martes, 13 de julio de 2010

Bicentenario en la Universidad Católica de Chile: Luchando contra el elitismo




Por Pedro Armendariz

El Bicentenario de la República encontrará en la Universidad Católica, antiguo bastión de la derecha gremialista, a una Federación de Estudiantes renovadora y vigorosa que exige cambios profundos. En noviembre de 2009 ganó, por segunda vez consecutiva en la FEUC, el movimiento de centro-izquierda Nueva Acción Universitaria (NAU) con el 55 por ciento de los votos. El presidente es Joaquín Walker Martínez, 26 años, estudiante de 5º año de derecho. Vivió su infancia en Coyhaique, donde cursó estudios básicos y medios. Es sobrino de los parlamentarios democratacristianos Ignacio y Patricio Walker. Pero el dirigente universitario tiene una sintonía política mucho más avanzada.
¿Cómo nació el movimiento Nueva Acción Universitaria?
“A fines del 2008 nos juntamos un grupo que teníamos cierta afinidad política y que nos reuníamos en el Consejo de Presidentes de Centros de Estudiantes de la UC. Pensamos hacer algo juntos pero al principio éramos sólo cinco personas. Empezamos a crecer y decidimos postular a la Federación de Estudiantes, entonces en manos del gremialismo. Salimos con mucha fuerza y convicción a los patios, haciendo una campaña bastante épica que fue entusiasmando a muchos con la política universitaria. Ganamos la Federación en la segunda vuelta con el mayor número de votos en la historia. Estuvo tan bien el desempeño de esa directiva, que volvimos a ganar el 2009 por más de mil votos, en primera vuelta”.
¿Qué relación tiene el NAU con los partidos? ¿Usted tiene militancia?
“Yo no tengo militancia, y este movimiento no tiene vinculación directa con los partidos. Pero sí hay gente que milita, y esto nos interesa mucho. Reivindicamos la política como herramienta de transformación social: que los jóvenes nos metamos en política, que la queramos y aceptemos que desde ahí se hacen los cambios más importantes que necesita el país.
No nos parece bien recibir órdenes de ningún partido, pero hay gente que está en sintonía y coordinación con los partidos. Eso nos parece bien y legítimo. Pero tenemos nuestra propia forma de trabajar, por la universidad y el país. Esto es algo que también pasaba en la época de la reforma. A Miguel Ángel Solar, militante de la Democracia Cristiana, el ministro del Interior, Bernardo Leyton, le pidió no hacer la toma de la UC, pero la hicieron igual”.
La reforma de los 60¿Es un referente la reforma universitaria impulsada en los sesenta?
“Nuestro movimiento político es muy similar a otros que ha habido en la UC. No nos atribuimos el mérito de ser los únicos ni los primeros cercanos a la reforma. Muchos movimientos han tenido esta vinculación emocional y práctica, pero creemos que hemos sabido plasmarlo de cierta manera y mantenerlo.
Valoramos muchísimo el ímpetu de esa generación de los sesenta: el ánimo crítico y activo que generó cambios. Sabemos que estamos en un contexto cultural distinto, pero queremos inyectar a este movimiento esa fuerza de antaño, que hoy la tenemos muchos jóvenes.
Nos hemos dado cuenta que estamos planteando temas similares a los de entonces, como es vincular la universidad con el país, estar en sintonía con la realidad, ser una UC atenta a los cambios sociales.
Valoramos el ánimo que había entonces de trabajar con la comunidad universitaria, es algo que hemos tratado de reforzar. El trabajo con los sindicatos, con los profesores, administrativos, etc.”.
¿Cómo evalúa la participación estudiantil en la política universitaria y nacional?
“Seguimos siendo una generación bastante apática, despolitizada, con mucha carencia ideológica. Nosotros hemos sabido despertar y generar apoyos electorales masivos. Junto con instancias de discusión más amplias, espacios de encuentro y diálogo para contribuir a la universidad y al país.
Hay carreras donde se da más espacio a los estudiantes. El problema es que en los Consejos de Universidad y de Facultad, los estudiantes tenemos derecho a voz pero no a voto. Contamos con un espacio simbólico. Se nos escucha bastante, pero no tenemos la capacidad de decidir.
Creemos que en la participación hay dos temas: uno, los espacios que tenemos, y otro los espacios que nos tomamos. Hemos tratado de inculcar la concepción de que tenemos que tomarnos esos espacios, y no sólo esperar que nos den la opción de estar.
Es lo mismo con la renovación en política: no basta con que nos den espacios, ni con cambiar las leyes y los partidos. También nosotros debemos tomarnos los espacios políticos. Queremos formar agrupaciones grandes, generar ruido. Como generación, tenemos que hacer una autocrítica sobre la capacidad que tenemos de tomarnos los espacios de participación pública”.
Elite universitaria¿Qué aspectos son centrales en el trabajo de la Feuc?
“Lo primero fue decir a los estudiantes que la Universidad es suya y que podemos generar cambios. Muchas veces nos preguntaron por qué estábamos en la UC, que mejor nos fuéramos a la Universidad de Chile con las ideas de cambios. Proponemos la necesidad de trabajar por la equidad en la Universidad. Hoy el setenta por ciento de los alumnos de la UC pertenece al quinto quintil (al 20 por ciento más rico del país). Es un grado de elitización que cuesta creer. Un dato muy fuerte, y la cifra ha ido aumentando”
