jueves, 20 de agosto de 2009

¿HAY MOVIMIENTO POPULAR EN CHILE?



Entrevista a historiador SERGIO GREZ

Por Pedro Armendariz


Sergio Grez Toso nos recibe en su estudio del Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna, del cual es director. En una habitación como esta, hace ciento cincuenta años, quien estudiaba, escribía y recibía a sus visitas era el propio don Benjamín. Estupendo lugar para pensar e investigar acerca del pasado de Chile, tarea que el historiador Sergio Grez lleva principalmente a cabo centrando su atención en el devenir histórico del movimiento popular chileno entre fines del siglo XIX y principios del XX.
Profesor del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile, Grez es autor de varios libros, entre los que destacan La cuestión social en Chile (1995); De la regeneración del pueblo a la huelga general -Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile- (1998) y Los anarquistas y el movimiento obrero entre 1893 y 1915 (2007). Actualmente trabaja en un libro sobre la historia del Partido Obrero Socialista y los primeros años del Partido Comunista de Chile

Pregunta: Comparando la actualidad con el pasado, ¿se puede hablar hoy de la existencia de un movimiento popular en Chile?

“Sin lugar a dudas. Hay movimientos de protesta y reivindicación popular. Siempre los ha habido y siempre los va a haber mientras exista la desigualdad social, pero hoy no logra tener esa centralidad que tuvo históricamente en torno a objetivos comunes.
Apoyándome en algunos historiadores, como Eric Hobsbawm, sostengo que para que exista movimiento popular no basta que existan luchas dispersas. El movimiento popular o el movimiento obrero, supone una organización de carácter permanente, para que le dé continuidad, y una identidad o conciencia de clase. A lo menos una identidad de clase. Esto, a su vez, debe traducirse en un ethos colectivo, una idea común básica que una los distintos componentes, las distintas reivindicaciones sectoriales o parciales en torno a un objetivo. Un ethos o sentido que bañe al conjunto, necesariamente diverso y multifacético, de personas y sectores que tienen que tener ese objetivo común. De lo contrario, es solamente un mosaico de identidades y reivindicaciones que no logran proyectarse sobre el escenario político, y no logran proyectarse históricamente”.

P: ¿Cuál era ese centro de confluencia o unión que orientaba al movimiento popular chileno en el siglo XIX?

“El proyecto liderado por los artesanos y los gremios de trabajadores más calificados, que se concretaba en términos orgánicos en torno a la organización mutualista y de otro tipo (por ejemplo las abocadas a la educación y la recreación popular, al ahorro o la probidad, como las escuelas nocturnas de artesanos, las sociedades filarmónicas de obreros, las logias de temperancia, algunas cooperativas). Estaban inspiradas por una idea de tipo reformista liberal, no más radical que eso, que era la idea de la regeneración del pueblo. Ese ethos, que es sociopolítico, puede implicar grados mayores o menores de radicalidad en su proyecto, pero tiene que existir”.

P: ¿Había en Chile diversidad social e ideológica en el movimiento popular al filo del siglo XX?

“Había fuertes contradicciones entre estos grupos, no hay que idealizar el pasado. Luchas, discusiones, peleas, disputas había, hay y habrá siempre. Pero, a pesar de ello, hubo en ciertos períodos históricos un ethos común en torno al cual se reconocieron muchos trabajadores, muchas personas del mundo popular, ethos, sentido o fin que los animaba.
Otra cosa era la diversidad de estrategias para el logro de esos objetivos, pero en ciertos momentos, en ciertas coyunturas, eran capaces de unirse porque compartían ese ethos: en las celebraciones o conmemoraciones del Primero de Mayo; en algunas grandes movilizaciones de masas, como las de la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional, en los años 1918-1919. En huelgas generales desde fines de la década de 1910 y gran parte de la década de 1920.
A pesar de su diversidad, de las fuertes diferencias y de las polémicas que se oponían en estas distintas vanguardias políticas del mundo popular, había posibilidad de articular acciones comunes”.

P: Al llegar el siglo XX, usted afirma que tal cuerpo central cambia de sentido en el movimiento obrero y en el movimiento popular en Chile.

“Con el siglo XX ese movimiento empieza a transformarse porque la sociedad chilena se está transformando, porque está avanzando el capitalismo, el país está pasando plenamente al modo de producción capitalista, porque hay una modernización económica, porque surgen nuevos sujetos sociales populares: la moderna clase obrera. Porque llegan ideologías de redención social más avanzadas que el liberalismo, como son las ideologías anarquista y socialista. Por lo tanto ese movimiento va a sufrir profundas transformaciones, o si se quiere, surge un nuevo movimiento que lo va a reemplazar: es lo que denomino movimiento de emancipación de los trabajadores.
Con esa idea como ethos colectivo más radical, que abraza ideologías más radicales, ya no se trata de una mera lectura popular o plebeya del ideario liberal burgués, sino que de posturas más radicales, como las del socialismo y el anarquismo, con métodos de lucha más radicales, con formas de organización distintas. El mutualismo -estoy esquematizando- es sustituido por el sindicalismo, que no es sino una expresión en el terreno de la lucha económica de una estrategia de lucha de clases.
Esta serie de mutaciones, de transformaciones, van a redundar en que el ideario de la regeneración del pueblo sea sustituido por el ideario de la emancipación de los trabajadores.
El ideario de la emancipación de los trabajadores, evidentemente mucho más radical, conserva sin embargo elementos del antiguo ethos colectivo, como por ejemplo la fe en la razón como elemento central para lograr la transformación social, la confianza en la idea de progreso, en la educación, la afirmación de la necesidad de la moralización de los trabajadores. Eran ideas que estaban presentes en dirigentes como Fermín Vivaceta, padre del mutualismo chileno, pero que siguen presentes en las figuras del nuevo movimiento obrero, como Luis Emilio Recabarren, socialista primero, comunista más tarde, o en los dirigentes anarquistas, que comparten todos estos principios.
Entonces, en distintos momentos, podemos apreciar que ha habido un ethos colectivo más radical o menos radical, pero que es una idea inspiradora en torno a la cual se orientan distintas generaciones, incluso de trabajadores”.

Anarquía ayer y hoy

P: ¿Qué le parece la reaparición en el panorama chileno de las palabras anarquía y anarquistas?

