Por Pedro Armendariz
El diagnóstico que usted describe de la situación es tan lamentable
que hemos de proceder con cautela y prudencia. Para qué nos vamos a complicar
la vida, tenemos una máquina que funciona, nos ha costado levantarla y no
digamos mantener en pie.
Y viene usted esta mañana con sus propuestas editoriales
fuera de tono. No se da cuenta de que si abrimos el boquete de la crítica y
damos el toque de alarma, quién sabe dónde vamos a ir a parar. Olvídese usted de
la ecología, los problemas vecinales y el armamentismo.
Le quiero dar un consejo joven colega.
Soy un periodista no tan viejo que quiere sobrevivir a una
muerte profesional prematura. Mi meta a su edad, reporteando por las calles de la
ciudad de campeones a cincuenta lucas mensuales, era acomodar un día el culo en
el sillón del director.
Usted todavía es joven, no pierda el tiempo, reconozca que
hay que tener ambición en la vida, metas que lo motiven a uno a saltar de la
cama cada mañana al alba.
Soy sincero con usted, le confieso que me preocupan los
jóvenes, afortunadamente cada día más escasos, que en esta sala de redacción olvidan
que el arriendo del departamentito y las visitas al líder son posibles gracias
a la bendita publicidad remunerada y otras menestras, a veces suculentas, que
hacemos y recibimos de empresas e instituciones privadas y de las otras.
Me ofusca que después de cinco años estudiando periodismo en
una universidad, el anhelo de estos jóvenes, que uno quisiera ver avanzar en la
vida gracias a su talento, no vaya más allá del intento de convertir su
quehacer en una piedra en el zapato de quienes nos dan de comer.
Además, y usted está a tiempo de no caer en el mismo error, piensan
que vamos a vender más diarios hablando de mares contaminados y esquilmados, o
de mineras acabando con el agua dulce, o del faltante catastro de las aguas
subterráneas del desierto.
Todos ellos problemas que nadie puede solucionar y están alejados
de la vida y las preocupaciones de la gente normal.
No sé quién le contó que el periodismo tiene por vocación
ponerle las peras a cuatro al poder, y que el suicidio económico consiguiente puede
provocar una toma de conciencia en la población que va a correr al kiosco a comprar
el diario.
Si este milagro social llegara a suceder, tendríamos que
irnos para la casa por la fuga de la publicidad y los servicios remunerados al
poder.
Usted, creo estar seguro, está de acuerdo con Rafael Correa
en lo de la prensa corrupta, y en que la única información verosímil es la de los
medios oficiales. Le sugiero que intente irse a trabajar a la televisión
nacional, si no le gusta este diario y la libre empresa.
Tengo un amigo en el canal que le puede echar una mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario