jueves, 17 de abril de 2014

TRANSFIGURACIÓN ENTRE PLAZA YUNGAY Y UNIÓN LATINOAMERICANA



Por Pedro Armendariz

¿A qué estación va?, dice arisco el taxista, con un tono ligeramente agresivo, ante mi inicial vacilación al pronunciar el nombre de la parada del metro. Unión Latinoamericana, le respondo lo antes que puedo, tomando a mano derecha ahí en la esquina, nos vamos por Sotomayor hasta la Alameda.

Dejando atrás la Plaza Yungay le comento al joven conductor lo agradable del nombre Unión Latinoamericana, comparado con el de estación Los Héroes, por ejemplo. No le parece, le pregunto. ¿Y qué le parece a usted?, me responde de inmediato.

Bueno, le digo, vamos pasando por un barrio donde han llegado a vivir peruanos, colombianos, ecuatorianos y de otros lados, y me parece muy bien, y los héroes siempre son un asunto fregado…

Al cruzar la avenida Portales iba yo resaltando que en estos tiempos las migraciones son una realidad con la que había que convivir de buena manera. Mire usted la cantidad de chilenos que han estado o están en tal situación, en un montón de países en el mundo… yo mismo he vivido en el extranjero unos años…le digo.

Durante la dictadura, entre que afirma y pregunta el muchacho. Sí, y antes también…

Entre Huérfanos y Erasmo Escala se produce, inesperadamente, una transformación en mi interlocutor, quien, sin alterar en nada su conducción avezada, me empieza a contar sin preámbulo que tiene una hermana viviendo en Madrid y a un hermano que acaba de aterrizar en Santiago el día anterior, debido al desastre que preside Mariano el mentiroso en el Reino de España.

Al escucharlo me sorprende la contundencia del contenido que venía guardando el joven, relacionado con el tema que traíamos entre manos al menos desde que íbamos por Sotomayor llegando a Compañía, lo mucho que había tardado en soltarlo, pienso que por cautela, muy extendida en estas tierras. En otras partes a los taxistas les gusta tomar la palabra, en Chile, casi siempre, de entrada, optan por callar.

Sin embargo, la sorpresa mayor del trayecto estaba por venir casi al virar en Alameda hacia el poniente. Al ir el joven taxista relatando sus avatares familiares, el acento de su castellano fue cambiando paulatinamente, semejante a una mutación lenta de colores, desde un tono y pronunciamiento chileno de toda la vida, a un ritmo cantadito bien modulado propio de algún lugar de más al norte de Suramérica, que no alcancé a dilucidar ni por el que tuve tiempo de preguntar, dados los pocos metros que restaban para poner pie en la estación Unión Latinoamericana, al llegar a calle Libertad. No había tiempo para más, sólo atiné a agradecer el viaje y desearle mucha suerte por estos pagos al raudo conductor.

jueves, 10 de abril de 2014

EL VIEJO Y LUCRATIVO NEGOCIO DE LA GUERRA Y EL MITO NACIONAL

Por Pedro Armendariz

El diputado Tarud vuelve a dar la nota. Ahora pide que Carlos Ominami sea expulsado del grupo asesor para el caso Bolivia-La Haya, por considerar que el ex ministro y ex senador de la república sería favorable a los intereses de los estados boliviano y peruano.
 
Tarud y compañía quieren el reino del pensamiento único. Chilenos todos, nuestros enemigos son peruanos y bolivianos, y hay que actuar en consecuencia, armándose hasta los dientes, cultivando el nacionalismo, el chauvinismo y la xenofobia.

La desconfianza como sentimiento y actitud básica, y ante el estado de las cosas mantener una posición defensiva. Todo gesto de acercamiento, de amistad, de romper barreras, de hacer una relectura del pasado, y sobre todo de proponer caminos y soluciones que signifiquen tener que remover las bases del actual inmovilismo con sus rasgos, aspectos y temas conflictivos, es considerado un error, una concesión al enemigo.
 
Esta gente no puede imaginar otro estado de la situación que en definitiva es un estado de guerra. Si me tengo que armar y minar el terreno que me separa de la casa de mi vecino para irme a la cama a dormir, es que estamos en guerra al menos latente.
 
Los buenos vecinos conviven asentados en relaciones de confianza y respeto mutuo.
 
Todo lo nubla la complejidad del problema no sólo de la integración, lo más grave es borrar entre los pueblos suramericanos la huella, grabada en el cerebro de cada uno, de los fracasos, de los graves conflictos bélicos, de las eternas rencillas devastadoras que han tenido lugar desde que nacieron estas repúblicas belicosas, agresivas, amantes y devotas del poder sobre todo lo demás.
 
Para poder enfrentar el mundo que nos impone el poder de gobierno mundial actual, no del mundo del futuro, el seguir pensando con los parámetros y las ideas con que lo hacemos hoy, es torpe y muy dañino. Estamos siendo llevados por la corriente que nos arrolla, y es extremadamente difícil poner fin a esa energía, a esa capacidad de acción, de movilizar cada día a miles de millones de seres humanos que tiene el sistema dominante planetario.
 
Suramérica, para quienes tienen en su mano el hilo que bate y maneja el globo, es y debe ser un eficiente abastecedor de materias primas minerales, maderas, alimentos de tierra y mar, plaza para la operación de transnacionales, destino turístico y gran comprador de armas de todo tipo, excluyendo de momento las nucleares. Todo lo demás sale sobrando y corre el riesgo, si ya no lo está, de caer bajo la lupa de los encargados de la seguridad nacional.
 
El próximo paso de Tarud es bramar en pro de que Ominami sea declarado traidor a la patria.
 
Mientras tanto aquí estamos los chilenos, los peruanos y los bolivianos, y en nuestras manos está la posibilidad de construir relaciones muy diversas a las que hemos conocido los últimos doscientos años.