“Es evidente que desde unos años hay un repunte de las referencias al anarquismo en los medios de comunicación. Sin lugar a dudas esto tiene que ver con un repunte relativo de la ideología anarquista y de las personas que se reclaman seguidores del anarquismo en Chile.
Ahora bien, habría que analizar caso por caso para ver si esas referencias realmente se refieren a grupos o acciones claramente anarquistas, o si hay una intoxicación político-mediática. Porque muchas veces hay operaciones políticas con determinados objetivos que consisten básicamente en hacer amalgamas de fenómenos que no necesariamente son exactamente iguales”.

P: Desde su origen el sistema situó a la palabra anarquía como sinónimo de caos.

“Exactamente, y que no corresponde a lo que en términos de ciencia política se podría definir como anarquismo, que es una propuesta de una sociedad sin Estado, básicamente.
Pero, sin lugar a dudas, hay un cierto rebrote del anarquismo, que tiene que ver con fenómenos como la globalización, la caída de los mitos, la crisis -entre comillas- de las ideologías. Repunte del anarquismo después de un largo período de decadencia que atravesó este movimiento durante varias décadas”.

P: ¿Hay similitudes en Chile entre el anarquismo de hace cien años y el de hoy?

“Hay una diferencia fundamental respecto de lo que fue el anarquismo del período dorado, podríamos decir, de esta corriente en Chile: groso modo, el primer cuarto del siglo veinte. En aquella época el anarquismo estaba sólidamente implantado en el movimiento obrero, cuestión que no se da entre las corrientes anarquistas actuales. Entre otras razones, porque el movimiento obrero hoy es extremadamente débil, la situación, el peso de la clase obrera en la sociedad chilena actual es infinitamente menor a lo que existió por lo menos hasta 1973.
Las corrientes anarquistas que se vislumbran hoy día están implantadas en otras manifestaciones antisistémicas. Por ejemplo en el movimiento okupa, sin reducir este movimiento sólo al anarquismo, porque sin lugar a dudas es un movimiento que lo sobrepasa. El movimiento antiglobalización, colectivos antiautoritarios, antimilitaristas, los que se oponen a la exclusión política, aquellos que solidarizan con el pueblo mapuche, grupos que defienden a los animales, ecologistas. Es un anarquismo distinto al que conocemos históricamente”.

¿Carencia de “ethos” colectivo?

P: Lo cierto es que el movimiento popular chileno no logra levantar cabeza desde hace más de veinte años…

“Hay un reflujo muy fuerte de este movimiento desde fines de los años 80, cuando se impone la transición pactada entre la llamada oposición moderada y las fuerzas que apoyan la dictadura. Y el movimiento popular pierde su norte, porque el norte durante el siglo XX, hasta 1973, había sido la emancipación de los trabajadores y durante la dictadura la lucha es por derrocarla.
Una vez que se impone esta transición pactada la clase política, en particular la clase política concertacionista, manda un mensaje al movimiento popular de que se debe desmovilizar en aras de consolidar la transición a la democracia, y este movimiento en gran medida lo hace, se desmoviliza. Se suma la caída de los muros, de las viejas ideologías, de los modelos del llamado socialismo real. Todo esto hace que este movimiento pierda su brújula, provoca que gran parte de los cuadros del movimiento popular se desorienten. Algunos son cooptados por los partidos de Izquierda o que habían sido de Izquierda y pasan al gobierno. Otros se desmovilizan, se desilusionan, abandonan las viejas tiendas políticas, dentro o fuera del gobierno.
Y lo que es más grave. El movimiento popular pierde su ethos colectivo, ya no hay una idea central, como la hubo históricamente. En el siglo XIX fue la regeneración del pueblo, en el siglo XX la emancipación de los trabajadores. ¿Cuál es ese objetivo hoy día? ¿Humanizar el sistema capitalista? Pudiera ser, tal vez. ¿Lucha contra la globalización neoliberal? Me parece que aún no estamos en eso. Lo es, muy parcialmente, sólo en algunos sectores de la sociedad”.

P: ¿Entonces no hay un ethos colectivo en el movimiento popular hoy en Chile?

“Esa es la gran interrogante. Mientras no haya un ethos colectivo claramente definido, más o menos compartido por la generalidad de las personas, de los grupos y sectores que se inscriben en esa perspectiva común, es muy difícil hablar de un movimiento popular que tenga un peso mediano en la vida social y política del país.
Hoy hay movimientos en plural. Como los ecologistas, los defensores de pueblos originarios, de la igualdad de género, del patrimonio urbano y arquitectónico, o contrarios a la globalización neoliberal, o autodenominados anarquistas. Habría que hacer un estudio en profundidad de estos movimientos y de otros, que yo no he hecho. Es probable que podamos deducir elementos comunes que tienden a converger entre ellos. La oposición al capitalismo neoliberal, la aspiración a mayores espacios de democracia, el cuidado y respeto al medio ambiente y los recursos naturales, son elementos que pueden converger en la constitución de un nuevo movimiento.
Tal vez no tenemos todavía la perspectiva histórica suficiente como para determinar que estamos en los umbrales del nacimiento de un nuevo tipo de movimiento popular”.

P: ¿Y la clase obrera, qué papel juega hoy?

“La clase obrera, compuesta esencialmente por los trabajadores manuales asalariados, no ocupa la centralidad que ocupaba antes. Pero en torno a ese núcleo, que sigue siendo importante y lo va a ser siempre, hay otros segmentos de trabajadores o de la población que sufren grados de explotación que los llevan a manifestar su oposición al sistema. Los trabajadores precarios, los trabajadores cuentapropistas, los pescadores artesanales, que no son necesariamente asalariados muchos de ellos, son parte también de lo que podría decirse las clases trabajadoras, en plural, pero no pertenecen a lo que tradicionalmente conceptualizábamos como la clase obrera, el proletariado. Por lo tanto, esas clases trabajadoras debieran ser parte de una misma alianza popular, de un mismo frente de trabajadores, como se hablaba antes.
Lo importante es utilizar los conceptos, las herramientas intelectuales apropiadas para dar cuenta de esta nueva realidad diversa, polifacética, que no se reduce a un solo actor, a la clase obrera tradicional. Si no lo hacemos, vamos a estar repitiendo fórmulas que no nos permiten comprender las realidades sobre las cuales hay que operar hoy día para construir un proyecto de futuro.
Es necesario que una suma, probablemente bastante grande de malestares, de reivindicaciones y de proyectos sean capaces de converger y articularse entre sí. Esa es la gran tarea. Y en la medida en que los diversos actores converjan y se articulen, seguramente van a descubrir un ethos común, o varios elementos que les permitan construir un ethos común


