viernes, 23 de marzo de 2012

LA CRUZADA Y LOS SILENCIOS DEL SENADOR FULVIO ROSSI


Por Pedro Armendariz

Fulvio Rossi, senador socialista en representación de las provincias de Arica e Iquique, se ha embarcado en una cruzada contra el fumar tabaco, o sea, también, contra los fumadores.

Propone cosas razonables, como eliminar todo tipo de publicidad a las empresas tabacaleras. Otras no tanto, como subir el precio de las cajetillas. Se ve que el senador no fuma, y si conoce los precios en cuestión será el monto de su cartera el que no le ayuda a percibir que están por las nubes. No hay, que yo sepa, país suramericano donde sea tan caro fumar.

Soy fumador, y he soportado estoicamente el asedio y represión que viene sufriendo este hábito social desde ya al menos dos décadas. Resulta sorprendente el alcance que ha logrado este ataque.

Siempre me ha parecido falsa esta lucha en manos de los políticos profesionales, que son en definitiva los que ponen la firma a los cercos en que nos limitan nuestras acciones.

Falsa porque pone énfasis en reprimir y regimentar el accionar de un colectivo, los fumadores, cual si se tratara de delincuentes, de tipos que le hacen mal a la comunidad. Este afán purista apesta a fascismo hipócrita. Lo vemos en propuestas nacidas en los Estados Unidos que siguen las autoridades de los países que le siguen la cuerda, obviando el hecho de que aquel país da muestras evidentes de clara decadencia y ruina cultural y moral en todos los órdenes de la vida.

El fumar tiene que ver con la soledad del individuo, o con la relación con los demás, tiene que ver con los nervios, el ritmo sicológico, el pensar reflexivo, el apreciar el gusto y el aroma del tabaco, con la reunión, el encuentro y el rito social. Esto no lo puede entender, o aceptar todo no fumador, con el respeto que se merecen. El tema es convivir.

Durante siglos el tabaco ha acompañado la soledad y la reunión. Este ataque despiadado tiene rasgos patológicos, más allá de los números de la seguridad social y el ministerio de salud.

En el caso de Rossi, le agradezco el empeño, parece estar pensando en los niños que, claro está, mejor es que no fumen.

Sin embargo le reclamo semejante celo frente a las grandes empresas pesqueras que tienen liquidado el mar en el norte del cual es representante parlamentario. El mismo celo ante las empresas mineras, verdaderos poderes fácticos en la realidad política particularmente en Iquique, debido a su descomunal poder económico, además de contaminantes y depredadoras del agua, todo prácticamente gratis.

También sería interesante y positivo que el senador Fulvio Rossi abordara e hiciera avanzar las relaciones con nuestros vecinos peruanos y bolivianos, tema que, al igual que los anteriores, para él parece no existir.

viernes, 16 de marzo de 2012

LA CAMINATA POR EL AGUA Y LA VIDA EN ECUADOR



Por Pedro Armendariz

“En defensa del agua, la vida y la dignidad del pueblo”, es el lema que encabeza la larga caminata que diversas organizaciones y colectivos indígenas, ecologistas, vecinales, sociales y políticos iniciaron el pasado 8 de marzo en la selva al sur-oriente del país, para finalizar en Quito el próximo día 22.

En la localidad selvática de Zamora Chinchipe partió la caminata. Es el mismo sector en el cual se plantea explotar la primera mina a cielo abierto en la historia del Ecuador. La explotación, de acuerdo a un contrato firmado el pasado 5 de marzo en Quito por el gobierno, favorece a una empresa minera china de nombre ecuatoriano: “Ecuacorriente”, que piensa invertir mil 500 millones de dólares para implementar y poner a punto las labores de extracción de oro y cobre.

A la hora de firmar el contrato con los chinos, el presidente Rafael Correa lo defendió de las críticas de los opositores, afirmando que “no se puede vivir mendigando sentado en un pozo de oro”. En este caso son los supuestos mendigos los que rechazan el oro. Uno de sus gritos de batalla no violenta es que prefieren, sin dudarlo, el agua al oro.

Ecuador ya tiene la experiencia en el norte de su Amazonía de incontables atropellos a las comunidades indígenas y colonos por parte de las empresas petroleras. Las acciones de Texaco terminaron por completo con dos pueblos indígenas, los tetetes y los sansahuaris, un hecho gravísimo que ha pasado prácticamente desapercibido.

Además, la destrucción del medio ambiente en el norte selvático ha sido muy grave, empezando por la propia Texaco, que ha perdido un juicio millonario condenada por la contaminación que produjo, sentencia que se niega a reconocer y pagar.

El gobierno de Correa se ha propuesto un amplio plan de explotación de minas y pozos petroleros. En estos afanes no se diferencia de lo que está sucediendo en Argentina, Perú, Brasil, Chile y países suramericanos en general, destinados en el concierto internacional a interpretar el papel de suministradores de materias primas, minerales, petróleo, peces, maderas.

Los costos no los paga sólo la naturaleza y los directamente afectados por cada uno de los emprendimientos empresariales de esta categoría meramente extractiva. Es la sociedad en su conjunto la afectada, por las características de los modelos de desarrollo de acceso a la modernidad que suponen. Alberto Acosta, profesor, político y ecologista ecuatoriano, tiene un libro titulado “La maldición de la abundancia”, donde analiza las consecuencias sociales, políticas, económicas y culturales que provoca la dependencia de estos bienes cuando es hegemónica y dominante sin contrapeso en sectores productivos industriales, agrícolas y agropecuarios.

Aquí aparentemente se cumple lo que afirma el poeta Nicanor Parra, aquello de la derecha y la izquierda unidas nunca serán vencidas. (Codelco de Chile está asesorando y haciendo negocios mineros con el gobierno de Ecuador.)

La pregunta que llama a la puerta de las izquierdas del continente es qué posición tomar ante semejantes políticas económicas que llevan a los gobiernos a impulsar estas faenas de explotación. Sin descuidar el hecho de que tales prioridades conllevan el no respeto a los derechos y opciones de las comunidades directamente afectadas y sectores sociales significativos. Y por supuesto, advirtiendo los tremendos costos ambientales que hemos pagado, estamos sufriendo y seguirán aumentando en nuestros países.