jueves, 11 de febrero de 2010

HENRY DAVID THOREAU Y EL IMPERIALISMO


Por Pedro Armendariz

Cuando las cosas no van en América del Sur por el camino que a Estados Unidos le interesa, sabemos cuáles son y han sido sus reacciones contra los países suramericanos no dispuestos a llevarles el amén. Como si hubiese escrito para ser leído hoy, en 1849 Henry David Thoreau, pensando y condenando la invasión y despojo de su país, Estados Unidos, a México, escribió en su libro Desobediencia Civil acerca del comportamiento del pueblo norteamericano y su gobierno:

"Si alguien fuere a decirme que el presente es un mal gobierno porque gravó ciertos artículos extranjeros arribados a sus puertos, lo más probable es que me quedara impertérrito puesto que puedo pasarme perfectamente sin ellos: todas las máquinas poseen roces. Y posiblemente ello resulte en bien suficiente para contrarrestar el mal. En cualquier caso, es mal mayor el soliviantarse por ello. Pero, cuando los roces buscan máquina en que alojarse, y la opresión y el robo se organizan, yo digo: desprendámonos de esta máquina inmediatamente. En otras palabras, cuando la sexta parte de la población de un país que se ha arrogado el título de país de la libertad la componen los esclavos, y toda una nación es injustamente arrollada y conquistada por un ejército extranjero y sometida a la ley marcial, creo que no es demasiado temprano para que los hombres honrados se rebelen y hagan la revolución. Y lo que hace este deber tanto más urgente es el hecho de que el país así arrollado no es el nuestro, y sí lo es, en cambio, el ejército invasor".

BOLIVIA: EDUCACIÓN INTERCULTURAL E INFORMACIÓN RACISTA


Por Bartolomé Clavero
Bolivia

La Constitución de Bolivia registra como un derecho ciudadano “el acceso a la información” y por otra parte requiere una educación “intercultural y plurilingüe” en conformidad esto con la refundación plurinacional del Estado. Una editorial española, Santillana, se presenta ahora en Bolivia como boliviana para mantener una posición de dominio en el campo de la educación. Pertenece a un grupo mediático, PRISA, que se viene significando por producir una información sobre Bolivia de carácter flagrantemente racista.