LA TRAMPA DE LAS ENCUESTAS


Entrevista a sociólogo Guillermo Cumsille Garib:

Por Pedro Armendariz



Empresas y partidos, políticos profesionales, militares y policías, iglesias y medios de difusión, ministerios, agencias gubernamentales y universidades, entre otros, antes de dar un paso o diseñar una estrategia política, de negocios, difusión o defensa, encargan una encuesta para saber qué están pensando y sintiendo los potencialmente afectados o influenciables.
También vemos con frecuencia que las encuestas son el medio utilizado para instalar y promocionar candidatas y candidatos presidenciales, o sostener una determinada posición política o legislativa en temas como la delincuencia, el consumo de drogas, el retorno de Bolivia al Océano Pacífico, la píldora del día después o el aborto.
Ante la avalancha de encuestas políticas en el país, conversamos con Guillermo Cumsille, profesor de la Cátedra de Opinión Pública de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Chile, e integrante de la Consultora Demoscópica.

Pregunta: ¿Cómo interpreta usted la presencia de las encuestas en el acontecer político chileno?

En la vida política del país las encuestas están teniendo un protagonismo que no merecen. Los políticos están demasiado pendientes de ellas. Eso, a mi juicio, significa renunciar al rol del político, al liderato que tiene que ejercer. Están adecuando sus principios, convicciones, ideales y proyectos a lo que digan las encuestas. Además, no diferencian entre encuestas de buena y mala calidad, y se ven obligados a comentarlas todas.

P: ¿Este protagonismo de las encuestas es un fenómeno particular chileno?

No. En Irán, ante las acusaciones de fraude electoral, uno de los argumentos de los denunciantes es que de diez encuestas realizadas previamente a la elección, siete daban ganador al opositor Musavi.
Sin embargo, en un congreso de especialistas y profesionales en la materia recientemente celebrado en Lima, aprecié que en el mundo las encuestas, en general, se hacen de otra manera que en Chile, y bastante más serias. Pero también me dijeron que en esos países hay lo que yo en Chile llamo las encuestitas.

P: ¿Cuál ha sido la evolución de las encuestas políticas y político-electorales en Chile?

El año 1958, en la Universidad de Chile, comenzaron las encuestas políticas con el profesor Eduardo Hamuy en el Instituto de Sociología, donde trabajé con él. Eran encuestas rigurosas en todo lo que tiene que ver con la muestra, su tamaño, la elección de la persona entrevistada. Había que ir una segunda y tercera vez si la persona no se encontraba en el hogar al visitarla.
Con la dictadura se prohíben las encuestas políticas. Más tarde, cuando empiezan a autorizarlas, aparecen las empresas de estudio de mercado que habían nacido después del golpe, que necesitan hacerse un nombre. Muchas de ellas, igual que hoy día, hacen una encuestita telefónica de 400 casos que les cuesta dos chauchas, y los diarios ávidos de información las publican, logrando el objetivo de estar en la prensa, generar opinión y posicionarse ante sus clientes con un aire de prestigio. Yo creo que eso es un poco lo que ha pasado.
Es importante destacar que hoy, con recursos tecnológicos muy superiores a los existentes antes del golpe, la calidad de las encuestas ha decaído.

Nuevas formas de manipulación

P: ¿Hay manipulación de las encuestas por parte de agentes políticos en Chile?

Con esto hay que ser muy cuidadoso. Yo no creo que hoy nadie haga lo que hizo la dictadura el año 1988, cuando encargó antes del plebiscito una encuesta que dio ganador al No por dos puntos, y, al parecer por intermedio de un subsecretario de nombre Orlando Poblete, los resultados fueron cambiados y mandaron a publicar a El Mercurio la información con el Sí ganador con el 52 por ciento de los votos.
La manipulación hoy yo creo que va por otro lado. Por ejemplo, eligiendo intencionalmente algunas muestras. El año 2005, por ejemplo, la empresa Gémines, antes de la segunda vuelta de la elección presidencial decide hacer una encuesta y elige las regiones de Valparaíso y la Araucanía, donde sabían que ganaba Piñera. Publicaron la encuesta dándola como válida para todo el país. Se dieron un gustito. Luego en la elección Piñera ganó en Valparaíso y la Araucanía pero perdió en todas las demás regiones. Esto, además de manipulación, es una tontera. No hay ninguna evidencia empírica a nivel internacional que señale que la imagen de triunfo es un factor que ayude de manera decisiva a que la gente vuelque su voto hacia el candidato que aparece triunfador.
Otra manipulación es a través de la redacción de preguntas que direccionan la respuesta en un determinado sentido. Este no es un pecado de organismos vinculados sólo a cierto sector político. En Lima, nosotros señalamos que una encuesta del Centro de Estudios Públicos del año 2005 contenía, al menos, una pregunta francamente tendenciosa que decía: ¿Está usted de acuerdo o no en que la corrupción penetra en la administración pública debido a que los cargos se llenan por cuoteo político y no por méritos? Con esta manera de preguntar, no tenemos cómo saber cuántos de los que respondieron estar de acuerdo piensan que la corrupción se debe también a otros factores, que pueden ser incluso más importantes para ellos que la manera de llenar los cargos.
Desde el lado de la Concertación, un ejemplo de manipulación lo proporciona la Fundación Chile 21 en una encuesta del año 2002, que mide el grado de acuerdo con el gobierno de Lagos según se apruebe o no la siguiente afirmación: “El pago solidario del seguro maternal termina con la injusticia que el Estado le pague los subsidios maternales a las mujeres con mejor situación socioeconómica”. Nadie está en desacuerdo con terminar con una injusticia.

P: ¿Qué ha pasado en la sociedad y la política chilena para que las encuestas hayan llegado a ser tan protagónicas?

