Por Pedro Armendariz
Es doloroso y una pérdida de tiempo
el estado actual de las relaciones oficiales entre Chile, Perú y Bolivia. Países
destinados a la vecindad, requieren del cumplimiento de la responsabilidad histórica
por parte de sus dirigentes de buscar y encontrar caminos de integración
efectiva y creciente entre ellos.
El clima de las relaciones se ha ido
enturbiando los últimos meses, es preciso ponerle coto lo antes posible. La
iniciativa debe venir de las máximas autoridades de los tres países, en una
acción ejemplar para nuestros pueblos y el mundo. Y ser seguida, sino impulsada,
desde la propia sociedad.
Construir el reencuentro de los
tres países. Reto político de primer orden hoy en América del Sur.
Las posiciones actuales son
irreconciliables, con características que amenazan con eternizar el conflicto,
con el evidente riesgo de que se enrede y envenene más y vaya ganando en
intensidad.
Las actuales posiciones son las que
hay que revisar, cambiando en los tres países hacia unas que nos permitan
solucionar el problema.
Si el centro del litigio es la propiedad
del territorio, la solución quizás vaya por ser capaces los tres países de
convivir en un territorio compartido determinado de integración.
En los hechos hay, entre chilenos,
bolivianos y peruanos, más integración de la que, por lo general, se suele
creer. Mucha gente va y viene entre ellos o vive en un país que no es el de su
nacimiento. Hay relaciones comerciales intensas. Para no mencionar las enormes
confluencias y similitudes culturales. El futuro pasa por compartir.
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