martes, 22 de septiembre de 2015

Chile y Bolivia: La comprensión y el deseo de amistad e integración

Pedro Armendariz


La política seguida por el gobierno de Bolivia en la legítima intención de recuperar su condición de país costero no es práctica, se encuentra situada en el terreno de la propaganda política más que en el campo de la diplomacia internacional efectiva.
Lo que es de interés común y debiera ser compartido por todos los involucrados en el asunto, es en definitiva apelar a las poblaciones de Chile, Perú y Bolivia a la comprensión de la necesidad y urgencia de resolver el problema centenario.
El camino encabezado por Evo Morales carece de un factor fundamental, cual es que la solución del problema marítimo de su país pasa necesariamente por un entendimiento y el acuerdo voluntario de los tres países, y no por llevar a Chile a verse obligado a actuar en determinado sentido.
La política del gobierno boliviano de ir a La Haya no es susceptible de cuestionarse moralmente. Está dentro de su derecho a llevarla a cabo. Pero parece olvidar que cual sea la solución territorial, el fondo del problema es la reconciliación entre chilenos, bolivianos y peruanos, dejando atrás el sadomasoquismo que ha primado en la relación.
El desafío es terminar con el conflicto, no darle largas con nuevas formas, en condiciones que sigan manteniendo las divisiones y los enfrentamientos.
Si mañana Bolivia tuviera su salida al mar, se sintiera satisfecha con ella, y sin embargo siguieran existiendo las fronteras militarizadas al costo de un dineral que debemos usar en cosas provechosas, acompañadas estas de la incomunicación social generalizada entre los tres pueblos, poco o nada habríamos ganado.
Si no se desarrolla la relación entre estos países sus habitantes pierden posibilidades de paz y bienestar social. Esto es especialmente evidente en cuanto atañe a quienes viven en los territorios adyacentes a sus fronteras.
El mensaje a los chilenos debiera orientarse en base a dos contenidos. Uno es el afectivo, el aprender a conocer a Perú y Bolivia, a derribar prejuicios, a no temer el encuentro y la relación, a ser generosos y magnánimos. El segundo, es el hecho de que sin relación fructífera con Perú y Bolivia el norte del país se verá siempre más o menos perjudicado.
Negarse a reconocer y vivir de alguna manera nuestra condición de ser al unísono chilenos y latinoamericanos, es la mayor y más grave mutilación espiritual y cultural que podemos acometer.

Tomás Moulian: “En 1970 pensábamos que Allende era un aburguesado, después cambiamos de opinión”

Por Pedro Armendariz

Tomás Moulian, sociólogo, cientista político y profesor, acaba de recibir el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2015. Celebrando este acontecimiento, y tomando en cuenta la fecha del día de hoy, 11 septiembrea 2015, el Clarín de Chile retomó la siguiente entrevista publicada en ese diario en noviembre del 2010.
 
 
“El deseo de otro Chile”, se titula el reciente libro de Tomás Moulian. Es una propuesta para ayudar a avanzar paulatinamente en la democratización del país. Conversamos con el autor en su casa del barrio Yungay, en Santiago.
 
En su libro El deseo de otro Chile, hace usted un planteamiento en aras de la democratización del país. Me extrañó que en él ponga el acento en alcanzar una democracia profunda y generalizada, y no plantee el socialismo como horizonte. De hecho la palabra socialismo no aparece en el texto.
 
“Me sorprende lo que me dices, no tenía idea que la palabra socialismo no está presente. Porque la democracia generalizada la veo como un camino al socialismo. No sólo un perfeccionamiento de la democracia representativa. Ir más allá, hacia alguna forma de democracia participativa, que es caminar hacia el socialismo.
 
La democracia representativa está en crisis precisamente porque no es representativa. O lo es muy tenuemente. Una democracia perfeccionada debe ser más representativa y, además, participativa”.
 
¿Qué tipo de participación democrática imagina usted?
 
“Una sociedad participativa para mí es una sociedad que discute sobre sus fines, sobre los medios para realizarlos, sobre el presente, el pasado y el futuro.
 
Siempre me ha interesado, por ejemplo, lo que se hizo en Brasil, en Río Grande do Sul: la fórmula de los presupuestos participativos, donde los ciudadanos tienen representación y pueden ir a oír y participar de la discusión de los proyectos y su financiación”.
 
Chile y la democracia
 
¿Murió definitivamente el mito que consideraba a Chile un país históricamente democrático?
 
“Mas que caer en el mito de la democracia, hay que perfeccionarla siempre, y reivindicar aquello del pasado que tenía contenido democrático. Sin olvidar lo que no lo tenía.
 
Tuvimos una tradición democrática, pero con puntos negros. La Ley de Defensa de la Democracia, o ley maldita, dictada el año 1948, dura hasta 1958. Diez años en que el Partido Comunista fue puesto fuera de la ley. Esta ley es también utilizada para hostilizar al movimiento sindical. Son enviados a un campo de concentración en Pisagua dirigentes sindicales, militantes comunistas y socialistas, a pesar de que la ley no fue pensada para reprimir a los socialistas.
 
Esa ley fue derogada mediante un pacto parlamentario amplio: el Bloque de Saneamiento Democrático, que incorporó, desde los radicales que la habían dictado, hasta los falangistas, excluyendo sólo a la derecha, que no participó. Ese bloque hace dos cosas muy importantes: una nueva ley electoral, y la derogación de la ley maldita. Diez años de lucha.
 