Son varias cosas. Yo creo que en el proceso que ha vivido la sociedad chilena bajo las huellas que dejó la dictadura, hay aspectos fundamentales que de alguna manera permanecieron y se acentuaron con la recuperación de la democracia, entre ellos el giro brutal hacia el individualismo. Hoy día la mayoría de la gente esta convencida de que lo que pase en su vida depende exclusivamente de lo que cada uno sea capaz de hacer. Y cuando las personas llegan a esa convicción, dejan de tener referentes en otros lados. Deja de importarles quien gane o pierda una elección. Recién ahora, con las medidas de protección social del gobierno, se está viendo un poco que lo que pase en la política genera cambios que llegan a las personas.
Antes del golpe, en contraposición con lo actual, eran proyectos políticos de cambios profundos de la sociedad, y esos proyectos de cambio llegaban a cada uno. En 1970 no daba lo mismo que ganara Allende o Alessandri. Hoy todos quieren acercarse al centro y al final las posiciones terminan diluyéndose.
Hoy los dos candidatos principales aparecen diciendo que van a mantener las políticas de protección social del actual gobierno. Esto lleva a mirar la política de otra manera. En ella lo importante es la persona del candidato, su atractivo, más que las ideas que tenga, o la posibilidad de convocar tras un proyecto de cambio que motive. Al resaltar e imponerse en el juego político la persona del candidato, crece la importancia del marketing político, y de ahí el protagonismo de las encuestas.

A lomo de las encuestas

P: Lo importante hoy es aparecer en las encuestas. ¿Cómo se logra eso, quiénes instalan a los candidatos o potenciales candidatos en una encuesta?

(Sonora carcajada, la única durante la entrevista). Bueno, es lo que reclama Zaldívar cuando dice que los medios lo ningunean o no lo incluyen en las listas al hacer las encuestas.
Para ser bien claros, si uno quiere hacer una encuesta de intención de voto de manera seria, aparte de cumplir con los requisitos metodológicos (tamaño muestral adecuado, cobertura, márgenes de error, etc.), hay otra cuestión clave: ese tipo de preguntas sólo se pueden hacer cuando estén los candidatos inscritos para la elección. Todo lo que haya antes expresa tendencias, preferencias de la población por uno u otro candidato, pero sus resultados no pueden asimilarse al concepto duro de intención de voto.

P: ¿Cómo interpreta usted la irrupción de Marco Enríquez Ominami en la campaña electoral?

No tengo una opinión clara sobre lo que esta pasando con él. He leído y escuchado tantas interpretaciones tan distintas. Ahora, lo que no se puede negar es que él representa una cuestión distinta, porque, querámoslo o no, los candidatos tradicionales, incluyo a Frei, Piñera, Arrate, Navarro y Zaldívar, pertenecen a lo que podríamos llamar un establishment político, de oposición o gobierno, da lo mismo. Enríquez está fuera de eso, o él intenta aparecer como que está fuera, y eso es lo que le da atractivo y genera alguna simpatía en gente que dice que no quiere “más de lo mismo”.

P: ¿Cree usted que ha sido inflado por El Mercurio y La Tercera?

Hay un interés evidente de la derecha en promocionarlo. No creo que sea un producto de la derecha, y no puedo decir que él esté coludido en eso. Lo que sí digo es que es evidente que a la derecha le conviene mucho más una segunda vuelta entre Enríquez y Piñera.

Organismo regulador autónomo

P: ¿Cree usted que hay que legislar sobre las encuestas, en particular sobre la oportunidad de la difusión de sus resultados?

En Chile no hay legislación. Pero la verdad es que más que regular, impedir o fijar fechas en la cual se pueden o no publicar encuestas, a nosotros la regulación que nos importa es la que podría existir gracias a un organismo formado por los propios ejecutivos de las empresas, agencias o lo que sea que se dediquen a las encuestas. De forma tal que se comprometieran a respetar ciertas cuestiones mínimas para garantizar una solvencia mínima de las encuestas.
Un organismo como el que se intenta en los años 1996 al 2000 con la Asociación Chilena de Opinión Pública. Lamentablemente los socios la dejaron morir, torpemente a mi juicio. Un organismo que pudiera validar las encuestas según su calidad técnica y el cumplimiento de ciertos estándares éticos también, por cierto.

P: ¿Por qué se disuelve la Asociación Chilena de Opinión Pública?
Quisieron matarla, no les gustaba precisamente por esto: de existir hoy día y ser miembros de ella, estos organismos o empresas que publican encuestitas, no lo podrían hacer a menos que violasen los códigos de la asociación de la cual ellos serían miembros.

Pluralismo mediático

P: Al protagonismo anacrónico de las encuestas, se suma la concentración de medios de prensa escrita en manos de la derecha. ¿Qué le parece este hecho?

La fuerte concentración de medios implica varias cosas, pero no impide que se publiquen encuestas con resultados favorables a posiciones que no son de derecha. Pasan cosas muy curiosas. Por ejemplo, que El Mercurio editorialice sobre la debilidad de las encuestas telefónicas descalificándolas, como lo hizo a principios de junio, y al mismo tiempo una vez al mes publique la encuesta El Mercurio-Opina, que es una encuesta telefónica. Uno se pregunta cuál es la posición real de ese diario.
El Mercurio y otros medios toman los resultados de una encuesta y los publican, independientemente de su calidad. Informan poco o nada de la ficha técnica, de manera que el lector que quiere interiorizarse para evaluar su calidad no tiene cómo saber si una encuesta es o no seria.
Muchas veces publican sólo resultados, sin decir una palabra sobre cuántas personas fueron entrevistadas, si fue telefónica o presencial, mucho menos si tuvo cobertura nacional o no. Y luego, al margen de la calidad, se hace una manipulación de los resultados en los titulares y las bajadas de las informaciones.
Un ejemplo es el caso de El Mercurio cuando, a propósito de una encuesta sobre el cambio del sistema electoral binominal, destacó el rechazo mayoritario de la población al posible aumento del número de diputados, y tomó eso como si existiera una posición contraria a cambiar el sistema electoral binominal.

P: ¿Qué le parece que los grandes medios de difusión elaboren y publiquen sus propias encuestas?

