Por Pedro Armendariz
El comunicado del Ejército informa que realizará un homenaje al crack “por encarnar el espíritu del soldado chileno, con valor, compromiso y entrega, reflejado en la participación de la Selección chilena en el Mundial de Fútbol 2014…valores como el patriotismo, desarrollo de la disciplina, gallardía y entrega son transmitidos a las generaciones de jóvenes que ingresan a la institución, semejantes cualidades que mostró el “Pitbull”, defendiendo a la Roja, y que el Ejército de Chile reconoce”.
Es asombroso a lo que puede llegar, en este caso un buen ejemplo, el oportunismo en Chile. Y la tontera. De parte de los mismos caballeros que sirvieron durante 17 años un menú cotidiano e indigesto de ruedas de carreta a este atormentado país. Ellos no tienen derecho a usar abusivamente en su comunicado el apelativo popular que los aficionados otorgaron al jugador.
Abundan por estos días las columnas, reportajes, informaciones, entrevistas, pelambres, acerca de la selección de fútbol y el mundial. Dejan en evidencia de que somos un país que requiere de urgencia una pasada prolongada, sincera, reflexiva, honesta, profunda, por el diván de un buen terapeuta, o, más bien, la urgente necesidad de abocarse, con el mismo afán con que los jugadores lo hicieron brillantemente en la cancha, a una apasionante terapia de grupo.
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