Los comunistas tuvieron entonces una postura que confirma su realismo político. Algunos sectores en su interior crearon una fracción que buscaba hacer una revolución contra el presidente Gabriel González Videla, sacarlo a través de movilizaciones y por la fuerza. La dirección comunista expulsó a los llamados reinosistas, y orientó su acción dentro de la legalidad procurando pactos políticos.
 
A partir de 1958, se recuperó nuestra tradición democrática, que dura hasta 1973, cuando sufre un golpe brutal.
 
Pero hoy día tenemos de nuevo la recuperación del camino de la tradición democrática. Por lo tanto, creo que sí, tenemos una tradición democrática. Con vaivenes, con un gran período de vacío de democracia, pero somos una sociedad que ha buscado caminar por la democracia, y que ve en la democracia representativa la forma como debe organizarse el sistema político.
 
Esta democracia representativa hay que irla perfeccionando permanentemente, y en esto ha habido lentitudes, silencios. Durante los gobiernos de Lagos y Bachelet, gobiernos socialistas de la Concertación, se habló mucho de participación, sin embargo la participación no tomó fuerza, y debe hacerlo.
 
Sería fundamental el funcionamiento de Consejos Económico Sociales, no solamente destinados a escuchar, también a tomar resoluciones sobre algunos temas. Generar debates pero también con algunas atribuciones. Consejos de este tipo a todos los niveles: nacional, regional, provincial, comunal, barrial. Hay que buscar fortalecer la democracia que tenemos.
 
El camino entonces hoy día, yo creo que no es esa forma de democracia que es el socialismo (porque el socialismo también es una forma de democracia: una democracia de trabajadores que toman la gestión de la sociedad). Aquí estoy hablando de un camino previo a eso, pero que se dirige hacia allá, y que en la medida en que esta democracia representativa se perfeccione, se convierta en democracia participativa, la diferencia entre el socialismo y la democracia participativa va a ser pequeña, no se va a necesitar una revolución.
 
Todo esto son hipótesis, que obedecen a la necesidad de pensar cuál es la democracia del siglo XXI. El derrumbe de los socialismos en Europa, su permanencia en Asia en formas peculiares como China, y la persistencia del socialismo en Cuba como una dictadura de partido, nos obligan a pensar en nuevas formas de organización de la democracia socialista”.
 
Allende, un hombre excepcional
 
Leyendo su libro El deseo de otro Chile, y escuchándolo ahora, su planteamiento corresponde a lo que podríamos llamar la verdadera carta de navegación del gobierno de la Unidad Popular encabezado por el presidente Salvador Allende.
 
“Sí. Yo diría que mi referente político-intelectual es Salvador Allende. Y las directivas políticas que junto a él colaboraron para que la Unidad Popular fuese una coalición que avanzaba gradualmente hacia la vía chilena al socialismo.
 
En el análisis de la Unidad Popular yo privilegio el papel de los comunistas frente al de los socialistas. Los socialistas estaban por el “avanzar sin transar”. Creo que esa consigna era todavía prematura. Había que consolidar, y después avanzar. Le eliminaría el sin transar, porque para avanzar siempre hay, no digamos que transar (que da la impresión que se hace un pacto oscuro), hablemos de que siempre hay que negociar.
 
Los socialistas no estuvieron en ese momento dispuestos a la negociación. Por lo menos algunos de sus sectores. Carlos Altamirano ha dicho que él estaba flanqueado por su izquierda, que había un sector más a la izquierda que él y lo obligaba a realizar la política que llevó a cabo.
 
Los comunistas fueron el sector moderado, que con Allende buscaba hacer avanzar más gradualmente las políticas. Yo soy un firme partidario de la política del Partido Comunista durante ese período, pero en conjunto fracasamos.
 
Esa política, la de los comunistas, pese a tener intuiciones importantes, pese a intentar que las cosas se manejaran con realismo político, ni unos ni otros fuimos capaces de evitar la crisis.
 
Salvador Allende, el pacifista, termina defendiendo a su gobierno con una metralleta con la cual se quita la vida finalmente cuando ve que esa defensa no era posible. Allende decide tomar sobre sí el fracaso, que no fuera un fracaso que cayera sobre la clase obrera, ni siquiera sobre los partidos de la Unidad Popular. Prefiere asumirlo él”.
 
¿Ha pensado usted qué podría haber pasado si Allende hubiese tomado otro camino e intentado salir vivo ante el golpe fascista?
 
“Ahora lo estaba pensando. No sé. Hay una hermosa novela de Hernán Valdés, creo que se llama Después del fin, donde un militante de la Unidad Popular reflexiona, metido en una tina de baño, sobre qué habría sido de nosotros si Salvador Allende hubiera sobrevivido. Eso es imposible de saber, pero nos hizo falta un líder como Allende después del golpe”.
 
¿Aventura alguna hipótesis Hernán Valdés sobre aquella posibilidad que no fue?
 
“No me acuerdo bien, pero sí el militante que está en la tina de baño dice: “por Dios que te necesitamos”. Allende era una especie de padre capaz de juntar, tenía esa cosa parental que es reunir a los diferentes hijos, a los diferentes parientes para seguir adelante”.
 
Allende sorprende por su consecuencia, hasta llegar a dar la vida por su causa, en un país donde, como hemos visto, abunda la traición, el acomodo, el darse vuelta la chaqueta. ¿Es su actitud personal y política extraña en la historia de Chile? ¿O ha cambiado mucho el país y ya es impensable algo semejante hoy?
 
“No. Yo creo que es muy contradictorio con el país. Y es muy contradictorio con una Izquierda que antes de que Allende fuese designado candidato a la presidencia lo ninguneó.
 
Yo era militante del Mapu, fui uno de sus fundadores, y nosotros lo tratábamos de líder aburguesado. El Partido Socialista lo trataba de igual modo. Todo el mundo se acuerda de que Allende es nombrado por los partidos de la Unidad Popular candidato presidencial por las abstenciones, no por los votos a favor.
 
Sí, Allende era menospreciado, y sin embargo fue aquel que tuvo las cosas más claras. Desgraciadamente, su obsesión por la unidad le impidió tomar medidas que requerían tomar partido por una posición en contra de la otra. Porque la crisis estaba de tal modo desarrollada, que necesariamente había que tomar una postura y realizar una política que hubiese implicado conflictos con el sector que estaba por la política distinta.
 
Allende nunca consiguió que los comunistas le dieran su apoyo al plebiscito que él quería plantear, pese a que los comunistas eran los que estaban más cerca de él. Muy tardíamente estuvieron de acuerdo. Y los caminos se cerraron”.
 
¿Desde cuándo quería el presidente Allende convocar a un plebiscito?
 
“No lo sé. No conozco los secretos de la cúspide. Se dice que el once de septiembre iba a anunciar el llamado a plebiscito en la Universidad Técnica del Estado. El día antes, o dos días antes, le anunció tal decisión a Pinochet, y el traidor actuó. Cuando menciono al traidor estoy haciendo referencia a la debilidad absoluta de los aparatos de información de la Unidad Popular, que siempre creyeron que Pinochet era el continuador de Prat. Y Pinochet era el traidor, el asesino, el torturador. En la historia chilena no hay ningún déspota de sus características, nada se compara con él”.
 
Izquierda y democracia representativa
 
¿Qué piensa usted de la valoración que han hecho históricamente las izquierdas de la democracia representativa?
 
“Nosotros como marxistas teníamos ahí una curiosa mezcla. Al mismo tiempo, considerábamos que la democracia representativa era una forma del estado burgués que debía ser superada para caminar en la dirección de una futura extinción del Estado. Extinción cuyo primer momento era una democracia proletaria, una democracia de trabajadores, donde ellos fueran capaces de gestionar la sociedad.
 
Pero al mismo tiempo le dábamos una enorme importancia al estado como regulador de la sociedad. En ese sentido éramos keynesianos, podemos decir de algún modo.
 
Simultáneamente de despreciar al Estado, lo apreciábamos, luchamos porque el Estado durante los gobiernos de los Frentes Populares interviniera para generar la industrialización.
 
Teníamos ese doble discurso, y pensábamos que en el futuro el Estado podría desaparecer después del socialismo, cuando pasaríamos al comunismo.
 
Pero en Chile estábamos en la vía chilena al socialismo, y esta vía era desde las instituciones políticas. Ni siquiera habría que hablar de vía pacífica, era una vía institucional. Porque la vía pacífica genera una connotación problemática. Esto se hace con luchas, con luchas sociales, de clases, y aunque en ella no haya violencia armada, de todos modos hay lucha social.
 
Queríamos la democracia, porque efectivamente pertenecía a la tradición de Chile. En un continente donde la democracia había sido destruida, llena de dictadores, caudillos, de norte a sur. Junto con Uruguay y Costa Rica, Chile había tenido la suerte de tener un período sin caudillos tales como los Odría, los Pérez Jiménez, los Trujillo, Somoza y tantos otros.
 
Teníamos la democracia representativa y creíamos que nunca la íbamos a perder, y la perdimos, por los errores que cometimos en el período de la Unidad Popular.
 
Nosotros facilitamos que la derecha fuera capaz de atraer a la Democracia Cristiana al golpe. Fracasaron todas las negociaciones con la DC, debido a problemas de la DC, donde había sectores que no querían nada con esas negociaciones, pero también por problemas de nosotros.
 
Ahí Salvador Allende es el que tiene claro que esas negociaciones con la DC son indispensables, que el peligro de la guerra civil solamente se disminuye –no desaparece- si somos capaces de generar alguna forma de colaboración con ella. Y en el futuro, quizás una forma más profunda, una especie de bloque por el cambio, donde los sectores progresistas de la DC colaboraran con los sectores de izquierda en construir una sociedad más democrática. Todo eso no fue”.
 
Radomiro Tomic en 1970 planteaba la necesidad de aquel bloque por los cambios.
 
“Sí, hablaba de unión política y social del pueblo. Tomic tenía una política de cambio, muy parecida a la de la Unidad Popular. Uno podría decir que cuando se pusiese a gobernar, de haber sido elegido presidente, hubiese pasado lo mismo que en el gobierno de Frei.
 
La Democracia Cristiana, antes del gobierno de Frei Montalva, hablaba de que su proyecto no era capitalista ni colectivista, sino comunitario. Y durante el gobierno de Frei Montalva no se avanza nada hacia el comunitarismo. Sí se hace una política de reformas de gran importancia”.
 
¿Fue un error de la Unidad Popular el no valorar ni proteger la democracia representativa entonces vigente en Chile?
 
