viernes, 16 de marzo de 2012

LA CAMINATA POR EL AGUA Y LA VIDA EN ECUADOR



Por Pedro Armendariz

“En defensa del agua, la vida y la dignidad del pueblo”, es el lema que encabeza la larga caminata que diversas organizaciones y colectivos indígenas, ecologistas, vecinales, sociales y políticos iniciaron el pasado 8 de marzo en la selva al sur-oriente del país, para finalizar en Quito el próximo día 22.

En la localidad selvática de Zamora Chinchipe partió la caminata. Es el mismo sector en el cual se plantea explotar la primera mina a cielo abierto en la historia del Ecuador. La explotación, de acuerdo a un contrato firmado el pasado 5 de marzo en Quito por el gobierno, favorece a una empresa minera china de nombre ecuatoriano: “Ecuacorriente”, que piensa invertir mil 500 millones de dólares para implementar y poner a punto las labores de extracción de oro y cobre.

A la hora de firmar el contrato con los chinos, el presidente Rafael Correa lo defendió de las críticas de los opositores, afirmando que “no se puede vivir mendigando sentado en un pozo de oro”. En este caso son los supuestos mendigos los que rechazan el oro. Uno de sus gritos de batalla no violenta es que prefieren, sin dudarlo, el agua al oro.

Ecuador ya tiene la experiencia en el norte de su Amazonía de incontables atropellos a las comunidades indígenas y colonos por parte de las empresas petroleras. Las acciones de Texaco terminaron por completo con dos pueblos indígenas, los tetetes y los sansahuaris, un hecho gravísimo que ha pasado prácticamente desapercibido.

Además, la destrucción del medio ambiente en el norte selvático ha sido muy grave, empezando por la propia Texaco, que ha perdido un juicio millonario condenada por la contaminación que produjo, sentencia que se niega a reconocer y pagar.

El gobierno de Correa se ha propuesto un amplio plan de explotación de minas y pozos petroleros. En estos afanes no se diferencia de lo que está sucediendo en Argentina, Perú, Brasil, Chile y países suramericanos en general, destinados en el concierto internacional a interpretar el papel de suministradores de materias primas, minerales, petróleo, peces, maderas.

Los costos no los paga sólo la naturaleza y los directamente afectados por cada uno de los emprendimientos empresariales de esta categoría meramente extractiva. Es la sociedad en su conjunto la afectada, por las características de los modelos de desarrollo de acceso a la modernidad que suponen. Alberto Acosta, profesor, político y ecologista ecuatoriano, tiene un libro titulado “La maldición de la abundancia”, donde analiza las consecuencias sociales, políticas, económicas y culturales que provoca la dependencia de estos bienes cuando es hegemónica y dominante sin contrapeso en sectores productivos industriales, agrícolas y agropecuarios.

Aquí aparentemente se cumple lo que afirma el poeta Nicanor Parra, aquello de la derecha y la izquierda unidas nunca serán vencidas. (Codelco de Chile está asesorando y haciendo negocios mineros con el gobierno de Ecuador.)

La pregunta que llama a la puerta de las izquierdas del continente es qué posición tomar ante semejantes políticas económicas que llevan a los gobiernos a impulsar estas faenas de explotación. Sin descuidar el hecho de que tales prioridades conllevan el no respeto a los derechos y opciones de las comunidades directamente afectadas y sectores sociales significativos. Y por supuesto, advirtiendo los tremendos costos ambientales que hemos pagado, estamos sufriendo y seguirán aumentando en nuestros países.

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