La abundancia de información es consubstancial a la democracia. Pero a esta democracia, además de abundancia de información le hace falta mayor pluralismo en los medios. Se culpa al mercado, pero un diario no se sustenta por lo que vende, sino por la publicidad que recibe. Los grandes avisadores en Chile saben dónde publicar.
La concentración en la propiedad de la prensa escrita en el país, inevitablemente tiene como consecuencia una marcada asimetría en el proceso informativo hacia los ciudadanos, y afecta el derecho a la libertad de informarse. Es necesario democratizar aún más el proceso informativo, y contar con reglas claras en lo referente a la propaganda electoral, que, si bien es cierto actualmente está algo más regulada a través del gasto, no muestra signos de democratización desde la perspectiva de los medios de comunicación.


ENCUENTRO CON LA SABIDURIA MAPUCHE


TEEsexto escrito por LEONARDO BOFF:

Escrito por Leonardo Boff

Dos miradas contradictorias con respecto a la Tierra se enfrentan hoy día. Una la ve como un gran objeto, desprovisto de espíritu, a disposición del ser humano, que puede disponer de sus recursos a su buen entender. Esta mirada permitió el proyecto científico-técnico de conquista y dominación de la Tierra, que está en la base del actual calentamiento planetario. La otra, la considera como un superorganismo vivo, la Gaia de los modernos, o la Pachamama de los pueblos originarios andinos. Gaia se autorregula y articula todos sus componentes de forma que es la permanente productora y reproductora de todo tipo de vida.
Esta segunda mirada fue predominante en la historia de la humanidad y fue la responsable del equilibrio que se estableció entre la satisfacción de las necesidades humanas y el mantenimiento del capital natural en su integridad y vitalidad. Hoy crece la conciencia de que la primera mirada –la de la dominación y la devastación– necesita ser limitada y superada, pues de lo contrario puede provocar un inmenso desastre en el sistema vida. La Tierra, sin duda, continuará, pero tal vez sin nuestra presencia. De ahí la urgencia de reconsiderar a los portadores de la segunda mirada —la de la Tierra como Gran Madre y Casa Común—pues ellos son portadores de una sabiduría que nos falta, y de formas de relación con la naturaleza que nos pueden salvar. Nos encontramos así con los pueblos originarios, los indígenas, que, según datos de la ONU, son más de cien millones en todo el mundo, distribuidos por casi todos los países, como los sami (esquimales) en el extremo norte, o los mapuche en el extremo sur.
A principios de septiembre de este año pude conversar largamente con los mapuche que viven en la Patagonia argentina y chilena. Son muchos; solamente en el sur de Chile hay más de quinientos mil. Viven en estas regiones andinas desde hace cerca de 15 000 años. Resistieron a todas las conquistas. Casi fueron exterminados en la parte argentina por el feroz general Roca, y en el lado chileno son muy discriminados. A los que hoy ocupan tierras que eran suyas se les aplican las leyes contra terroristas de la constitución de Pinochet.
Hablando con sus líderes (lonko) y sabios (machis), pronto salta a la vista la extraordinaria cosmología que han elaborado. Todo está pensado en términos de cuatro. Según C.G. Jung, el número cuatro constituye uno de los arquetipos centrales de la totalidad. Se sienten tan vinculados a la Tierra que se llaman «mapu-che»: seres (che) que son uno con la Tierra (mapu). Por eso se sienten agua, piedra, flor, montañas, insectos, sol, luna, todos hermanados entre sí. Aprendieron a descodificar y comprender el idioma de la Madre Tierra (Ñeku Mapu): el soplo del viento, el piar del pájaro, el susurro de las hojas, los movimientos de las aguas y principalmente los estados del sol y de la luna. De todo saben sacar lecciones. Su mayor ideal es vivir y alimentar una profunda armonía con todos los elementos, con las energías positivas y negativas, con el cielo y con la tierra. Se sienten los cuidadores de la naturaleza. La comunidad sube al monte más alto y toda la tierra que avista hasta encontrarse con el cielo le es asignada para cuidarla. Se sienten perturbados cuando otros no mapuche penetran en esas tierras para introducir cultivos, pues entienden que así se vuelve más difícil cumplir su misión de cuidar.
Desarrollaron sofisticados métodos de curación. Toda enfermedad representa una quiebra del equilibrio con las energías de la Tierra y del universo. La curación implica reconstruir el equilibrio de suerte que el enfermo se sienta nuevamente insertado en el todo. Los mapuche se enorgullecen de sus conocimientos. No aceptan que sean considerados folklore, ni visión ancestral. Insten en que es un saber tan serio e importante como nuestro saber científico-técnico, sólo que diferente. En la búsqueda de regeneración de la Tierra, los mapuche pueden inspirarnos.

¿NACIONALISMO?: NO, GRACIAS


Pregunta ¿Qué es lo que viene cuando el nacionalismo se va?


Respuesta de Jiddu Krishnamurti:

