jueves, 20 de agosto de 2009

“ BOLIVIA TIENE QUE VOLVER AL MAR"


Entrevista al historiador y diplomático Óscar Pinochet de la Barra:

Por Pedro Armendariz
En el marco de los últimos acontecimientos, las páginas del libro “Chile y Bolivia: ¡Hasta cuándo!”, del profesor Pinochet de la Barra constituyen un auténtico clamor en el desierto. El autor, quien fuera entre los años 1991 y 2003 director del Instituto Antártico Chileno, no ha dejado en su vida de mirar también hacia el norte del país.

Han pasado cien años desde que se firmara el Tratado de Paz y Amistad de 1904 entre Chile y Bolivia y la fractura que separa a ambos países desde el fin de la Guerra del Pacífico sigue dificultando e irritando la convivencia.

“El Tratado de 1904”, dice Pinochet de la Barra, “nos dio paz y no nos ha dado una amistad franca, porque hay recelos entre los dos países, siempre. E incluso trascienden los recelos a través de un siglo, lo que es un absurdo completo. Mire usted, ¿cómo es posible que se le quite por Bolivia el voto a Insulza en la OEA porque está pendiente la cosa marítima?”.

Pregunta: -Pero hay quienes afirman que el Tratado de 1904, mediante el cual Bolivia expresamente renuncia a su litoral entre el río Loa y la bahía de Mejillones a favor de Chile, no se puede tocar.

Respuesta Oscar Pinochet de la Barra: Efectivamente, el Tratado de 1904, según interpretación que se le da muchas veces en Chile, es un tratado intangible. Mire la palabra rimbombante: “intangible”. Los tratados, ¡todos pueden cambiarse! -no sólo los de límites- si hay acuerdo para cambiarlos, no unilateralmente.
Es muy importante darse cuenta de que el Tratado de 1904 pretende terminar con un conflicto de una forma totalmente exagerada. ¿Qué había ocurrido entre los dos países que se trataba de arreglar? ¿Era un asunto terrible lo que lleva a la guerra en 1879, o era un aumento del Gobierno boliviano de diez centavos al impuesto por el quintal de salitre exportado desde territorio de Bolivia, explotado por chilenos? ¿Merece algo que era un problema menor, que podía entregarse en arbitraje a un tercer país, merece esa falta privar a un país totalmente de su mar?

P: -La renuncia de Bolivia a su litoral obedece a su condición de vencido.

R: -Claro, pero me parece que hubo, por llamarle de alguna manera, ingenuidad el año 1904 por parte de los negociadores bolivianos y chilenos. Los bolivianos no se dieron cuenta de lo tremendo que iba a ser aquel tratado para un país que tenía derecho al mar reconocido hasta entonces por Chile. Y los chilenos no se dieron cuenta de que no podía ser una solución definitiva el dejar al vencido en el suelo.

P: -En 1895 se pactó entre Chile y Bolivia la posibilidad de entregar a este último Tacna y Arica, según cuál fuese el resultado del previsto plebiscito que nunca se realizó sobre el destino de estas provincias. En 1904 no se menciona tal posibilidad de transferencia de territorios.

R: -La entrega de Tacna y Arica a Bolivia por parte de Chile no es planteada por el Tratado de 1904, y no queda constancia de eso, pero era un acuerdo entre los negociadores. Y así convencieron también a Bolivia de que aceptara perder todo su mar, casi trescientos kilómetros de costa. Porque no se podía cortar el territorio chileno a la altura de Mejillones o Antofagasta, y había efectivamente la posibilidad de darle a Bolivia Arica y Tacna, ocupadas por Chile y que se estaban negociando con el Perú.
No quedó en el Tratado de 1904, desgraciadamente. No hay duda de que hubo dejación de Bolivia para exigir eso, y no hubo ninguna inquietud chilena por cumplir una cosa que era lógica y natural: trasladar entonces al norte la salida al mar de Bolivia, entre los otros dos países, Chile y Perú.

P: -Algo que había apoyado en 1879 el ministro de Relaciones Exteriores y luego Presidente de la República, Domingo Santa María.

R: -Domingo Santa María y otros personajes destacados de esa época ponen el dedo en una verdad que los chilenos no han querido aceptar: es imposible, impensable, creer que Bolivia puede subsistir sin una salida al mar. Para la paz entre los dos países, para el progreso de Bolivia. Lo reiteran, incluso, cuando el gobierno no está de acuerdo. Hubo una “política boliviana”, como se la conoció, y como siempre ha pasado con Bolivia, curiosamente, en el momento final, al redactar el acuerdo, quedamos en nada.

P: -¿Por qué lo encuentra usted curioso?

R: -Es curioso porque este es un problema, como todos sabemos, más que de derecho internacional, un problema en el cual está muy presente el sentimiento, la pasión, el nacionalismo, elementos que distorsionan los arreglos. Y eso viene por los dos lados. Una guerra trae complejos para el vencedor y para el perdedor.

EL POLO TRINACIONAL

P: -¿Cuáles serían los complejos de Chile?

