concepto duro de intención de voto.

P: ¿Cómo interpreta usted la irrupción de Marco Enríquez Ominami en la campaña electoral?

No tengo una opinión clara sobre lo que esta pasando con él. He leído y escuchado tantas interpretaciones tan distintas. Ahora, lo que no se puede negar es que él representa una cuestión distinta, porque, querámoslo o no, los candidatos tradicionales, incluyo a Frei, Piñera, Arrate, Navarro y Zaldívar, pertenecen a lo que podríamos llamar un establishment político, de oposición o gobierno, da lo mismo. Enríquez está fuera de eso, o él intenta aparecer como que está fuera, y eso es lo que le da atractivo y genera alguna simpatía en gente que dice que no quiere “más de lo mismo”.

P: ¿Cree usted que ha sido inflado por El Mercurio y La Tercera?

Hay un interés evidente de la derecha en promocionarlo. No creo que sea un producto de la derecha, y no puedo decir que él esté coludido en eso. Lo que sí digo es que es evidente que a la derecha le conviene mucho más una segunda vuelta entre Enríquez y Piñera.

Organismo regulador autónomo

P: ¿Cree usted que hay que legislar sobre las encuestas, en particular sobre la oportunidad de la difusión de sus resultados?

En Chile no hay legislación. Pero la verdad es que más que regular, impedir o fijar fechas en la cual se pueden o no publicar encuestas, a nosotros la regulación que nos importa es la que podría existir gracias a un organismo formado por los propios ejecutivos de las empresas, agencias o lo que sea que se dediquen a las encuestas. De forma tal que se comprometieran a respetar ciertas cuestiones mínimas para garantizar una solvencia mínima de las encuestas.
Un organismo como el que se intenta en los años 1996 al 2000 con la Asociación Chilena de Opinión Pública. Lamentablemente los socios la dejaron morir, torpemente a mi juicio. Un organismo que pudiera validar las encuestas según su calidad técnica y el cumplimiento de ciertos estándares éticos también, por cierto.

P: ¿Por qué se disuelve la Asociación Chilena de Opinión Pública?
Quisieron matarla, no les gustaba precisamente por esto: de existir hoy día y ser miembros de ella, estos organismos o empresas que publican encuestitas, no lo podrían hacer a menos que violasen los códigos de la asociación de la cual ellos serían miembros.

Pluralismo mediático

P: Al protagonismo anacrónico de las encuestas, se suma la concentración de medios de prensa escrita en manos de la derecha. ¿Qué le parece este hecho?

La fuerte concentración de medios implica varias cosas, pero no impide que se publiquen encuestas con resultados favorables a posiciones que no son de derecha. Pasan cosas muy curiosas. Por ejemplo, que El Mercurio editorialice sobre la debilidad de las encuestas telefónicas descalificándolas, como lo hizo a principios de junio, y al mismo tiempo una vez al mes publique la encuesta El Mercurio-Opina, que es una encuesta telefónica. Uno se pregunta cuál es la posición real de ese diario.
El Mercurio y otros medios toman los resultados de una encuesta y los publican, independientemente de su calidad. Informan poco o nada de la ficha técnica, de manera que el lector que quiere interiorizarse para evaluar su calidad no tiene cómo saber si una encuesta es o no seria.
Muchas veces publican sólo resultados, sin decir una palabra sobre cuántas personas fueron entrevistadas, si fue telefónica o presencial, mucho menos si tuvo cobertura nacional o no. Y luego, al margen de la calidad, se hace una manipulación de los resultados en los titulares y las bajadas de las informaciones.
Un ejemplo es el caso de El Mercurio cuando, a propósito de una encuesta sobre el cambio del sistema electoral binominal, destacó el rechazo mayoritario de la población al posible aumento del número de diputados, y tomó eso como si existiera una posición contraria a cambiar el sistema electoral binominal.

P: ¿Qué le parece que los grandes medios de difusión elaboren y publiquen sus propias encuestas?

La abundancia de información es consubstancial a la democracia. Pero a esta democracia, además de abundancia de información le hace falta mayor pluralismo en los medios. Se culpa al mercado, pero un diario no se sustenta por lo que vende, sino por la publicidad que recibe. Los grandes avisadores en Chile saben dónde publicar.
La concentración en la propiedad de la prensa escrita en el país, inevitablemente tiene como consecuencia una marcada asimetría en el proceso informativo hacia los ciudadanos, y afecta el derecho a la libertad de informarse. Es necesario democratizar aún más el proceso informativo, y contar con reglas claras en lo referente a la propaganda electoral, que, si bien es cierto actualmente está algo más regulada a través del gasto, no muestra signos de democratización desde la perspectiva de los medios de comunicación.