“Sí. Darse cuenta que partiendo de la democracia representativa había que profundizarla, y en ningún caso eliminarla. Hubo ahí un error táctico muy complicado.
 
Allende, queriendo siempre avanzar por la democracia, sin embargo se mete en una estrategia muy compleja, que es la de las reformas extraparlamentarias. Como no hay mayoría en el Parlamento consigue, con la colaboración de Eduardo Novoa Monreal, unos resquicios legales que le permiten intervenir industrias. Eso genera una tensión que se suma a la que ya existía debido al triunfo presidencial. (Démonos cuenta qué significa en una sociedad capitalista que triunfe un candidato marxista que está dispuesto a llevar adelante reformas en la dirección de una democracia transformadora).
 
Los resquicios legales colaboran a la polarización del sistema político. Además dejan fuera de juego al Parlamento, no pudiendo los demás partidos discutir las reformas.
 
La oposición a Allende presenta entonces en el Parlamento un proyecto –el de las tres áreas de la economía- que limita lo que el gobierno puede hacer, y terminan por imponerlo. Eso se hubiese evitado mediante una negociación con la Democracia Cristiana.
 
Era difícil el éxito de tal operación. Quizás habrían tenido antes que triunfar en la DC sus sectores más de izquierda, dejando en la sombra a los más cercanos a Frei. Pero eso implicaba llegar a acuerdos. Tanto Patricio Aylwin como Renán Fuentealba, del centro y la izquierda de la DC respectivamente, estuvieron negociando.
 
Estos sectores intentaron evitar que el partido fuera fagocitado por la derecha, abogando por su permanencia en el centro. Pero para quedarse en el centro, cuando está tensionada por los dos lados, es muy difícil. El único modo es ofrecer alianza. La derecha ofrece alianza, y la izquierda no fue capaz de hacerlo. Debido a la disputa entre los partidos, la postura más sin tranzar de los socialistas, la timidez de la postura de los comunistas, que no le entregan a Allende todos los medios para que eso pudiera hacerlo, en fin, fracaso, crisis.
 
Hace usted en su libro una valoración bastante positiva del gobierno de Frei Montalva, lo cual es llamativo viniendo de un pensador de izquierda marxista.
 
“Yo con otros quebramos el partido Demócrata Cristiano. Yo era un personaje totalmente secundario, prácticamente no militaba en la DC. Pero cuando Rodrigo Ambrosio, Enrique Correa, Juan Enrique Vega, quiebran la DC, yo me meto al Mapu y formo parte de su comité central.
 
Pero bueno, yo creo que el gobierno de Frei Montalva es un reformismo orgánico. Es decir, asume tareas que dejó pendientes el Frente Popular, entre ellas el campo.
 
Todos sabemos que los gobiernos de los Frentes Populares no se pueden meter en el campo. En vista de las dificultades para ello, llegan al pacto parlamentario que impulsa la Corfo. A cambio de los votos a favor de la Corfo, la Izquierda estabiliza los sindicatos en el campo: hace que no tengan una política agresiva. Las políticas de la reforma agraria dejan así el campo más o menos intacto, pese a que había sindicatos que estaban bullendo, los aplacan. Aparece la CUT, que es industrial, comercial y bancaria, pero no es campesina.
 
Sólo en el gobierno de Frei Montalva irrumpen las confederaciones campesinas en torno a los programas de la reforma agraria. Esta reforma es muy importante, marca su gobierno y hace que sea un gobierno de reformas. Pese a que es un gobierno que se paraliza en 1967.
 
Entre este año y 1970, hay una derechización del gobierno de Frei. Esta derechización le pasaba a casi todos los gobiernos, porque la inflación empezaba a subir producto de las políticas redistributivas de ingreso. Frei hace una política redistributiva y después tiene que frenarla para evitar que la inflación suba demasiado. (Se diagnosticaba que la causa de la inflación tenía que ver con el aumento de salarios, que no era evidentemente la única causa).
 
El gobierno de Frei termina con las matanzas de Puerto Montt y El Salvador. No se dice que estos hechos, típicos de los gobiernos hasta entonces, no sucedieron durante el mandato de Allende. Pero así y todo valoro positivamente el gobierno de Frei. Es un gobierno de reformas muy importantes: agraria, educacional, alfabetización. Es un gobierno campesinista, se centra en el campo, y en la integración latinoamericana.
 
Sin olvidarse que el gobierno de la DC fue de partido único, que no quiso abrirse hacia la izquierda nunca, lo que le hubiera permitido profundizar desde 1967 en adelante, en vez de derechizar. Si hubiese tenido pactos con la izquierda hubiese sido una sociedad más movilizada, sumando ambas fuerzas”.
 
¿Cree usted que fue un error romper la DC en 1969?
 
“Bosco Parra, Luis Felipe Ramírez, Luis Maira, decían que era un error, y que había que seguir intentando influir en la DC.
 
Yo creo que era un signo de esos tiempos. Rodrigo Ambrosio decía entonces que el que no era marxista en una revolución, era un pelo de la cola.
 
Este paso acelerado del cristianismo de izquierda al marxismo está marcado por el deseo de influir en el proceso revolucionario. La idea era influir en la vía no capitalista de desarrollo que se estaba planteando con la Unidad Popular. Entonces hay un grupo que se retira de la DC y la quiebra.
 