Santillana y el pensamiento único de Alejandro Dausá
y Diario El País da vergüenza ajena de Pedro Arméndáriz
(Fragmentos y glosa)
En un artículo titulado Santillana y el pensamiento único difundido por ALAI-Amlatina (Agencia Latinoamericana de Información-América Latina en Movimiento: http://alainet.org), Alejandro Dausá ha dado la voz de alarma. La alerta se acentúa con el artículo Diario El País da vergüenza ajena de Pedro Armendáriz que publica el periódico Clarín de Chile (http://www.elclarin.cl). Selecciono pasajes de ambos escritos para pasar enseguida a glosarlos.
● La Editorial Santillana forma parte de un consorcio español mayor, el Grupo PRISA (Promotora de Informaciones, S.A.) que cuenta con una inmensa cantidad de radioemisoras, canales de televisión y empresas de mercadotecnia y publicidad en más de veintidós naciones. “El País”, uno de sus periódicos de mayor circulación, se erige en implacable crítico de gobiernos populares latinoamericanos, acusándolos con frecuencia de actitudes dictatoriales y absolutistas. Gran paradoja, si tomamos en cuenta que es precisamente el gigantesco monopolio mediático de PRISA el que mantiene un control férreo de la información a través de sus innumerables tentáculos, convirtiéndose en privilegiado formador de matrices de opinión. El periodista e investigador Pascual Serrano ha realizado sugestivos análisis del fenómeno (se pueden encontrar en www.pascualserrano.net).
El Grupo PRISA arribó a nuestro país en el marco del “segundo desembarco hispano”, en el cual decenas de empresas ibéricas aprovecharon la debilidad y entreguismo de diferentes gobiernos para hacer jugosos negocios en sectores estratégicos de la economía (entre otras, Unión Fenosa, Iberdrola, Abertis, Aena, Agbar, Abengoa, BBVA, Repsol-YPF, etc.). PRISA-Santillana aterrizó de la mano del Banco Mundial, financiador de la reforma educativa de 1994, y la licitación para la elaboración de “textos oficiales” fue ganada por esa editorial durante el mandato de Hugo Bánzer. Las hijas de los ministros de educación Enrique Ipiña y Tito Hoz de Vila fueron beneficiadas con pasantías de un año en la casa matriz de la firma, en Madrid; fueron las únicas pasantes extranjeras en dicho período. Por su parte, España ha seguido promoviendo los denominados créditos FAD (Fondo de Ayuda al Desarrollo), que obligan a los países signatarios a adquirir bienes y servicios españoles, en particular materiales relacionados con proyectos educativos que son producidos, y vendidos, por empresas de ese país.
Hasta aquí los pasajes de Alejandro Dausá. Prosigue su artículo explicando el pensamiento único –polo en las antípodas de la interculturalidad– que profesan y promueven los medios del Grupo PRISA en general y los textos docentes de la Editorial Santillana en particular. Paso ahora a los pasajes que selecciono de Pedro Armendáriz para añadir acto seguido mi glosa.
El diario madrileño El País, con una nota sobre Bolivia publicada el 18 de junio, vuelve a superar sus marcas en cuanto a brindar a sus lectores pésima información sobre la realidad latinoamericana. Una vez más el otrora digno periódico del Grupo Prisa se revuelca en la insidia, haciendo de ella vocación. La nota que comentamos lleva por título: “La labia de Morales aísla Bolivia”. Está escrita en Cochabamba por Mabel Azcui, quien seguramente va de periodista, dejando en evidencia las cotas de miseria que se pueden llegar a alcanzar en este oficio.
● Si en un tiempo lejano el diario español era certero y claro en denunciar y dar a conocer los crímenes y miserias de las dictaduras latinoamericanas, ayudando a las luchas democráticas, hoy está preocupado de defender intereses económicos en nuestro continente. Triste destino para un diario importante, que presume de ser el primero en nuestra lengua. Al ser esta defensa de intereses económicos prioritaria, la figura del presidente Evo Morales en Bolivia les resulta intolerable. Le dan un trato, permanente, no sólo en el texto que comentamos, que hace sentir vergüenza ajena, no por el presidente de nuestro hermano país por supuesto, sino por la bajeza fruto de la ofuscación y la impotencia de El País. Para El País, Evo Morales no es el presidente de Bolivia, es simplemente Morales. El viejo y feo hábito del ninguneo, denota en este caso prejuicios de clase y raza, y expele un fétido tufo hispano imperialista etnocéntrico. Sonroja leer que se busca ofender y desacreditar al presidente diciendo que su discurso es propio de un sindicalista. Si quedaban dudas ante la estulticia, el texto en cuestión, que aparentemente tiene por fin criticar la política exterior de Bolivia, descalifica el quehacer del gobierno en este campo, señalando, entre otros argumentos inconsistentes, la condición de maestro (profesor) del ministro de Relaciones Exteriores boliviano David Choquehuanca. Es de no creerlo.
Hasta aquí los pasajes de Pedro Armendáriz. Prosigue su artículo exponiendo las falsedades de El País sobre las relaciones de Bolivia con los países vecinos y su contraposición maniquea con la política exterior de Brasil. Lo que sigue ya es mi glosa sobre lo que hay de común en ambos artículo, la voz de alarma y el toque de alerta.
Recordemos ante todo la trayectoria que el Grupo PRISA adoptó y mantiene a todo lo largo del proceso reconstituyente de Bolivia, el que ahora ya se encuentra en un momento de desarrollo constitucional. No dudó PRISA en alinearse con los sectores más racistas de la Media Luna frente a la refundación plurinacional del país. El periódico El País puso en juego y dilapidó todo su prestigio bien ganado como órgano de carácter profesional que distinguía claramente la información de la opinión y como órgano de valor cívico que mantenía una línea editorial de defensa de posiciones netamente democráticas. Prevalecieron los intereses económicos del Grupo PRISA y sus congéneres empresariales. La información sobre Bolivia se cargó de opinión adversa contra la mayoría que sustenta e impulsa la refundación plurinacional. Y la opinión sobre Bolivia cobró unos rasgos francamente racistas en su empeño de descalificar a esa mayoría democrática de Bolivia.
Pongamos algún nombre por si quiere escanearse en internet o husmearse en hemerotecas. Miguel Angel Bastenier, periodista bien pertrechado, con triple licenciatura en historia, en derecho y en lengua y literatura inglesa, profesor en másteres de periodismo, es el jefe de información internacional del diario El País. Publicó una serie de artículos y avaló una sucesión de editoriales sobre Bolivia en los meses precedentes al climax de violencia golpista de septiembre de 2008 con el despliegue más descarado de puro racismo bajo el lenguaje más artero de derechos y democracia. Para Bastenier, el indigenismo, como lo identifica, del Gobierno boliviano es un racismo al contrario y por revancha, un peligroso mecanismo de agresión a derechos fundamentales y de devastación de la democracia. Y lo presenta además como un invento político con el designio empeñado de extrañar a Bolivia del Occidente, como lo denomina, democrático, como lo califica en términos connaturales y privativos. Aprovechándose de la desinformación de su público europeo y del prejuicio del americano que le lee, Bastenier da por hecho que Bolivia es esencialmente mestiza y el indigenismo, ficción sin base y por ende manipulable, algo propio por lo visto del Oriente que él tiene por natural e irremediablemente despótico.
Con su triple licenciatura y su bagaje adicional de profesión y profesorado en periodismo, Bastenier hace alarde de conocimientos sobre Bolivia. Reconoce que hay efectivamente indígenas, cómo no, sólo que no son indigenistas o que están siendo arteramente manipulados para que asuman y respalden esta posición sin base. Los indígenas más genuinos son para Bastenier los del Oriente boliviano, precisamente los de los Departamentos de la Media Luna, a quienes presenta como no contaminados por la manipulación indigenista y haciendo piña con el proyecto de autonomía de dichos Departamentos para defenderse de las políticas malignas del Gobierno indigenista. Fuera de los artículos de opinión y de las editoriales, la información de El País sobre Bolivia se presenta indefectiblemente, sin el menor descuido, con todo el sesgo de dicha perspectiva. En casos han estado firmadas por corresponsales que se decían en Bolivia y se encontraban por ejemplo en Buenos Aires. El jefe de información internacional no se comporta de otro modo. ¿Qué necesidad hay de visitar el terreno si se conoce de sobra, con tanta licenciatura y tanta profesión, lo que está ocurriendo y lo que puede ocurrir?
¿De dónde saca el jefe de información internacional del diario El País esos conocimientos tan seguros sobre Bolivia? No ciertamente, por ejemplo, de los Cinco Pueblos Étnicos de Santa Cruz, los cuales proclamaron su autonomía a finales de marzo de 2008 como medida preventiva ante el proyecto de estatuto autónomo de fondo indisimuladamente racista del Departamento de Santa Cruz que la información de El País presenta como la expresión genuina de la autonomía constitucional. Para Bastenier no hay cuestión siquiera de información u opinión de parte indígena pues evidentemente entiende que carecen de capacidad para dar la una ni para expresar la otra. El Libro de Estilo del diario El País tiene por regla esencial la del debido contraste entre informaciones y opiniones de las partes involucradas, pero esto no se aplica cuando una de ellas es la indígena por América. Lo que hay no es tanto cortocircuito inconsciente por racismo como opción deliberada por el mismo cuando median grandes intereses económicos. No extrañará que la Constitución plurinacional de Bolivia se haya presentado por El País como despreciable producto del racismo de revancha indigenista. ¿Leerla y enterarse? Toma tiempo y no hace falta.
Bastenier es un periodista preparado y culto. Ha teorizado sobre la relación entre información y opinión desdibujado las lindes, lo cual choca frontalmente con los principios fundacionales de El País y con las reglas principales de su Libro de Estilo. Lo ha hecho mediante la ocurrencia del periodismo perspectivista, un periodismo no neutral que pretende responder a una posición de compromiso cívico. Su teorización se mueve en el terreno del más paladino supremacismo. Entiende que el perspectivismo sólo puede ejercerse desde las grandes capitales cuales centros mundiales de cultura –Madrid para América Latina– porque ha de estarse en condiciones de dominar el flujo de la información tanto cercana como lejana y contarse con los medios económicos para el debido procesamiento de tamaño volumen de conocimiento. Cuando no se reúnen tales condiciones, no cabe el periodismo perspectivista. Dicho de otro modo, los medios y las editoriales de Bolivia deben estar bajo el dominio de los medios y las editoriales de España a fin de que puedan alcanzar la conveniente perspectiva para informar con solvencia de profesión y para opinar con conocimiento de causa. ¿No es buena teoría para un neocolonialismo cultural al servicio del neocolonialismo económico?
Bastenier como periodista y El País como periódico son meros botones de muestra, tarjetas de presentación del grupo mediático y editorial que pretende mantener una posición de dominio en el ámbito de la educación y la información de la Bolivia plurinacional. La voz de alarma y el toque de alerta de Alejandro Dausá y Pedro Armendáriz resultan de una oportunidad fuera de toda duda.
Nota: Precisamente hoy El País se hace con complacencia eco de un exaltado discurso supremacista pronunciado ayer por Mario Vargas Llosa en la Universidad de Granada, España. Vargas Llosa se lamenta de que ahora se considere “arrogante, dogmático, colonialista y hasta racista hablar de culturas superiores e inferiores”. Ya se sabe cuáles son las culturas “inferiores” para este personaje tan celebrado no sólo por ser un buen escritor, sino también y, a estas alturas, sobre todo por representar tan elegantemente al “perfecto racista latinoamericano”, digámoslo así por glosar a su hijo Álvaro, otro vástago de tal linaje “arrogante, dogmático, colonialista y racista”, el linaje que gobierna hoy en el Perú y gobernaba hasta hace poco en Bolivia.

