sábado, 23 de enero de 2010

UNA JORNADA NADA ESPECTACULAR

Por Pedro Armendariz


Desconcertante el final de la madre de las elecciones. Esa puesta en escena del funeral, con los dos patriarcas, Aylwin y Lagos, proclamando la esperanza de la resurrección, y sus disciplinados discípulos tomando la posta en esa larga carrera que es la lucha incansable por el poder político, económico y social.

No hubo autocrítica alguna durante la jornada. Al contrario, se repitió hasta el cansancio la consigna de que lo habían hecho de maravillas en el gobierno durante estos veinte años.
Frei sonriente casi, me pareció verlo. Es la liviandad de la Concertación personificada. Los políticos profesionales consolidados siguen en el juego, dueños del patrimonio binominal. “Yo me voy al Senado, a hacer una oposición constructiva”, dijo el candidato derrotado después de dejar al pueblo que dice representar en la estacada.
La presidente Bachelet llamó por teléfono a Piñera antes de caer la tarde, ante las cámaras de televisión en directo, y lo primero fue remarcarle la prontitud con que lo llamaba para felicitarlo. Ante tal expresión de candor en el juego binominal, me pareció escuchar que le estaba diciendo: “espero que tú me llames en cuatro años más a la misma hora”.
Marco Enríquez durante la jornada electoral apareció solitario en el extraño océano de la política chilena. Tuvo probablemente una de sus, sino la última, aparición masiva ante los cámaras (depende de lo que piense y decida el alto de mando de la derecha que deben hacer respecto de él sus múltiples y variados medios de difusión y propaganda). Marco, como de costumbre, habló principalmente de sí mismo y poco del país, da la impresión que para él en definitiva no tiene gravedad lo ocurrido, lo importante es el papel de Marco en el inmediato futuro, que tiene que ser relevante en la oposición, y para esto mejor Piñera en el gobierno.
La hipotética evolución hacia una centroizquierda que podría haber habido con la Concertación y la participación de apoyo del Juntos Podemos, ha dado paso a una realidad en la que prima la necesidad de oposición al gobierno de Piñera. Lo cual no puede llevar a las izquierdas del país a soslayar la importancia urgente de plantear para Chile una propuesta clara y definida de sociedad alternativa a la actual.