Los que decían que era un error quebrarla, también terminan quebrándola después. Porque Bosco Parra, Pedro Felipe Ramírez, Lucho Maira también se retiran ya estando en el gobierno la UP y forman la Izquierda Cristiana.
 
Pero el Mapu decide hacerse marxista. Cuando Rodrigo Ambrosio va a hablar con Allende, el presidente le dice: “Pero compañero, para qué queremos otro partido marxista, si ya hay dos, por qué no son cristianos de izquierda”. No sé que le habrá contestado Ambrosio, pero me imagino que le habrá dicho que el Mapu quería estar con la ideología de los que estaban a fondo con la revolución chilena.
 
En el Mapu teníamos la ilusión de ser la fuerza nueva del marxismo. Es interesante la postura que tomamos frente a Allende. Nosotros presentamos a Jaques Chonchol como candidato presidencial en 1970, contra Allende, a quien considerábamos un aburguesado.
 
Después cambiamos de opinión, estuvimos cerca de Allende y los comunistas tratando de llevar políticas moderadas pero que avanzaran en mayor democracia, legalizando las reformas. Nos dábamos cuenta, el presidente Allende también, que era necesario volver a las discusiones al interior del Parlamento, institucionalizar, porque lo otro tensionaba mucho el sistema político”.
 
¿Sigue vigente hoy esta idea del bloque centro izquierdista?
 
“Sí, y ahora ha tomado una nueva posibilidad con la política de los comunistas. Desgraciadamente no han hecho ellos un planteamiento muy articulado sobre lo que quieren. Va en la dirección de un bloque de gobierno en el cual los comunistas también participen junto con la Concertación.
 
Sería un bloque de tres patas por lo menos. Tiene la enorme dificultad de que la DC mira con mucha reticencia ese tipo de política. Puede estar por pactos electorales, pero no por un bloque de gobierno con los comunistas. No sólo con Ignacio Walker actualmente en la presidencia, sino con cualquiera de los dirigentes DC, porque hoy día su izquierda llega hasta Mariano Fernández nada más, no hasta Julio Silva Solar o Alberto Jerez que estaban en aquellos tiempos. O hasta Bosco Parra, ese gran político olvidado que pasó a la sombra, a pesar de tener un gran talento y capacidad.

sábado, 13 de junio de 2015

RAFAEL CORREA ES UN MODERNIZADOR CAPITALISTA, LOS MOVIMIENTOS SOCIALES LE TIENEN SIN CUIDADO

Entrevista del Diario El Clarín de Chile

Con una mirada crítica hacia el proceso político que vive Ecuador desde hace ocho años, conversamos con el periodista Pedro Armendariz acerca de su reciente visita a aquel país.  

¿Cuándo fue la primera vez que estuviste en Ecuador?
Viví en Quito del 70 al 72, tenía dieciocho años cuando llegué, en abril del 70. El pasado mes de abril, que estuve allá, hacía justo cuarenta y cinco años, que han pasado volando. Entre medio he vuelto al menos diez veces, algunas por varios meses y otras por semanas.

¿Cómo recuerdas al Ecuador que conociste en 1970?
Bueno, lo más importante es el grupo de grandes y queridos amigos que tengo hasta hoy. Vivir allá me abrió los ojos hacia el continente, la presencia indígena tan importante y masiva fue muy impactante, también el centro colonial de Quito, la historia viva y presente. Viajé mucho por el país, por costa, sierra y selva, es muy impresionante la variedad y la exuberancia que generan el sol ecuatorial y las lluvias en la tierra fértil. Todo era nuevo, la cadena verde de valles andinos, la selva y la costa a un lado y otro, los contrastes geográficos, étnicos, de lenguaje y manera de ser, los serranos y los costeños, en fin, una belleza extraordinaria.

El 70 estaba empezando la explotación en grande del petróleo amazónico. Unos camiones desmesurados traídos de los Estados Unidos transportaban los gigantescos tubos para tender el ducto que va de la selva al mar. Recuerdo que mientras los camiones gringos hacían polvo y plagaban de hoyos enormes las carreteras que cruzaban el país a todo su ancho, se hablaba de que con el petróleo sí que llegaría al fin el desarrollo y se acabaría con la pobreza congénita. Desde entonces la economía ha estado fundamentalmente ligada y condicionada por los avatares y vaivenes de la extracción de petróleo y su precio de venta.

¿Y cuál crees que sería el balance de estos cuarenta y cinco años petroleros?

Bueno, es muy compleja su influencia, abarca a todo el país, a su economía, a la política y a la mentalidad de la gente. En la selva han sido afectados los pueblos ancestrales, que hasta el día de hoy se oponen y sufren la violencia del sistema. Comparto lo que escribió Alberto Acosta, en un libro que se llama  La Maldición del petróleo, -está en Internet- donde analiza los efectos culturales, económicos, políticos y sociales que ha tenido el dinero proveniente del petróleo. En general, corrompe la sociedad y distorsiona la vida social, política y económica, creando una dependencia de aquella fuente que actúa como inhibidor de otras actividades económicas productivas. Luego están los pueblos afectados que para la mayoría de la población del país y del mundo, no solo al gobierno, me parece que importan poco o nada. Y la naturaleza que se ve afectada gravemente con la intervención y la contaminación.  

¿Qué pasa actualmente con el petróleo en el gobierno de Rafael Correa?

Se ha incrementado su extracción, ampliando la llamada frontera extractiva, sumando nuevos territorios a la explotación, con nuevos pueblos afectados en la Amazonía.