La inteligencia, evidentemente. Pero temo que eso no sea lo que esta pregunta implica. Lo que ella implica es esto: ¿qué es lo que puede substituir al nacionalismo? Ninguna substitución es acto que traiga inteligencia. Si abandono una religión y me adhiero a otra, o dejo un partido político para ingresar más tarde en alguna otra cosa, esta constante substitución indica un estado en el que no hay inteligencia.
¿Cómo nos libramos del nacionalismo? Sólo comprendiendo plenamente lo que él implica, examinándolo, captando su significación en la acción externa e interna. En lo externo, él causa divisiones entre los hombres, clasificaciones, guerras y destrucción, lo cual es obvio para cualquiera que sea observador. En el fuero íntimo, psicológicamente, esta identificación con lo más grande, con la patria, con una idea, es evidentemente una forma de autoexpansión. Viviendo en una pequeña aldea, o en una gran ciudad, o donde sea, yo no soy nadie; pero si me identifico con lo más grande, con el país, si me llamo a mí mismo hindú, ello halaga mi vanidad, me brinda satisfacción, prestigio, una sensación de bienestar; y esa identificación con lo más grande, que es una necesidad psicológica para los que sienten que la expansión del "yo" es esencial, engendra asimismo conflicto, lucha entre los hombres. De suerte que el nacionalismo no sólo causa conflictos externos, sino frustraciones íntimas; y cuando uno comprende el nacionalismo, todo el proceso del nacionalismo, éste se desvanece. La comprensión del nacionalismo llega mediante la inteligencia. Es decir, observando cuidadosamente, penetrando el proceso integro del nacionalismo, del patriotismo, surge de ese examen la inteligencia; y entonces no se produce la substitución del nacionalismo por alguna otra cosa. En el momento en que reemplazáis el nacionalismo por la religión, la religión se convierte en otro medio de autoexpansión, en una fuente más de ansiedad psicológica, en un medio de alimentarse uno mismo con una creencia. Por lo tanto, cualquier forma de substitución, por noble que sea, es una forma de ignorancia. Es como alguien que substituyera el fumar por la goma de mascar o el fruto del betel. En cambio, si uno comprende realmente, y en su totalidad, el problema del fumar, de los hábitos, sensaciones, de las exigencias psicológicas y todo lo demás, el vicio de fumar desaparece. Sólo podéis comprender cuando hay un desarrollo de la inteligencia, cuando la inteligencia funciona; y la inteligencia no funciona cuando hay substitución. La substitución es simplemente una forma de autosoborno, de incitaros a que no hagáis esto pero sí hagáis aquello. El nacionalismo ‑con su veneno, sus miserias y la lucha mundial que acarrea- sólo desaparece cuando hay inteligencia, y la inteligencia no surge por el mero hecho de pasar exámenes y estudiar libros. La inteligencia surge cuando comprendemos los problemas a medida que se presentan. Cuando hay comprensión del problema en sus diferentes niveles ‑no sólo en la parte externa sino de lo que él implica en su aspecto interno, psicológico-, entonces, en ese proceso, la inteligencia se manifiesta. Cuando hay, pues, inteligencia, no hay substitución; y cuando hay inteligencia desaparece el nacionalismo, el patriotismo, que es una forma de estupidez.

“ BOLIVIA TIENE QUE VOLVER AL MAR"


Entrevista al historiador y diplomático Óscar Pinochet de la Barra:

Por Pedro Armendariz
En el marco de los últimos acontecimientos, las páginas del libro “Chile y Bolivia: ¡Hasta cuándo!”, del profesor Pinochet de la Barra constituyen un auténtico clamor en el desierto. El autor, quien fuera entre los años 1991 y 2003 director del Instituto Antártico Chileno, no ha dejado en su vida de mirar también hacia el norte del país.

Han pasado cien años desde que se firmara el Tratado de Paz y Amistad de 1904 entre Chile y Bolivia y la fractura que separa a ambos países desde el fin de la Guerra del Pacífico sigue dificultando e irritando la convivencia.

“El Tratado de 1904”, dice Pinochet de la Barra, “nos dio paz y no nos ha dado una amistad franca, porque hay recelos entre los dos países, siempre. E incluso trascienden los recelos a través de un siglo, lo que es un absurdo completo. Mire usted, ¿cómo es posible que se le quite por Bolivia el voto a Insulza en la OEA porque está pendiente la cosa marítima?”.

Pregunta: -Pero hay quienes afirman que el Tratado de 1904, mediante el cual Bolivia expresamente renuncia a su litoral entre el río Loa y la bahía de Mejillones a favor de Chile, no se puede tocar.

Respuesta Oscar Pinochet de la Barra: Efectivamente, el Tratado de 1904, según interpretación que se le da muchas veces en Chile, es un tratado intangible. Mire la palabra rimbombante: “intangible”. Los tratados, ¡todos pueden cambiarse! -no sólo los de límites- si hay acuerdo para cambiarlos, no unilateralmente.
Es muy importante darse cuenta de que el Tratado de 1904 pretende terminar con un conflicto de una forma totalmente exagerada. ¿Qué había ocurrido entre los dos países que se trataba de arreglar? ¿Era un asunto terrible lo que lleva a la guerra en 1879, o era un aumento del Gobierno boliviano de diez centavos al impuesto por el quintal de salitre exportado desde territorio de Bolivia, explotado por chilenos? ¿Merece algo que era un problema menor, que podía entregarse en arbitraje a un tercer país, merece esa falta privar a un país totalmente de su mar?

P: -La renuncia de Bolivia a su litoral obedece a su condición de vencido.

R: -Claro, pero me parece que hubo, por llamarle de alguna manera, ingenuidad el año 1904 por parte de los negociadores bolivianos y chilenos. Los bolivianos no se dieron cuenta de lo tremendo que iba a ser aquel tratado para un país que tenía derecho al mar reconocido hasta entonces por Chile. Y los chilenos no se dieron cuenta de que no podía ser una solución definitiva el dejar al vencido en el suelo.

P: -En 1895 se pactó entre Chile y Bolivia la posibilidad de entregar a este último Tacna y Arica, según cuál fuese el resultado del previsto plebiscito que nunca se realizó sobre el destino de estas provincias. En 1904 no se menciona tal posibilidad de transferencia de territorios.

R: -La entrega de Tacna y Arica a Bolivia por parte de Chile no es planteada por el Tratado de 1904, y no queda constancia de eso, pero era un acuerdo entre los negociadores. Y así convencieron también a Bolivia de que aceptara perder todo su mar, casi trescientos kilómetros de costa. Porque no se podía cortar el territorio chileno a la altura de Mejillones o Antofagasta, y había efectivamente la posibilidad de darle a Bolivia Arica y Tacna, ocupadas por Chile y que se estaban negociando con el Perú.
No quedó en el Tratado de 1904, desgraciadamente. No hay duda de que hubo dejación de Bolivia para exigir eso, y no hubo ninguna inquietud chilena por cumplir una cosa que era lógica y natural: trasladar entonces al norte la salida al mar de Bolivia, entre los otros dos países, Chile y Perú.

P: -Algo que había apoyado en 1879 el ministro de Relaciones Exteriores y luego Presidente de la República, Domingo Santa María.

R: -Domingo Santa María y otros personajes destacados de esa época ponen el dedo en una verdad que los chilenos no han querido aceptar: es imposible, impensable, creer que Bolivia puede subsistir sin una salida al mar. Para la paz entre los dos países, para el progreso de Bolivia. Lo reiteran, incluso, cuando el gobierno no está de acuerdo. Hubo una “política boliviana”, como se la conoció, y como siempre ha pasado con Bolivia, curiosamente, en el momento final, al redactar el acuerdo, quedamos en nada.