ENCUENTRO CON LA SABIDURIA MAPUCHE


TEEsexto escrito por LEONARDO BOFF:

Escrito por Leonardo Boff

Dos miradas contradictorias con respecto a la Tierra se enfrentan hoy día. Una la ve como un gran objeto, desprovisto de espíritu, a disposición del ser humano, que puede disponer de sus recursos a su buen entender. Esta mirada permitió el proyecto científico-técnico de conquista y dominación de la Tierra, que está en la base del actual calentamiento planetario. La otra, la considera como un superorganismo vivo, la Gaia de los modernos, o la Pachamama de los pueblos originarios andinos. Gaia se autorregula y articula todos sus componentes de forma que es la permanente productora y reproductora de todo tipo de vida.
Esta segunda mirada fue predominante en la historia de la humanidad y fue la responsable del equilibrio que se estableció entre la satisfacción de las necesidades humanas y el mantenimiento del capital natural en su integridad y vitalidad. Hoy crece la conciencia de que la primera mirada –la de la dominación y la devastación– necesita ser limitada y superada, pues de lo contrario puede provocar un inmenso desastre en el sistema vida. La Tierra, sin duda, continuará, pero tal vez sin nuestra presencia. De ahí la urgencia de reconsiderar a los portadores de la segunda mirada —la de la Tierra como Gran Madre y Casa Común—pues ellos son portadores de una sabiduría que nos falta, y de formas de relación con la naturaleza que nos pueden salvar. Nos encontramos así con los pueblos originarios, los indígenas, que, según datos de la ONU, son más de cien millones en todo el mundo, distribuidos por casi todos los países, como los sami (esquimales) en el extremo norte, o los mapuche en el extremo sur.
A principios de septiembre de este año pude conversar largamente con los mapuche que viven en la Patagonia argentina y chilena. Son muchos; solamente en el sur de Chile hay más de quinientos mil. Viven en estas regiones andinas desde hace cerca de 15 000 años. Resistieron a todas las conquistas. Casi fueron exterminados en la parte argentina por el feroz general Roca, y en el lado chileno son muy discriminados. A los que hoy ocupan tierras que eran suyas se les aplican las leyes contra terroristas de la constitución de Pinochet.
Hablando con sus líderes (lonko) y sabios (machis), pronto salta a la vista la extraordinaria cosmología que han elaborado. Todo está pensado en términos de cuatro. Según C.G. Jung, el número cuatro constituye uno de los arquetipos centrales de la totalidad. Se sienten tan vinculados a la Tierra que se llaman «mapu-che»: seres (che) que son uno con la Tierra (mapu). Por eso se sienten agua, piedra, flor, montañas, insectos, sol, luna, todos hermanados entre sí. Aprendieron a descodificar y comprender el idioma de la Madre Tierra (Ñeku Mapu): el soplo del viento, el piar del pájaro, el susurro de las hojas, los movimientos de las aguas y principalmente los estados del sol y de la luna. De todo saben sacar lecciones. Su mayor ideal es vivir y alimentar una profunda armonía con todos los elementos, con las energías positivas y negativas, con el cielo y con la tierra. Se sienten los cuidadores de la naturaleza. La comunidad sube al monte más alto y toda la tierra que avista hasta encontrarse con el cielo le es asignada para cuidarla. Se sienten perturbados cuando otros no mapuche penetran en esas tierras para introducir cultivos, pues entienden que así se vuelve más difícil cumplir su misión de cuidar.
Desarrollaron sofisticados métodos de curación. Toda enfermedad representa una quiebra del equilibrio con las energías de la Tierra y del universo. La curación implica reconstruir el equilibrio de suerte que el enfermo se sienta nuevamente insertado en el todo. Los mapuche se enorgullecen de sus conocimientos. No aceptan que sean considerados folklore, ni visión ancestral. Insten en que es un saber tan serio e importante como nuestro saber científico-técnico, sólo que diferente. En la búsqueda de regeneración de la Tierra, los mapuche pueden inspirarnos.

¿NACIONALISMO?: NO, GRACIAS


Pregunta ¿Qué es lo que viene cuando el nacionalismo se va?