jueves, 4 de febrero de 2010

BASTA DE SEGUIR LA MISMA SENDA



Por Pedro Armendariz


Voté por Frei, anular y favorecer a la extrema derecha, jamás. Es evidente, sin embargo, que la Concertación que terminó de morir el 17 de enero pasado, ha sido el mejor invento de la dictadura.
Y ahora ¿qué?
Lo primero, no seguir la misma senda. ¿Es lo mismo cambiar la sociedad que alcanzar el poder político en ella? Hasta ahora ha primado en las izquierdas latinoamericanas lo segundo, y así nos ha ido.
Marcos, el subcomandante de los rebeldes de Chiapas, sostiene que el movimiento zapatista sureño no tiene su atención y voluntad en alcanzar el poder en las instituciones del estado mexicano. Lo suyo es cambiar la sociedad, y para ello empiezan por casa. Puertas adentro se pone el acento en cambiar las relaciones humanas, el objetivo es crear, construir, hacer comunidad. Saben que eso los hace invencibles.
En Chile, desde los tiempos de la dictadura, en las izquierdas chilenas las palabras y los actos han andado cada uno por su lado, reproduciendo en los hechos en cada ámbito realidades que son el resultado de estar viva, ejerciendo el mando dentro de cada cerebro, la estructura sicológica de la sociedad imperante.
El poder y el dinero han llevado claramente la batuta, definiendo relaciones e instituciones.
(Recuerdo una entrevista a revista Análisis que dio Rafael Agustín Gumucio en los años ochenta, en la que se mostraba espantado de la forma de vida que tenían muchos izquierdistas renovados en Chile, gracias a los dineros que provenían de la solidaridad extranjera con el pueblo de Chile. Eran los mandarines, los que manejaban el dinero y el poder en los medios de comunicación y las ongs en que trabajábamos. A los periodistas, por cierto, se nos explotaba de lo lindo).
En todos los lugares que he trabajado, nunca encontré la voluntad de establecer tipos de relación político económicas que hicieran añicos los cánones de la sociedad que decíamos combatir y querer sustituir. Al contrario, eran un fiel reflejo, con jerarquías y desigualdades establecidas.
Las revoluciones, como canta Zitarrosa, nacen desde el pie. Esto es, creando comunidad ahí donde se está cada día, en la casa, en el trabajo, en el partido, en la ong, en cualquier colectivo.
La lucha por el poder es el gran problema. Mientras lo sigamos persiguiendo nunca nos encontraremos construyendo comunidad. Al contrario, seguiremos reproduciendo este mundo infernal en que nos estamos consumiendo como individuos y colectividad.