Este gobierno ha podido traspasar límites que hasta ahora la oposición de los movimientos sociales habían impedido cruzar durante los gobiernos neoliberales. Esta me parece la mejor prueba de lo que afirma Pablo Dávalos en su reciente libro sobre el gobierno de Correa, que lleva por título “Alianza PAIS o la reinvención del poder. Siete ensayos sobre el posneoliberalismo en el Ecuador”. En él Dávalos sostiene que el posneoliberalismo no es más una vuelta de tuerca, un replanteamiento del neoliberalismo.

El caso más visible del rumbo tomado por el gobierno respecto al petróleo, ha sido la decisión de sacar el crudo del Parque Nacional Yasuni, reserva biológica habitada por pueblos ancestrales que no quieren mantener contacto con nosotros y nuestro sistema.
El gobierno se negó a celebrar un plebiscito sobre el futuro del parque, a pesar de que un gran movimiento social reunió las firmas necesarias que exige la ley para convocarlo.
La brusca baja del precio del petróleo ha cambiado el curso de la economía y será creciente su efecto en la política.

¿Cómo ha sido la relación del gobierno con los movimientos sociales?

Es una larga historia y un gran equívoco internacional. En un principio prácticamente todos sus integrantes apoyaron la candidatura de Rafael Correa el 2006, y sus primeros pasos en el gobierno a partir del 2007.

A poco navegar se empezaron a desembarcar, y ya desde hace años las organizaciones indígenas, campesinos, de trabajadores y estudiantes, viven un enfrentamiento activo y constante con el gobierno, que los combate activamente.

El propio Correa los ataca duro y parejo diciendo que son izquierdistas infantiles y ecologistas ingenuos. A los indígenas los increpa preguntando cómo prefieren seguir viviendo pobres y con la riqueza del petróleo y las minas bajo la tierra. Son dos visiones y dos lenguajes incompatibles, Correa es un modernizador a todo trance, los deseos de los indígenas, de los ecologistas, de las feministas, de los educadores alternativos, de los jóvenes le tienen sin cuidado, y los ve como enemigos, y no se equivoca.

Los movimientos sociales y las izquierdas no oficialistas, que están ambos a la izquierda del gobierno, han sido muy afectados, debilitados por la acción gubernamental, que a través de distintos medios les ha expropiado el lenguaje y los símbolos propios, y los ha reprimido e intentado borrar del mapa. Cuando Correa combate y estigmatiza a los opositores al gobierno, pone en el mismo saco a los de derechas, centros e izquierdas.

 ¿Y cómo viste el periodismo en el Ecuador?

El gobierno tiene una estructura de información y propaganda de gran calado, con una batería de medios de difusión y una carga de mensajes, en cantidad y contenido, abrumadora.

Para enfrentar la situación mediática adversa que se le presentó al asumir, construyó durante estos ocho años de cómodas mayorías parlamentarias, y un poder presidencial apabullante, una malla de instituciones compuesta por la Secretaría Nacional de Comunicación; la Superintendecia de Información y Comunicación; y el Consejo de Regulación y Desarrollo de la Información  y Comunicación. El marco de actuación lo determina la Ley Orgánica de Comunicación.
 
Con este entramado enfrenta a los medios y a sus contenidos, y establece con ellos una relación  bajo una lógica de dominio, estableciendo en la vida social en su conjunto una especie de supervoz oficial prominente, siempre presente en los medios, que aparece sobre el conjunto de las imágenes, informaciones, conceptos e ideas que emiten los medios en general, y en particular los más importantes del país, a los cuales fiscalizan con lupa.

Este despliegue de fuerza no ha tenido como contrapartida el florecimiento de una comunicación social popular, de medios alternativos, o de una profusión de revistas y diarios autónomos e independientes, o radios y televisiones comunitarias.   
 
Reina una cautela evidente en los medios de oposición, y creo que no es para menos, tomando en cuenta que para el gobierno el medio que no es incondicional es simplemente un medio enemigo a combatir de palabra y de obra.

He visto al presidente Correa en la televisión, en un acto público transmitido por cadena nacional, tomar un ejemplar del diario La Hora y despedazarlo en cámara. Más tarde fui y compré tal diario para ver qué causaba tal ira, y me encontré con un periódico modesto en páginas, de oposición y de buena calidad su periodismo. A los pocos días la Superintendencia de Información y Comunicación le abrió un proceso con multa de algo más de tres mil dólares por no informar en su edición de Loja sobre la cuenta de gestión  del gobernador provincial. El gobierno quiere relacionadores públicos, no periodistas, y menos críticos, esta es la verdad.
 
Pobres periodistas a sueldo del gobierno que trabajan escudriñando todos los días los medios tras lo sancionable de acuerdo a una ley redactada con tal fin. Imagínate que la encargada de esta tarea de control y sanción, la Superintendencia de Información y Comunicación, es quien escruta a los medios, aplica las sanciones, determina las multas y, por si fuera poco, atiende los reclamos y apelaciones que se hacen a sus decisiones y decide que hacer con ellos. Es algo inaudito.

Me llamó también la atención el carácter y el tono de la política discursiva del gobierno, su retórica extraordinariamente paternalista. Cuando un gobierno me machaca con que es un padre, o una madre como en nuestro caso, que no pega ojo velando por mi libertad, bienestar y seguridad, me atosigo y me rebelo. Tienen una tendencia a tratarnos como niños dóciles, crédulos, ingenuos, bobos que no dejamos de caer en la trampa.