Respuesta de Jiddu Krishnamurti:

La inteligencia, evidentemente. Pero temo que eso no sea lo que esta pregunta implica. Lo que ella implica es esto: ¿qué es lo que puede substituir al nacionalismo? Ninguna substitución es acto que traiga inteligencia. Si abandono una religión y me adhiero a otra, o dejo un partido político para ingresar más tarde en alguna otra cosa, esta constante substitución indica un estado en el que no hay inteligencia.
¿Cómo nos libramos del nacionalismo? Sólo comprendiendo plenamente lo que él implica, examinándolo, captando su significación en la acción externa e interna. En lo externo, él causa divisiones entre los hombres, clasificaciones, guerras y destrucción, lo cual es obvio para cualquiera que sea observador. En el fuero íntimo, psicológicamente, esta identificación con lo más grande, con la patria, con una idea, es evidentemente una forma de autoexpansión. Viviendo en una pequeña aldea, o en una gran ciudad, o donde sea, yo no soy nadie; pero si me identifico con lo más grande, con el país, si me llamo a mí mismo hindú, ello halaga mi vanidad, me brinda satisfacción, prestigio, una sensación de bienestar; y esa identificación con lo más grande, que es una necesidad psicológica para los que sienten que la expansión del "yo" es esencial, engendra asimismo conflicto, lucha entre los hombres. De suerte que el nacionalismo no sólo causa conflictos externos, sino frustraciones íntimas; y cuando uno comprende el nacionalismo, todo el proceso del nacionalismo, éste se desvanece. La comprensión del nacionalismo llega mediante la inteligencia. Es decir, observando cuidadosamente, penetrando el proceso integro del nacionalismo, del patriotismo, surge de ese examen la inteligencia; y entonces no se produce la substitución del nacionalismo por alguna otra cosa. En el momento en que reemplazáis el nacionalismo por la religión, la religión se convierte en otro medio de autoexpansión, en una fuente más de ansiedad psicológica, en un medio de alimentarse uno mismo con una creencia. Por lo tanto, cualquier forma de substitución, por noble que sea, es una forma de ignorancia. Es como alguien que substituyera el fumar por la goma de mascar o el fruto del betel. En cambio, si uno comprende realmente, y en su totalidad, el problema del fumar, de los hábitos, sensaciones, de las exigencias psicológicas y todo lo demás, el vicio de fumar desaparece. Sólo podéis comprender cuando hay un desarrollo de la inteligencia, cuando la inteligencia funciona; y la inteligencia no funciona cuando hay substitución. La substitución es simplemente una forma de autosoborno, de incitaros a que no hagáis esto pero sí hagáis aquello. El nacionalismo ‑con su veneno, sus miserias y la lucha mundial que acarrea- sólo desaparece cuando hay inteligencia, y la inteligencia no surge por el mero hecho de pasar exámenes y estudiar libros. La inteligencia surge cuando comprendemos los problemas a medida que se presentan. Cuando hay comprensión del problema en sus diferentes niveles ‑no sólo en la parte externa sino de lo que él implica en su aspecto interno, psicológico-, entonces, en ese proceso, la inteligencia se manifiesta. Cuando hay, pues, inteligencia, no hay substitución; y cuando hay inteligencia desaparece el nacionalismo, el patriotismo, que es una forma de estupidez.

“ BOLIVIA TIENE QUE VOLVER AL MAR"


Entrevista al historiador y diplomático Óscar Pinochet de la Barra:

Por Pedro Armendariz
En el marco de los últimos acontecimientos, las páginas del libro “Chile y Bolivia: ¡Hasta cuándo!”, del profesor Pinochet de la Barra constituyen un auténtico clamor en el desierto. El autor, quien fuera entre los años 1991 y 2003 director del Instituto Antártico Chileno, no ha dejado en su vida de mirar también hacia el norte del país.

Han pasado cien años desde que se firmara el Tratado de Paz y Amistad de 1904 entre Chile y Bolivia y la fractura que separa a ambos países desde el fin de la Guerra del Pacífico sigue dificultando e irritando la convivencia.

“El Tratado de 1904”, dice Pinochet de la Barra, “nos dio paz y no nos ha dado una amistad franca, porque hay recelos entre los dos países, siempre. E incluso trascienden los recelos a través de un siglo, lo que es un absurdo completo. Mire usted, ¿cómo es posible que se le quite por Bolivia el voto a Insulza en la OEA porque está pendiente la cosa marítima?”.