P: -¿Por qué lo encuentra usted curioso?

R: -Es curioso porque este es un problema, como todos sabemos, más que de derecho internacional, un problema en el cual está muy presente el sentimiento, la pasión, el nacionalismo, elementos que distorsionan los arreglos. Y eso viene por los dos lados. Una guerra trae complejos para el vencedor y para el perdedor.

EL POLO TRINACIONAL

P: -¿Cuáles serían los complejos de Chile?

R: -No hay duda de que Chile ha quedado con el complejo del vencedor, el temor a que algún día sea atacado por quienes quieren tomar la revancha.
Chile es un país que actúa muchas veces como acomplejado en el asunto de Bolivia, porque siempre está a la defensiva. ¿Ha visto usted, sino excepcionalmente, una política positiva de Chile respecto al problema de Bolivia? Muchas veces han sido ensayos, pero no algo bien estudiado. ¿Ha visto usted, por ejemplo, a la diplomacia chilena en Bolivia ser diferente de la diplomacia chilena en Turquía? Son, más o menos, los mismos funcionarios que se turnan, que pasan de un país a otro.
Yo creo que la diplomacia chileno-boliviana es en estos momentos lo más importante que tiene Chile en materia diplomática. Hay que darle un sitio y una dedicación especial.
Y aquí llegamos a una cosa muy importante: ¿hay que acabar con el Tratado de 1904? Creo que no. Es un tratado que debe modernizarse, complementarse. Por lo menos nos dio la paz durante cien años, pero no nos dio la amistad ni una solución final. Hay que darle un enclave, una salida al mar a Bolivia, un elemento integrador.

P: -¿Por qué propone usted un enclave y no un corredor?

R: -Prefiero hablar más de un enclave que de un corredor, porque un corredor tiene un enemigo inmediato, que es Perú, que quiere mantener su límite directo con Chile en esa parte. En tanto que un enclave cumple las mismas funciones, no tiene importancia que para llegar a él haya que recorrer un camino boliviano que no se rompe desde La Paz.
Ahora bien, pienso lo siguiente: no se puede considerar un enclave, en una pequeña parte o territorio de la provincia de Arica, que sólo tuviese un carácter simbólico, y que no le serviría para nada a Bolivia, y que no entusiasmaría a los bolivianos. Pero si usted, ese mismo enclave, de no sé cuántos kilómetros cuadrados, lo hace formando parte de un proyecto más grande, de la configuración de un polo de desarrollo trinacional económico, social, cultural, es distinto.
Si es simbólico, no vale. En Chile hay mucha gente muy importante que piensa en la necesidad de otorgar una salida soberana al Pacífico, e impulsar una integración con Bolivia. Pero como es un tema tabú, capaz que los llamen antipatriotas. Yo no tengo ningún temor en ese sentido, porque trato de darle a cada uno lo que es suyo.
Habría que destruir ciertas falsas afirmaciones para que la gente no crea que le estamos regalando algo a Bolivia. No estamos regalando nada. Pero también hay que decirle a Bolivia: “Señores, ha pasado un siglo y no podemos ni pensar en desarmar toda la geografía chilena y entregarles a ustedes una salida por Antofagasta y cortar en dos el territorio chileno".

MENTIRAS HISTÓRICAS

P: -¿Qué papel juega la opinión pública ante este complejo y centenario problema con Bolivia?

R: -Las posiciones de Chile y Bolivia no sólo son diferentes, sino que son encontradas. En cierto modo, las opiniones públicas de los dos países están demasiado embarcadas en cierta posición. Bolivia con lo que quiere y Chile con lo que niega. Tanto se ha hablado de que hay que comenzar por crear una opinión pública desde el colegio, alterando afirmaciones. Hay tanta afirmación falsa sobre esto. Por el lado chileno, podemos nombrar algunas para los colegiales y la opinión pública en general, que suele decir: “No estamos dispuestos a regalarle un trozo chileno de mar a un país que nunca tuvo mar, o un trozo chileno de tierra a quien lo perdió en la guerra”. En fin, todas esas cosas. Y no se dan cuenta que, por ignorancia que empieza en los colegios, cuando se afirma que Bolivia nunca tuvo mar se está diciendo una falsedad absoluta: si Chile reconoció esa posesión por dos tratados, el de 1866 y el de 1874. ¿Cuándo se ha hablado de que Chile tenía cuatro consulados en cuatro puertos bolivianos, Tocopilla, Mejillones, Cobija y Antofagasta? No se tiene cónsul en el territorio de uno, sino en territorio extranjero.
Enseguida, ¿cuándo se ha hablado de la importancia de las afirmaciones de Bernardo O’Higgins? La famosa carta de 1831, en que dice que Chile se extiende desde la bahía de Mejillones, en el Pacífico, hasta Nueva Shetland del Sur. Porque en ese momento, 1831, O’Higgins, por una parte, y Bolívar, por otra, tenían claro que la Audiencia de Charcas llegaba al mar y tenía su propio mar. Por eso, Bolívar y Sucre crean Cobija, en territorio boliviano. Por eso, Bernardo O’Higgins, que había estado en Lima, habla de que ese litoral es boliviano.

P: -¿No le desconcierta ver en tantos chilenos una actitud de indiferencia, cuando no de franco desprecio, hacia nuestros vecinos en el norte?

R: -Aquí hay algo de soberbia por parte de Chile. Hay tradicionalmente una base de soberbia y de incomprensión, y, en ciento modo, en algunas capas sociales y para ciertos efectos, de mirar en menos. Y nosotros, “que somos importantes”, no podemos ceder nada.