O sea no solo hay un intento, mayormente logrado, de control de los actores de los medios y del flujo comunicativo. En el camino de construcción del sistema de dominación política del gobierno, así como se ha criminalizado a los dirigentes de los movimientos opositores, se lo ha hecho, con sus propias características, con los medios y los periodistas que no comulgan con el oficialismo, a su izquierda y a su derecha.

 

miércoles, 25 de febrero de 2015

BOLIVIA, PERÚ Y CHILE: EL FUTURO PASA POR COMPARTIR



Por Pedro Armendariz

Es doloroso y una pérdida de tiempo el estado actual de las relaciones oficiales entre Chile, Perú y Bolivia. Países destinados a la vecindad, requieren del cumplimiento de la responsabilidad histórica por parte de sus dirigentes de buscar y encontrar caminos de integración efectiva y creciente entre ellos.

El clima de las relaciones se ha ido enturbiando los últimos meses, es preciso ponerle coto lo antes posible. La iniciativa debe venir de las máximas autoridades de los tres países, en una acción ejemplar para nuestros pueblos y el mundo. Y ser seguida, sino impulsada, desde la propia sociedad.

Construir el reencuentro de los tres países. Reto político de primer orden hoy en América del Sur.

Las posiciones actuales son irreconciliables, con características que amenazan con eternizar el conflicto, con el evidente riesgo de que se enrede y envenene más y vaya ganando en intensidad.

Las actuales posiciones son las que hay que revisar, cambiando en los tres países hacia unas que nos permitan solucionar el problema.

Si el centro del litigio es la propiedad del territorio, la solución quizás vaya por ser capaces los tres países de convivir en un territorio compartido determinado de integración.

En los hechos hay, entre chilenos, bolivianos y peruanos, más integración de la que, por lo general, se suele creer. Mucha gente va y viene entre ellos o vive en un país que no es el de su nacimiento. Hay relaciones comerciales intensas. Para no mencionar las enormes confluencias y similitudes culturales. El futuro pasa por compartir.

domingo, 15 de febrero de 2015

OJO DE AGUILA SOBRE DON FRANCISCO

Por ojodeaguila

Este animador le ha hecho un gran daño a la cultura en Chile, y particularmente a la cultura popular. Siempre se ha burlado de los pobres mediante una ironía y un sarcasmo de mal gusto. Trajo a Chile modelos de programas de televisión, Sábados Gigantes entre ellos, que son una copia de USA. Fue el primero en ligar fuertemente la televisión y la publicidad comercial en Chile. Durante la dictadura siguió con el espectáculo como si no pasara nada, enriqueciéndose mucho. La Teletón, también copiada de USA, es símbolo de capitalismo neoliberal y falta de seguridad social en el país. Don Francisco es un señalado ejemplo de la mediocridad y superficialidad que ha sumido a Chile los últimos cuarenta años.

(Tomado  del diario El país de Madrid del 08/07/2012)

miércoles, 4 de febrero de 2015

HUMBERTO MATURANA: "EL CURSO DE LA HISTORIA SIGUE EL CAMINO DE LOS DESEOS"


Por Pedro Armendariz

El actual sistema económico glorifica la competitividad entre las personas como un gran valor, supuesto generador de riqueza y progreso. Refiriéndose a la ética de la conducta competitiva, en esta entrevista el biólogo Humberto Maturana afirma exactamente lo contrario, señalando que “la competencia es irruptora de lo social porque es una relación que se funda en la negación del otro. Bajo condiciones de competencia no hay colaboración, la que para poder existir requiere la existencia de aceptación mutua”.

¿Usted niega la posibilidad de una “sana competencia”?

-Los economistas hablan de competencia y de su importancia para el progreso económico, y hablan también de una sana competencia. Yo pienso que eso de una sana competencia no existe, porque en el momento que uno acepta al otro como un legítimo otro, por ejemplo en una transacción comercial o en una empresa de producción de algo, surge la colaboración.

¿Los animales no compiten entre ellos?

-Hay teorías económicas que pretenden tener un fundamento biológico: la competencia de los seres vivos en la naturaleza. Pero resulta que Darwin toma la noción de competencia de los economistas ingleses. Yo pienso que en la naturaleza no existe competencia. En el espacio humano sí, porque la competencia, o a aquello a lo que nos referimos como competencia en el espacio humano, que muchas veces queremos dulcificar de alguna manera, implica la negación del otro, el otro tiene que ser distinguido como otro, y eso pasa en el lenguaje, no pasa sin lenguaje.

¿En qué momento histórico cree usted que se incorpora la competencia en la existencia humana?

-Yo creo que eso tiene que ver con el origen de la cultura patriarcal nuestra. Tiene que ver con vivir la vida en la lucha y en la apropiación. El patriarcado no tiene que ver con lo masculino. Tiene que ver con la emoción de apropiación y exclusión, y eso surge, yo pienso, en la historia, con el origen del pastoreo en Asia. Ahí aparecen la apropiación, la exclusión del otro, la defensa de lo apropiado, la lucha, los instrumentos de cacería se transforman en armas, pasando a ser instrumentos de exterminio. Se inicia el control de la sexualidad de la mujer. Surge toda una serie de cosas que a la larga, en la medida en que se transforman en modos de vida dominantes, llevan en una cierta dirección que es la competencia.

