domingo, 20 de septiembre de 2009

LA FARAMALLA MILITARISTA

Por P. Armendariz
ublicado en Clarín.cl
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Con los militares y el militarismo en Suramérica estamos hasta el cuello. A ellos se suman las mafias daficantes de armas. El año 2008 se gastaron en la región al menos 38 mil millones de dólares en armamento de todo tipo. Chile contribuyó al gastó con cinco mil 395 millones de dólares.

Desde Lima se repone la iniciativa de hacer públicos el monto y destino de los gastos militares, ignorando o escabullendo el hecho de que el desafío y necesidad real es el desarme colectivo del conjunto de países suramericanos.

Ha sido esta una semana agobiante por la presencia e importancia gravitante de lo militar. Colombia ahonda su dependencia de Estados Unidos, Venezuela compra armas a Rusia y Brasil a Francia. Cantidades exorbitantes de dinero.

Hay una carrera armamentista desatada en el Continente. El paraíso para quienes lucran de ello. Dineros que no llegan donde debieran llegar, al bienestar social.

En Chile, gobierno, oposición y los propios militares tienen copado el dial. Televisión Nacional de Chile, al tiempo que su directora de programación declara que en el ADN del Canal está su vocación de aportar a la cultura del país, entrega cada día “a los hogares de la patria” –como diría ese poeta loco militarista de chomba roja- una edificante patraña protagonizada por un pelotón de descerebrados.

Las fuerzas armadas y acólitos nos quieren hacer creer que ellas son los mejores, más verdaderos y eficientes defensores de Chile. Del Chile del presente sí, pero no del que reclaman los nuevos tiempos.

La sobrecarga de la defensa mediática de las fuerzas armas chilenas ante la opinión pública es permanente y se exacerba en el mes de septiembre. Es la necesidad no del todo consciente de limpiarse de los crímenes cometidos en el pasado reciente.

Hoy domingo luego de transmitir integro el deprimente desfile militar de cada año en el Parque O’Higgins, el canal público nacional ofreció a la hora de los postres un documental sobre la bandera chilena. Vergonzoso. A su vez, hace pocos días, el Consejo Nacional de Televisión favoreció con 500 millones de pesos a los realizadores de una serie basada en la obra de Jorge Inostroza Adiós al Séptimo de Línea, que será transmitida por Megavisión.

Estamos sometidos a gente grande que se comporta aparentemente como niños, coleccionistas de soldaditos de plomo como el actual ministro de Defensa, que debe estar feliz de compartir ahora el juego con soldaditos de carne y hueso.

Niños en apariencia, porque el asunto militar es para muchos un gran negocio o un privilegiado modo de vida. Y con mucha corrupción. Ahí tenemos para muestra nada menos que el ejemplo de Pinochet, venerado por sus partidarios que hoy pintan de demócratas.

El problema fundamental en medio de tanta faramalla militarista es que los pueblos suramericanos necesitan el desarme y la integración conjunta. Y la sanidad republicana y democrática de Chile hace impostergable que los militares dejen de inventarse una esencia que pretenden consubstancial a lo que el Cardenal Raúl Silva llamaba el alma de Chile.

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