LA CABAÑA

(Texto del escritor valenciano Manuel Vicent)


Dijo Pascal que todo lo malo que le había ocurrido en la vida se debía a haber salido de su habitación. Se trata de un pensamiento muy certero, porque, bien mirado, todos los problemas que uno arrastra a lo largo de los años se derivan del hecho de haber abandonado aquella cabaña que un día montó en el jardín cuando era niño. El mito de la cabaña sigue teniendo hoy una fuerza extraordinaria. No hay escritor, artista famoso, político, hombre de negocios o banquero sacudido por el estrés que no sueñe con retirarse durante un tiempo a vivir en una cabaña lejos del mundo. Existen cabañas de muchas clases, según el subconsciente de cada uno; las hay de indio apache, de pastor, de leñador del bosque, de pescador escandinavo, de expedicionario perdido en el desierto, de náufrago en una isla de los mares del sur. Otras adoptan la forma de castillo medieval, con almena o sin almena, recias e inexpugnables. En todos los parques públicos y en los jardines de infancia se montan cabañas para que los niños jueguen a esconderse o a protegerse de unos enemigos imaginarios. Algunas son muy lujosas, pero ninguna se parece a aquella tan maravillosa y rudimentaria que construimos, cuando éramos niños, con cuatro palitroques y una empalizada de cañas en el desván, en el patio o entre las ramas de un árbol. La seguridad que nos daba aquella cabaña se perdió junto con nuestra inocencia. Un día dejamos de jugar. A partir de ese momento quedamos desguarecidos, solos en la intemperie, lejos del mundo de los sueños, frente a unos enemigos reales. Es evidente que estamos rodeados de basura por todas partes. A cualquier hora del día nunca deja uno de ser agredido por la sucia realidad, por un acto de barbarie o de fanatismo. Pero existen seres privilegiados, que son capaces todavía de montar a cualquier edad aquella cabaña de la niñez en el interior de su espíritu para hacerse imbatibles dentro de ella frente a la adversidad. Si uno la mantiene limpia es como si estuviera limpio todo el universo; si en su interior suena Bach la música invadirá también todas las esferas celestes. Este reducto está al alcance de cualquiera. Basta imaginar que es aquella cabaña en la que de niños nos sentíamos tan fuertes.

miércoles, 5 de agosto de 2009

MANO DURA AL NORTE Y AL SUR


Por Pedro Armendariz

La derecha pide mano dura en el sur y quiere explicaciones del ministro del Interior por lo obrado en territorio mapuche. Piñera, torpemente se suma al baile y declara que lo que no hay ahí es estado de derecho, y clama por imponer la ley de defensa de la propiedad de tierras usurpadas, y a todo lo demás palos, o balas, porque sabemos que ha habido balas de Carabineros y muertos mapuche.


Torpemente, porque un candidato presidencial que se limita a clamar por la intervención del séptimo de caballería en un tema de suyo complejo, con grandes dificultades para encontrar soluciones verdaderas, y por lo tanto duraderas, se está auto descalificando en su capacidad para ejercer el cargo al que ilusamente aspira.

El Mercurio, como siempre, ladra desde sus páginas pidiendo represión y el fin de políticas de entendimiento y reparación al daño infringido a comunidades mapuche. Lo mismo hace su émulo, La Tercera.

Con mercurios y terceras a lo largo de todo Chile, en todas las esquinas, no hay un llamado a la razón, o un llamado a la libertad, como canta Congreso, sino un llamado al miedo, a estigmatizar, a instalar la imagen definitiva de que en territorio mapuche hay unos revoltosos a los que hay que poner entre rejas para que se acabe el problema, dejando establecido que el asunto es de carácter policial y no político.

El tema fundamental evidentemente es la existencia de las comunidades mapuche, y no sólo su existencia o sobrevivencia, sino la necesidad de hacer realidad lo que los pueblos ancestrales de América llaman el buen vivir. Es lo que la sociedad chilena tiene la obligación de facilitar y procurar a la brevedad al Pueblo Mapuche, para bien de todos.

Se necesitan comunidades mapuche no sólo para hacer respetar derechos ancestrales pisoteados por el afán adquisitivo y de codicia muchas veces, o mediante las armas del estado. Ante la fragmentación en que se encuentran hoy personas y sociedades en el mundo entero, el deseo y la voluntad de vivir o seguir viviendo en comunidad que tienen pueblos antiguos, vale oro, más que el oro del Perú, como dice otra canción.

Y, a propósito de Perú, vergüenza da ver a funcionarios que tienen la palabra en su poder y le hacen un daño inconmensurable a Chile y a los pueblos hermanos de América del Sur.

Ejemplo de lo anterior son las actuaciones de dos diputados, uno de la UDI y otro del PPD, Iván Moreira y Jorge Tarud, miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara, a los que jamás hemos escuchado, en su condición de voceros, una sola palabra a favor de la unión e integración, hermandad y paz entre nuestros países.

El diputado Moreira, sí se pasó esta vez de la raya. No se limitó, como de costumbre, a pedir al gobierno que proteste por algún motivo puntual ante su par limeño. El domingo pasado, haciendo gala de machismo y ausencia de amor fraterno propio de una jornada dominical, llamó al gobierno, no se atrevió a hacerlo a la propia presidenta, "a ponerse los pantalones ante los peruanos".

Peruanos en general. Moreira no llamó a protestar ante el gobierno del Perú. No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta que Moreira, cuando llama a actuar ante los peruanos en general, está aludiendo a los inmigrantes peruanos en Chile. Xenófobo, está alimentando desde su condición de diputado y miembro de la citada comisión a la xenofobia contra los inmigrantes, en una clara conducta delictiva.

Si me imbuyera del estado de ánimo, sentimientos e ideas del protegido del tirano, que eso es ante todo Moreira, tendría que declarar la guerra a mis amables vecinos peruanos aquí en el barrio Yungay, donde vivo.

Como integrantes de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Iván Moreira y Jorge Tarud me imagino que tienen la obligación de trabajar a favor de la integración de los inmigrantes peruanos en Chile, reconociendo su presencia como un valor que abre la posibilidad en pequeño de impulsar desde ya la impostergable profundización de la amistad e integración entre nuestros países y pueblos.

De fondo tenemos entre nosotros la carrera armamentista, que en rigor a la verdad ha existido siempre, y que a mayor o menor velocidad han practicado cada uno nuestros países desde que para desgracia compartida se constituyeron en estados-naciones, acontecimiento nefasto que como verdaderos estúpidos nos aprestamos a celebrar individualmente por todo lo alto.

Lo que podríamos hacer, aprovechando la ocasión de los cumpleaños, es cuestionar a fondo lo que hemos hecho y estamos haciendo, y rectificar profundamente, partiendo por poner fin a la compra de armas, que es además el camino más corto para terminar con la corrupción secundaria del pago de coimas a delincuentes carroñeros.