R: -No hay duda de que Chile ha quedado con el complejo del vencedor, el temor a que algún día sea atacado por quienes quieren tomar la revancha.
Chile es un país que actúa muchas veces como acomplejado en el asunto de Bolivia, porque siempre está a la defensiva. ¿Ha visto usted, sino excepcionalmente, una política positiva de Chile respecto al problema de Bolivia? Muchas veces han sido ensayos, pero no algo bien estudiado. ¿Ha visto usted, por ejemplo, a la diplomacia chilena en Bolivia ser diferente de la diplomacia chilena en Turquía? Son, más o menos, los mismos funcionarios que se turnan, que pasan de un país a otro.
Yo creo que la diplomacia chileno-boliviana es en estos momentos lo más importante que tiene Chile en materia diplomática. Hay que darle un sitio y una dedicación especial.
Y aquí llegamos a una cosa muy importante: ¿hay que acabar con el Tratado de 1904? Creo que no. Es un tratado que debe modernizarse, complementarse. Por lo menos nos dio la paz durante cien años, pero no nos dio la amistad ni una solución final. Hay que darle un enclave, una salida al mar a Bolivia, un elemento integrador.

P: -¿Por qué propone usted un enclave y no un corredor?

R: -Prefiero hablar más de un enclave que de un corredor, porque un corredor tiene un enemigo inmediato, que es Perú, que quiere mantener su límite directo con Chile en esa parte. En tanto que un enclave cumple las mismas funciones, no tiene importancia que para llegar a él haya que recorrer un camino boliviano que no se rompe desde La Paz.
Ahora bien, pienso lo siguiente: no se puede considerar un enclave, en una pequeña parte o territorio de la provincia de Arica, que sólo tuviese un carácter simbólico, y que no le serviría para nada a Bolivia, y que no entusiasmaría a los bolivianos. Pero si usted, ese mismo enclave, de no sé cuántos kilómetros cuadrados, lo hace formando parte de un proyecto más grande, de la configuración de un polo de desarrollo trinacional económico, social, cultural, es distinto.
Si es simbólico, no vale. En Chile hay mucha gente muy importante que piensa en la necesidad de otorgar una salida soberana al Pacífico, e impulsar una integración con Bolivia. Pero como es un tema tabú, capaz que los llamen antipatriotas. Yo no tengo ningún temor en ese sentido, porque trato de darle a cada uno lo que es suyo.
Habría que destruir ciertas falsas afirmaciones para que la gente no crea que le estamos regalando algo a Bolivia. No estamos regalando nada. Pero también hay que decirle a Bolivia: “Señores, ha pasado un siglo y no podemos ni pensar en desarmar toda la geografía chilena y entregarles a ustedes una salida por Antofagasta y cortar en dos el territorio chileno".

MENTIRAS HISTÓRICAS

P: -¿Qué papel juega la opinión pública ante este complejo y centenario problema con Bolivia?

R: -Las posiciones de Chile y Bolivia no sólo son diferentes, sino que son encontradas. En cierto modo, las opiniones públicas de los dos países están demasiado embarcadas en cierta posición. Bolivia con lo que quiere y Chile con lo que niega. Tanto se ha hablado de que hay que comenzar por crear una opinión pública desde el colegio, alterando afirmaciones. Hay tanta afirmación falsa sobre esto. Por el lado chileno, podemos nombrar algunas para los colegiales y la opinión pública en general, que suele decir: “No estamos dispuestos a regalarle un trozo chileno de mar a un país que nunca tuvo mar, o un trozo chileno de tierra a quien lo perdió en la guerra”. En fin, todas esas cosas. Y no se dan cuenta que, por ignorancia que empieza en los colegios, cuando se afirma que Bolivia nunca tuvo mar se está diciendo una falsedad absoluta: si Chile reconoció esa posesión por dos tratados, el de 1866 y el de 1874. ¿Cuándo se ha hablado de que Chile tenía cuatro consulados en cuatro puertos bolivianos, Tocopilla, Mejillones, Cobija y Antofagasta? No se tiene cónsul en el territorio de uno, sino en territorio extranjero.
Enseguida, ¿cuándo se ha hablado de la importancia de las afirmaciones de Bernardo O’Higgins? La famosa carta de 1831, en que dice que Chile se extiende desde la bahía de Mejillones, en el Pacífico, hasta Nueva Shetland del Sur. Porque en ese momento, 1831, O’Higgins, por una parte, y Bolívar, por otra, tenían claro que la Audiencia de Charcas llegaba al mar y tenía su propio mar. Por eso, Bolívar y Sucre crean Cobija, en territorio boliviano. Por eso, Bernardo O’Higgins, que había estado en Lima, habla de que ese litoral es boliviano.

P: -¿No le desconcierta ver en tantos chilenos una actitud de indiferencia, cuando no de franco desprecio, hacia nuestros vecinos en el norte?

R: -Aquí hay algo de soberbia por parte de Chile. Hay tradicionalmente una base de soberbia y de incomprensión, y, en ciento modo, en algunas capas sociales y para ciertos efectos, de mirar en menos. Y nosotros, “que somos importantes”, no podemos ceder nada.

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