lunes, 5 de octubre de 2009

NOCHE DE DOMINGO


Por Pedro Armendariz




TVN hace una excepción esta noche de domingo, y deja inesperadamente de lado su aporte diario y a toda hora a la cultura del país, Pelotón, y vuelve a exhibir el programa “Estado Nacional” emitido en la mañana.

Invitado, el canciller Mariano Fernández. Tema: las relaciones de Chile con Perú y Bolivia.

Casi al final del programa se vivieron los momentos más interesantes. Uno fue cuando la panelista Cristina Bitar le advirtió con razón al ministro que había que tomar en cuenta el hecho de que el problema entre manos incumbe a tres países. Fernández sólo atinó a responder que las relaciones bilaterales, son bilaterales, con lo cual no dijo nada y escabulló el tema.

Luego, Jorge Navarrete le preguntó al ministro Fernández acerca de las relaciones actuales con Bolivia. En pocas palabras, le señaló que el asunto, en los términos que hoy está planteado por las partes, no tiene solución: Chile no quiere ceder territorio, y menos con soberanía. Bolivia quiere territorio y mar soberano. No quiere enclaves sin soberanía.

El ministro se limitó a responder que hasta que terminé su función trabajará por mejorar el estado de las cosas. Dijo que con el gobierno del presidente Evo Morales sí se ha gozado de una estabilidad en las relaciones que es nueva.

En un momento de la conversación sale a colación el tema de la controversia por las escasas aguas del río Silala. Es hermoso, pienso, que aquel torrente cordillerano viaje por los dos países, generoso, esencial, mientras a cada lado de la frontera seres humanos amantes de la propiedad se disputan su patrimonio.

Los funcionarios del estado, los textos constitucionales, las leyes y los tratados, los periodistas, mencionan y esgrimen sin cesar la palabra soberanía. Los ejércitos en su nombre se arman y hacen ejercicios para mantenerse en forma. Se habla de soberanía sobre el mar, sobre la tierra, las piedras, el agua, el viento, los minerales y el cerebro de los ciudadanos patriotas.

Mientras tanto el mar de Chile está en manos de un pequeño número de grandes empresas pesqueras, que lo explotan de mala manera a su amaño, con grave daño para los pescadores tradicionales, mal llamados artesanales. Y grave daño para el país. ¿Vale la pena defender semejante soberanía?

Las minas del norte, entregadas a la explotación de empresas transnacionales, que no conocen más fidelidad que a su propio beneficio económico. El abuso que están haciendo en la región de Tarapacá con los recursos de agua es de la mayor gravedad, con consecuencias nefastas que hace rato se están viendo en el interior de la provincia de Iquique. A pesar de ello, las autoridades de gobierno, parlamentarias y comunales hacen vista gorda, cuando no reciben migajas que les entregan estas empresas haciendo alarde de solidaridad y conciencia social. Es una vergüenza que retrata al Chile de hoy.

Hablando de soberanía, lo importante es que el pueblo sea el soberano a la hora de elegir el destino de los recursos del país. ¿Qué tipo de explotación económica de ellos se necesita para beneficio de toda la población? Esta es la pregunta necesaria en Democracia.

Volviendo al principio. El problema es y concierne a tres protagonistas, Chile, Bolivia y Perú. Y no se resuelve en el terreno de la discusión de límites y soberanías, como vemos que ha ocurrido en los últimos ciento treinta años. Estamos en el mismo punto que entonces.

La solución viene con un cambio copernicano de la manera de pensar el problema o la situación. La concepción de los estados nacionales y todo lo que conlleva hay que depositarla con resolución en el tarro de la basura de la historia. Por ser profundamente dañina para los pueblos suramericanos que la soportan.

En el norte de Chile, el sur de Perú, el occidente de Bolivia hay ciudades, pueblos y villorrios, no hay entidades nacionales erguidas amenazantes enfrentadas unas a otras. Esto último sólo existe en la fabricación de mentes humanas, que sacan provecho material o sicológico de ello.

Urge una política de acercamiento, intercambio e integración entre variados agentes de diversos ámbitos de las ciudades involucradas directamente en la cuestión, de los tres países. Entre ellos, gobiernos regionales, municipios, universidades, colegios, sindicatos, colegios profesionales, centros culturales, cámaras de comercio, industriales.

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