¿Cómo explica usted la existencia de clases sociales antagónicas?

-Yo creo que la noción de lucha de clases, y las clases, surgen precisamente porque hay establecimientos de bordes de aceptación mutua. Si yo no establezco borde de aceptación mutua no tengo clase.

¿Al determinar un borde se conforma una identidad?

-Se crea una identidad de un grupo, de una categoría de persona, porque yo establezco un borde que me define la categoría, que puede ser económica, que puede ser intelectual.

Lo que usted llama el borde, ¿se establece?

-Es algo que se establece, y en el espacio es funcional o tiene una justificación argumentativa.

¿Y la teoría marxista que dice que el borde depende de la condición económica?

-Pero resulta que las condiciones económicas llevan a establecer un borde sólo en cuanto uno le niegue al otro el acceso a algo que uno restringe para sí desde un punto de vista económico. O sea, tiene que ver con la apropiación.

¿Cómo se imagina usted la superación de este estado de cosas?

-Yo pienso que no hay otra forma que querer el cambio. Depende de que uno quiera hacerlo o no quiera hacerlo. Ahora bien, yo creo que los deseos se adquieren, se plasman, se forman en el vivir. Uno no está determinado a desear algo, sino que aprende a desear o a no desear cosas según viva, según la experiencia que uno tenga. Por eso es muy importante lo que pasa durante el crecimiento del niño, pues aprende a desear un modo de vida u otro según cómo viva.

¿Qué le parece en este sentido el efecto de la publicidad?

-Todo este asunto de la propaganda es una manipulación de los deseos. La creación de un espacio de mercado es una manipulación de los deseos. La mirada sobre si hay mercado o no es una mirada sobre los deseos. Entonces lo que está en juego en el curso de la historia, yo pienso, son los deseos, no la razón. El curso de la historia no sigue el curso de los recursos, ni el camino de las posibilidades, ni el camino de la razón, sino que sigue el camino de los deseos. Esto no nos hace menos humanos, menos responsables o menos conscientes. Claro, si no nos damos cuenta, nos movemos en nuestros deseos sin darnos cuenta. Pero cuando nos damos cuenta y reflexionamos sobre nuestros deseos, y aparece el otro como un ente frente al cual lo que deseamos tiene consecuencia, aparece la ética. Para que aparezca la ética yo tengo que ver al otro. Por eso digo que la ética depende del amor, no depende de la razón.

¿Habría entonces que hacerse consciente de los deseos para lograr una acción y una relación éticas?

-No es que habría que hacerse consciente de los deseos: si uno se hace consciente de los deseos se hace responsable. Si me hago consciente de los deseos, y miro sus consecuencias, entonces no puedo escaparme a que la presencia del otro me haga pensar si quiero hacer lo que yo quería hacer y con tales consecuencias.

¿Dice usted que el amor conlleva un comportamiento ético en las relaciones sociales?

-Yo pienso que no todas las relaciones son de la misma clase. No todas las interacciones humanas son de la misma clase. Dependen de la emoción. Para que haya cooperación, por ejemplo, tiene que haber aceptación mutua…o la hipocresía de la aceptación mutua. Para que haya la clase especial de convivencia que connotamos en la vida cotidiana con la palabra social, tiene que haber esa emoción, o las conductas que un observador externo ve como de aceptación del otro, o sea, las conductas del amor. Pero hay otras conductas y relaciones humanas que son de otra clase, como las relaciones jerárquicas. Exigencia y obediencia. Ahí no hay aceptación. Entonces esas relaciones son de otra clase, merecen otro nombre.
Yo digo que las emociones son dominios de acción, dominios conductuales. El amor es el dominio de las conductas que constituyen al otro en la convivencia como un legítimo otro. Uno, sin embargo, puede ser hipócrita. Yo puedo tener una cierta conducta de aceptación del otro, y en el fondo estoy con un cuchillo escondido para darle una puñalada. Eso puede pasar, pero mientras yo tenga la conducta de aceptación del otro, lo que pasa es lo que pasa con la aceptación.

¿Cómo ve usted la libertad? ¿Existe en realidad la libertad o es una ilusión, un deseo incumplido?

-Esto tiene muchas connotaciones, pertenece a muchas redes distintas de conversaciones. Puede pertenecer al dominio de la restricción o no del movimiento. Por ejemplo: yo soy libre si mi movimiento no está restringido, en cualquier espacio, en el espacio físico o en el espacio reflexivo. Pero si uno mira, la palabra libertad siempre hace referencia a una no restricción para la acción. Yo pienso, sin embargo, en lo que se refiere a lo que le pasa a uno con la noción de libertad, que es algo que tiene que ver con cómo se siente uno con el fluir de sus acciones, y que uno tiene la experiencia de libertad cuando uno puede poner sus deseos en el ámbito de los deseos. En el momento en que yo puedo darme cuenta de que deseo algo y puedo preguntarme si deseo desear aquello, y actuar de acuerdo con esa segunda mirada, entonces yo vivencio la libertad. Yo creo que todas las circunstancias en las cuales uno habla de libertad, en último término, están en eso.

(Entrevista realizada en marzo de 1992, transcrita para elclarin.cl de la revista impresa el Canelo de aquella fecha, ocasión en que fue publicada con el el título: "Estamos viviendo bajo la dictadura de los empresarios").