viernes, 4 de julio de 2014

EL EJÉRCITO TAMBIÉN TIENE CABIDA EN LA TERAPIA DE GRUPO

Por Pedro Armendariz

Era lo que faltaba. Hoy viernes, el Ejército de Chile le rinde un homenaje a Gary Medel. “El acto simbólico será encabezado por el Comandante en Jefe del Ejército, General Humberto Oviedo, sumando así una nueva honra”, dice en su información el diario La Nación. .
El comunicado del Ejército informa que realizará un homenaje al crack “por encarnar el espíritu del soldado chileno, con valor, compromiso y entrega, reflejado en la participación de la Selección chilena en el Mundial de Fútbol 2014…valores como el patriotismo, desarrollo de la disciplina, gallardía y entrega son transmitidos a las generaciones de jóvenes que ingresan a la institución, semejantes cualidades que mostró el “Pitbull”, defendiendo a la Roja, y que el Ejército de Chile reconoce”.
Es asombroso a lo que puede llegar, en este caso un buen ejemplo, el oportunismo en Chile. Y la tontera. De parte de los mismos caballeros que sirvieron durante 17 años un menú cotidiano e indigesto de ruedas de carreta a este atormentado país. Ellos no tienen derecho a usar abusivamente en su comunicado el apelativo popular que los aficionados otorgaron al jugador.
Abundan por estos días las columnas, reportajes, informaciones, entrevistas, pelambres, acerca de la selección de fútbol y el mundial. Dejan en evidencia de que somos un país que requiere de urgencia una pasada prolongada, sincera, reflexiva, honesta, profunda, por el diván de un buen terapeuta, o, más bien, la urgente necesidad de abocarse, con el mismo afán con que los jugadores lo hicieron brillantemente en la cancha, a una apasionante terapia de grupo.

miércoles, 2 de julio de 2014

¿CÓMO EVITAR LOS AUTOGOLES EN LA POLÍTICA SURAMERICANA?



Por Pedro Armendariz

Un periodista español comenta que la clave del resultado del partido entre las selecciones de España y Chile en el Maracaná no hay que buscarla en la cancha, sino en la mentalidad nacionalista y fanática de aficionados y jugadores chilenos.

Uno podrá discutir hasta qué punto el factor señalado por el colega ibérico jugó un papel. Lo que es indiscutible es que lo jugó, como en otros equipos, sino en todos, con la salvedad de que en el caso chileno sean quizás un poco más acusados los rasgos nacionalistas, al menos para mí, como chileno, lo son.         

El problema naturalmente no está en el fútbol ni en el mundial, a pesar del cántico de los himnos, que por sanidad mental y en aras de la paz mundial podrían ser omitidos, como señal colectiva de cordura.

En el caso suramericano, está claro que masivamente los habitantes ven a su respectivo país como un ente que compite por colores propios con los otros no sólo en la cancha y en las tribunas de los estadios. En el comercio, las armas, inversión extranjera, todos los días aparecen índices y encuestas que miden estas comparaciones en actividades y haberes. Toda  comparación es odiosa, nos decían cuando niños.

Nuestras carencias, frustraciones, la dureza de la vida diaria, el malestar generalizado, el aburrimiento, la emotividad personal por los suelos, son males que buscan compensación, y logran un fuerte alivio analgésico momentáneo, un descanso placentero, una sensación de satisfacción individual-colectiva sin parangón mediante el triunfo de las selecciones de fútbol.

En el mundo de hoy no hay acontecimiento político que se iguale a un triunfo en un evento deportivo mundial. Vemos por estos días el rito de los políticos que rinden honores y cantan loas a los jugadores, los reciben en las calles y los palacios como a soldados que vuelven de la guerra desde tierras lejanas. Los medios por su parte hablan de héroes en sus titulares.

La publicidad comercial es otra de las pestes que acompaña al juego de la pelota en el mundial. No trepidan en su labor diaria de envilecer la vida.

Queremos salir de la prehistoria en Suramérica, y hacemos casi todo lo imaginable para permanecer en ella. El nacionalismo, el ser un ente cerrado en confrontación con otros entes cerrados, estáticos, egocéntricos, recelosos, guerreros, es de la máxima estupidez.

La expresión institucional de este desconcierto es la incapacidad en Suramérica de conformar plataformas comunes compartidas a cabalidad, de forma tal que su acción sea determinante y efectiva. Hoy, cada uno va a lo suyo. En lo sustancial seguimos separados, sino enfrentados.

Sin negar avances importantes, como la paz y el acercamiento integrador entre Perú y Ecuador.

Chilenos, bolivianos y peruanos tenemos una tarea por delante que permanece en pañales. Y solo hay una forma de entenderse y vivir en paz, conversando. Basta de autogoles.

(En un reciente artículo publicado en la revista Punto Final, el sacerdote José Aldunate recoge la propuesta que ya estuvo presente tras el desastre de la guerra, de convertir a Arica (y Tacna) en un territorio compartido por los tres países. O sea, legalizar lo que ya es, ya que en los hechos en estas ciudades están presentes y conviviendo cada día personas de los tres países en grado significativo. Si tal conversión se estableciera, toda aquella zona se fortalecería no solo económicamente, podría llegar a constituir un importante foco cultural y político que además daría un impulso muy importante a la integración suramericana. En tal caso habría que atender a las necesidades de las ciudades fronterizas a la nueva zona internacional, como el caso de Iquique en Chile, que se vería con seguridad, al menos en parte, perjudicada, y, lo que es seguro, estaría al menos temerosa y prejuiciada ante el posible aventón de las vecinas del norte. Es muy viejo el problema de los celos y la competitividad entre Arica e Iquique, viven de espaldas una a la otra, y ahora además son dos regiones. Hay pues mucha tela que cortar).