Pregunta: -Pero hay quienes afirman que el Tratado de 1904, mediante el cual Bolivia expresamente renuncia a su litoral entre el río Loa y la bahía de Mejillones a favor de Chile, no se puede tocar.

Respuesta Oscar Pinochet de la Barra: Efectivamente, el Tratado de 1904, según interpretación que se le da muchas veces en Chile, es un tratado intangible. Mire la palabra rimbombante: “intangible”. Los tratados, ¡todos pueden cambiarse! -no sólo los de límites- si hay acuerdo para cambiarlos, no unilateralmente.
Es muy importante darse cuenta de que el Tratado de 1904 pretende terminar con un conflicto de una forma totalmente exagerada. ¿Qué había ocurrido entre los dos países que se trataba de arreglar? ¿Era un asunto terrible lo que lleva a la guerra en 1879, o era un aumento del Gobierno boliviano de diez centavos al impuesto por el quintal de salitre exportado desde territorio de Bolivia, explotado por chilenos? ¿Merece algo que era un problema menor, que podía entregarse en arbitraje a un tercer país, merece esa falta privar a un país totalmente de su mar?

P: -La renuncia de Bolivia a su litoral obedece a su condición de vencido.

R: -Claro, pero me parece que hubo, por llamarle de alguna manera, ingenuidad el año 1904 por parte de los negociadores bolivianos y chilenos. Los bolivianos no se dieron cuenta de lo tremendo que iba a ser aquel tratado para un país que tenía derecho al mar reconocido hasta entonces por Chile. Y los chilenos no se dieron cuenta de que no podía ser una solución definitiva el dejar al vencido en el suelo.

P: -En 1895 se pactó entre Chile y Bolivia la posibilidad de entregar a este último Tacna y Arica, según cuál fuese el resultado del previsto plebiscito que nunca se realizó sobre el destino de estas provincias. En 1904 no se menciona tal posibilidad de transferencia de territorios.

R: -La entrega de Tacna y Arica a Bolivia por parte de Chile no es planteada por el Tratado de 1904, y no queda constancia de eso, pero era un acuerdo entre los negociadores. Y así convencieron también a Bolivia de que aceptara perder todo su mar, casi trescientos kilómetros de costa. Porque no se podía cortar el territorio chileno a la altura de Mejillones o Antofagasta, y había efectivamente la posibilidad de darle a Bolivia Arica y Tacna, ocupadas por Chile y que se estaban negociando con el Perú.
No quedó en el Tratado de 1904, desgraciadamente. No hay duda de que hubo dejación de Bolivia para exigir eso, y no hubo ninguna inquietud chilena por cumplir una cosa que era lógica y natural: trasladar entonces al norte la salida al mar de Bolivia, entre los otros dos países, Chile y Perú.

P: -Algo que había apoyado en 1879 el ministro de Relaciones Exteriores y luego Presidente de la República, Domingo Santa María.

R: -Domingo Santa María y otros personajes destacados de esa época ponen el dedo en una verdad que los chilenos no han querido aceptar: es imposible, impensable, creer que Bolivia puede subsistir sin una salida al mar. Para la paz entre los dos países, para el progreso de Bolivia. Lo reiteran, incluso, cuando el gobierno no está de acuerdo. Hubo una “política boliviana”, como se la conoció, y como siempre ha pasado con Bolivia, curiosamente, en el momento final, al redactar el acuerdo, quedamos en nada.

P: -¿Por qué lo encuentra usted curioso?

R: -Es curioso porque este es un problema, como todos sabemos, más que de derecho internacional, un problema en el cual está muy presente el sentimiento, la pasión, el nacionalismo, elementos que distorsionan los arreglos. Y eso viene por los dos lados. Una guerra trae complejos para el vencedor y para el perdedor.

EL POLO TRINACIONAL

P: -¿Cuáles serían los complejos de Chile?

R: -No hay duda de que Chile ha quedado con el complejo del vencedor, el temor a que algún día sea atacado por quienes quieren tomar la revancha.
Chile es un país que actúa muchas veces como acomplejado en el asunto de Bolivia, porque siempre está a la defensiva. ¿Ha visto usted, sino excepcionalmente, una política positiva de Chile respecto al problema de Bolivia? Muchas veces han sido ensayos, pero no algo bien estudiado. ¿Ha visto usted, por ejemplo, a la diplomacia chilena en Bolivia ser diferente de la diplomacia chilena en Turquía? Son, más o menos, los mismos funcionarios que se turnan, que pasan de un país a otro.
Yo creo que la diplomacia chileno-boliviana es en estos momentos lo más importante que tiene Chile en materia diplomática. Hay que darle un sitio y una dedicación especial.
Y aquí llegamos a una cosa muy importante: ¿hay que acabar con el Tratado de 1904? Creo que no. Es un tratado que debe modernizarse, complementarse. Por lo menos nos dio la paz durante cien años, pero no nos dio la amistad ni una solución final. Hay que darle un enclave, una salida al mar a Bolivia, un elemento integrador.

