lunes, 23 de marzo de 2009

REGALO DESDE LA INDIA: NO AL NACIONALISMO

Por Pedro Armendariz


Ignoro si la semana pasada en el vuelo de retorno desde India, a bordo del avión presidencial entre compras y regalos vendría un libro de Jiddu Krishnamurti, filósofo nacido en aquel país. Hubiese sido muy oportuno traerse un volumen, dados los roces entre Perú y Chile que se amplificaron en tierra por esos días.

Y es que un tema recurrente en Krishnamurti es su ataque al nacionalismo, al ver en él causa de conflicto y de guerra. Lo mismo pensaba de las divisiones de razas y clases sociales, y de la explotación del hombre por el hombre que comportan.

En el año 1935 Krishnamurti visitó América del Sur. En Mendoza dijo unas palabras que hoy tienen plena vigencia, particularmente si pensamos en la invasión y la guerra de EE.UU contra Irak: "Amar algo bello en un país es normal y natural, pero cuando ese amor es utilizado por los explotadores en su propio interés, se lo llama nacionalismo. El nacionalismo es avivado y se convierte en imperialismo, y entonces el pueblo más poderoso divide y explota al más débil, con la Biblia en una mano y la bayoneta en la otra. El mundo se halla dominado por el espíritu de la astuta y despiadada explotación, la cual debe venir a parar por fuerza en la guerra. Este espíritu del nacionalismo es la mayor de las estupideces".

En Santiago, un interlocutor que asistía a una de sus charlas, le espetó: "Lo que usted dice contra el nacionalismo, ¿no es perjudicial para el bienestar de las naciones más pequeñas? ¿Cómo podemos nosotros , en Chile, abrigar la esperanza de mantener nuestra integridad y nuestro bienestar nacional, a menos que nos sintamos intensamente nacionalistas y nos defendamos contra las naciones más grandes que buscan controlarnos y dominarnos?". Respuesta: "Cuando usted habla de sostener su integridad y bienestar nacional, quiere decir desarrollar su propia clase particular de explotadores. (Risas en el auditorio) Nos estamos destruyendo a causa del miedo y la codicia. Por cierto, para abolir la pobreza ustedes tienen que pensar como seres humanos, no como seres nacionales. Sólo puede existir la humanidad, no la cruel división de razas y el absurdo infantil del nacionalismo".

¿Cómo se va el nacionalismo?, le preguntaron en Valparaíso: "Sólo comprendiendo plenamente lo que él implica, respondió. Examinándolo, percibiendo su significación en su acción externa e interior. En lo externo, él causa divisiones entre los seres humanos, clasificaciones, guerras y destrucción, lo cual es obvio para cualquiera que sea observador. En el fuero íntimo, psicológicamente, esta identificación con lo más grande, con la patria, con una idea, es evidentemente una forma de autoexpansión. Es decir, viviendo en una pequeña aldea, o en un gran ciudad o donde sea, yo no soy nadie, pero si me identifico con lo más grande, con el país, si me llamo a mí mismo indio, chino, chileno o argentino, ello halaga mi vanidad, me brinda satisfacción, prestigio, una sensación de bienestar, y esa identificación con lo más grande, que es una necesidad psicológica para los que sienten que la expansión del "yo" es esencial, engendra así mismo conflicto, lucha entre los hombres. De suerte que el nacionalismo no sólo causa conflictos externos, sino frustraciones íntimas: y cuando uno comprende el nacionalismo, todo el proceso del nacionalismo, éste se desvanece. La comprensión del nacionalismo llega con la inteligencia".

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