domingo, 9 de octubre de 2011

ENEMIGOS PÚBLICOS DE LA DEMOCRACIA



Por Pedro Armendariz
 
La insensibilidad de los ricos hacia la pobreza de los oprimidos es histórica. Se establece en el momento en el cual se instalan en los grupos sociales más numerosos las ideas y prácticas que hacen la diferencia entre los que tienen poder de obligar a otros a hacer su voluntad, y los que aparentemente no tienen otro camino que someterse.
Desgracia de la raza humana, ¿irremediable? No creo. Muchos son los esfuerzos, inversiones millonarias, miles de personas trabajando, para mantener un estado de situación y una forma de entender y vivir el mundo y la vida en la sociedad nuestra. No es “natural” todo lo que pasa. Como se empeñan en convencernos a través de los medios de dominio social modernos electrónicos digitales, que fijan los marcos de emociones y pensamientos, hace evidente que estamos sujetos a un sistema de dominio social clasista y totalitario, que niega los derechos democráticos y su ejercicio real.
Hay un sentimiento compartido cada vez más consciente y amplio en el sentido de que los actuales dirigentes del mundo son unos incapaces de temer a la hora de defender la democracia en sus principios y ejercicios. En la política y en la religión, que son dos campos de pensamiento y acción en los cuales la carencia de capacidad, grandeza de espíritu e inteligencia y sensibilidad humana más daño producen y provocan.
Esto es lo que estamos viviendo. En el diario de hoy, sin ir más lejos, tenemos dos ejemplos elocuentes. En la política el del presidente de gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, quien a punto de dejar su cargo, sin paso previo por el parlamento, y sin el referendo popular imprescindible para un paso semejante, firmó un acuerdo en el marco de la OTAN que autoriza instalar en la costa de Cádiz una base del escudo antimisiles. Es una decisión política que uno no hubiera esperado de JLRZ, que inició su primera legislatura retirando al ejército de España de Irak. Haciendo memoria, su actitud política recuerda la de su par Felipe González, quien llegó a presidente prometiendo el no ingreso de España en la OTAN, y terminó apoyando y gestionando tal ingreso desde el gobierno, después de ganar tal opción, con él a la cabeza, un referéndum.
En el campo religioso-político institucional, tenemos en Chile a individuos como el cura Raúl Hasbún. Personaje curioso, como salido de un mal cuento que desde luego no escribió el autor de las mil y una noches.
El tipo más bien tiene que ver con la antigua serie de televisión Sombras Tenebrosas.
Vuelve a gozar de tribuna medial, escribe y sale en televisión en medios de extrema derecha. Como en sus viejos y para él buenos tiempos de la dictadura, sigue amenazando con las penas del infierno a los revoltosos y rebeldes, y haciendo llamados al orden, que en su caso se trata del orden militar autoritario y fascista.
Sería por el año 1995, yo vivía en la comuna de La Florida. Una mañana iba con mi hija Nerea de cuatro años saliendo en el auto desde el estacionamiento de un supermercado y veo a boca de jarro a Hasbún caminando solo rumbo a comprar algo. Mi primera reacción fue abrir la ventana y sacarle la madre. Pero no, me contuve, la presencia de mi hija, la soledad del sujeto, la cobardía de agredirlo de sorpresa con un improperio mayor, me llevaron a no insultarlo. Pero el cerebro y el corazón siguieron dando vueltas a mil, y antes de alejarme le grité a todo pulmón una palabra que no sé de dónde salió: ¡Chupaíto!