lunes, 23 de noviembre de 2009

CÉSAR VALLEJO EN LA FRONTERA

Por Pedro Armendariz

Ante la insensatez que amaña a su antojo las relaciones entre Chile y Perú y Bolivia, propongo que en las fronteras entre estos países se instale, a través del arte en espacios visibles por todos los transeúntes, el poema Masa, del libro España, aparta de mí este cáliz, del poeta peruano universal César Vallejo.

El poema, escrito por Vallejo en su destierro en París el 10 de noviembre de 1937, en pleno desarrollo de la dolorosa tragedia de la guerra civil española, nos viene hoy de perilla como punto necesario de partida histórico, de nueva convivencia, a chilenos, peruanos y bolivianos.

MASA

Al fin de la batalla,
muerto el individuo, vino hacia él un hombre
y le dijo: “No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
“No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se aproximaron cuatro al uno muerto:
“No ser más a tu lado para que no te vayas!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él, veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: “Tanto amor y no poder nada, contra la
(muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar.

lunes, 2 de noviembre de 2009

NO A LA XENOFOBIA EN EL BARRIO YUNGAY

Por Pedro Armendariz


Ante el emplazamiento que hizo al gobierno el candidato a diputado de la UDI por Santiago Poniente, Christian Espejo, exigiendo la detención y deportación de ciudadanos peruanos que puedan no tener todos sus papeles en regla, no se puede guardar silencio, que en realidad y en los hechos es un silencio cómplice.

Lo que propone demagógica e irresponsablemente Espejo es de la mayor gravedad. Él quizás ha sacado cálculos electorales pensando en la competividad con su colega de lista. El problema es que le da vuelo a un asunto muy grave, como es el desencuentro histórico entre Chile y Perú, animando tempestades en pleno centro de Santiago, donde viven numerosas familias peruanas, y en otros barrios de la ciudad y del país.

Vivo en el Barrio Yungay, al lado de la Plaza Yungay o Plaza del Roto Chileno, como se la conoce también. He visto en estos últimos tres o cuatro años llegar a familias y personas jóvenes provenientes del Perú. Son gente de trabajo, en diversos oficios, algunos han instalado negocios, como un almacén y un centro de llamados e Internet, a los que concurro a diario.

Nunca ha habido algún tipo de conflicto o pelea en el barrio con ellos, al contrario, son personas que a todas luces quieren vivir en paz, que trabajan y disfrutan -creo yo al ver la tranquilidad que exhiben a diario-, de una situación que al menos les permite ir viviendo.

Si están aquí es por necesidad, y hay que reconocerles el coraje de venir a vivir y trabajar en Chile, donde hay bastante indisposición y prejuicios extendidos contra ellos. Su presencia, sin embargo, nos da a los chilenos una gran oportunidad de avanzar en la senda de la superación de las separaciones históricas con Perú, y hacer realidad a todos los vientos la integración entre nuestros pueblos. Esto, que parece una insensatez idealista, es lo que indica la estricta razón al servicio del bien común.

Y ni hablar de la deuda histórica que tiene Chile, no sólo los exiliados y sus familias, con muchos pueblos del mundo, entre ellos el Perú, que abrieron sus puertas con solidaridad y cooperaron al fin de la dictadura.

La actitud y el planteamiento de Espejo no es sorprendente, pero sí indignante. Ayer aplicando la pena de destierro forzoso, hoy pregonando la xenofobia contra nuestros hermanos suramericanos, hermanos suramericanos pobres y trabajadores.

Al decir Espejo que los ciudadanos peruanos indocumentados son un peligro para la sociedad chilena, probablemente está cometiendo un delito de lesa humanidad, y no es broma, porque está alentando la xenofobia.

Sería bueno escuchar al Cardenal Errázuriz, que al otro día del debate recibió en su casa a Piñera y manifestó en su defensa que los ataques verbales pueden llevar a violencias o ataques físicos. Sé que los casos no son comparables, pienso que para el cardenal lo importante, y no ha sido el primer caso, es defender a Piñera.

Las expresiones de Espejo constituyen un claro ejemplo de ideas y palabras que pueden pasar a mayores en actos físicos y sicológicos (de palabra) violentos. Él es un candidato a diputado, no cualquier vecino envenenado que susurra y destila odio cuando se le presenta la oportunidad.

Es necesario que los otros candidatos por el distrito 22 se pronuncien sobre los dichos de su colega de la UDI.

Ojalá también los inviten, como a Espejo, a exponer con largueza de tiempo sus ideas en el programa “Ultima Mirada”, en el canal de Pillerín.