P: -¿Por qué propone usted un enclave y no un corredor?

R: -Prefiero hablar más de un enclave que de un corredor, porque un corredor tiene un enemigo inmediato, que es Perú, que quiere mantener su límite directo con Chile en esa parte. En tanto que un enclave cumple las mismas funciones, no tiene importancia que para llegar a él haya que recorrer un camino boliviano que no se rompe desde La Paz.
Ahora bien, pienso lo siguiente: no se puede considerar un enclave, en una pequeña parte o territorio de la provincia de Arica, que sólo tuviese un carácter simbólico, y que no le serviría para nada a Bolivia, y que no entusiasmaría a los bolivianos. Pero si usted, ese mismo enclave, de no sé cuántos kilómetros cuadrados, lo hace formando parte de un proyecto más grande, de la configuración de un polo de desarrollo trinacional económico, social, cultural, es distinto.
Si es simbólico, no vale. En Chile hay mucha gente muy importante que piensa en la necesidad de otorgar una salida soberana al Pacífico, e impulsar una integración con Bolivia. Pero como es un tema tabú, capaz que los llamen antipatriotas. Yo no tengo ningún temor en ese sentido, porque trato de darle a cada uno lo que es suyo.
Habría que destruir ciertas falsas afirmaciones para que la gente no crea que le estamos regalando algo a Bolivia. No estamos regalando nada. Pero también hay que decirle a Bolivia: “Señores, ha pasado un siglo y no podemos ni pensar en desarmar toda la geografía chilena y entregarles a ustedes una salida por Antofagasta y cortar en dos el territorio chileno".

MENTIRAS HISTÓRICAS

P: -¿Qué papel juega la opinión pública ante este complejo y centenario problema con Bolivia?

R: -Las posiciones de Chile y Bolivia no sólo son diferentes, sino que son encontradas. En cierto modo, las opiniones públicas de los dos países están demasiado embarcadas en cierta posición. Bolivia con lo que quiere y Chile con lo que niega. Tanto se ha hablado de que hay que comenzar por crear una opinión pública desde el colegio, alterando afirmaciones. Hay tanta afirmación falsa sobre esto. Por el lado chileno, podemos nombrar algunas para los colegiales y la opinión pública en general, que suele decir: “No estamos dispuestos a regalarle un trozo chileno de mar a un país que nunca tuvo mar, o un trozo chileno de tierra a quien lo perdió en la guerra”. En fin, todas esas cosas. Y no se dan cuenta que, por ignorancia que empieza en los colegios, cuando se afirma que Bolivia nunca tuvo mar se está diciendo una falsedad absoluta: si Chile reconoció esa posesión por dos tratados, el de 1866 y el de 1874. ¿Cuándo se ha hablado de que Chile tenía cuatro consulados en cuatro puertos bolivianos, Tocopilla, Mejillones, Cobija y Antofagasta? No se tiene cónsul en el territorio de uno, sino en territorio extranjero.
Enseguida, ¿cuándo se ha hablado de la importancia de las afirmaciones de Bernardo O’Higgins? La famosa carta de 1831, en que dice que Chile se extiende desde la bahía de Mejillones, en el Pacífico, hasta Nueva Shetland del Sur. Porque en ese momento, 1831, O’Higgins, por una parte, y Bolívar, por otra, tenían claro que la Audiencia de Charcas llegaba al mar y tenía su propio mar. Por eso, Bolívar y Sucre crean Cobija, en territorio boliviano. Por eso, Bernardo O’Higgins, que había estado en Lima, habla de que ese litoral es boliviano.

P: -¿No le desconcierta ver en tantos chilenos una actitud de indiferencia, cuando no de franco desprecio, hacia nuestros vecinos en el norte?

R: -Aquí hay algo de soberbia por parte de Chile. Hay tradicionalmente una base de soberbia y de incomprensión, y, en ciento modo, en algunas capas sociales y para ciertos efectos, de mirar en menos. Y nosotros, “que somos importantes”, no podemos ceder nada.