¿Qué se puede hacer para ir revirtiendo esta tendencia?
“Esto ocurre por varias causas. Los altos costos de nuestra universidad, que está entre las que tienen los aranceles más altos del país. Luego, está el sistema de acceso. Hay una desigualdad escolar indudable, pero también mecanismos de selección universitaria cuestionables, como la PSU, que ha aumentado la brecha entre estudiantes que provienen de colegios municipales y particulares pagados.
Hemos pensado métodos de ingreso alternativos, propios de la Universidad, sin cambiar la estructura nacional. Es lo que estamos proponiendo. Generar algo semejante a lo que tiene la U de Chile. Un sistema propedeútico que toma a los mejores alumnos de los colegios municipales más pobres, y entre ellos da acceso directo a los que tienen mejor asistencia y notas. Proponemos más becas y beneficios para que los estudiantes con menos recursos puedan ingresar a la UC. Estamos organizando la beca Cardenal Raúl Silva Henríquez, que se financia con aportes voluntarios de toda la comunidad universitaria”.
Universidad distante¿Cómo afecta a la vida universitaria esta homogeneidad de clase social entre los estudiantes?
“Quiénes componen la universidad es muy importante, porque afecta la calidad de la enseñanza y el aprendizaje. Estar sólo con compañeros que vienen de una misma realidad social, con una cultura similar, enriquece poco una sala de clases y la visión del mundo de los alumnos”.
¿Está alejada la Universidad Católica de los problemas más serios del país?
“Si bien entre los principios de la UC está vincularse con la sociedad y trabajar por el país, lo ha hecho con poca fuerza. Eso nos ha impulsado a llevar el trabajo que estamos haciendo hoy.
La UC ha tenido un liderazgo muy importante con el país, pero de poca vinculación concreta con sus problemas reales, y particularmente con los sectores más excluidos y marginados de la sociedad. Esto se refleja en la falta de énfasis que hay hacia lo público. Se están formando profesionales que van a la empresa privada principalmente. No tiene nada de malo, pero lo malo es cuando todos los énfasis están puestos en el sector privado, y las opciones para formarse como un profesional al que le interese, apasione y sea bueno en lo público, son pocas”.
¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar en la emergencia y la reconstrucción tras el terremoto?
“Lo vivido ha sido un buen ejemplo y aporte. Va muy en la línea de lo que planteamos para esta universidad. Con el terremoto, la UC ha cambiado muchas de sus mallas. Ha puesto recursos para que ramos, investigaciones y prácticas se vuelquen en cierta medida a la etapa de emergencia y a la reconstrucción del país.
Hemos visto mucho ánimo en los estudiantes para contribuir con la sociedad. El voluntariado ha movido más de tres mil estudiantes en este tiempo. Pero no basta la voluntad de los estudiantes. Es necesario que los ramos de estudio se dediquen a problemas reales. Queremos aprovechar la tragedia para que la universidad mantenga esta relación con la sociedad”.
¿Cómo ha reaccionado la comunidad ante la ayuda estudiantil?“Ha habido muy buena relación. Los municipios, en una primera etapa, estaban aceptando todo, por el gigantesco estado de necesidad, incertidumbre y falta de recursos. Hemos tratado de firmar contratos con los municipios, para que no se queden en palabras, determinando lo que vamos a hacer y estableciendo el compromiso de un trabajo coordinado. Atender a los problemas sociales debiera ser siempre el rol de la universidad”.El Gremialismo se limita a plantear en su propuesta estudiantil a la excelencia académica. ¿Qué valor dan ustedes a tal aspecto?
“La UC tiene una preocupación con la excelencia, y está bien. Las universidades deben tener esa preocupación. Pero la diferencia está dónde enfocas esa excelencia. ¿Hay que tener excelencia para estar en los mejores puestos en las mediciones internacionales? Es una meta que se ha propuesto constantemente la UC. Puede ser válida, ¿pero para qué más? Lo importante es ser de las mejores universidades, pero para servir al país. Preocuparnos de que la educación sea una herramienta de movilidad social. Entregar conocimientos a la sociedad entera, abrirnos y generar cambios estructurales. Trabajar también temas como la desigualdad social, las injusticias en general, en un país que sufre particularmente de ellas. Esto no lo hacemos”.
¿Qué reformas proponen ustedes a la educación superior en general?
“Proponemos cambios en la institucionalidad, en el financiamiento y el acceso, y énfasis en la educación técnica.
En la institucionalidad pedimos que se amplíe el concepto de las universidades tradicionales, para que cumplan su rol público. Creadas después de 1981, son un aporte a la sociedad. Cumplen un rol público porque educan a todos los sectores, tienen buena calidad, investigación con llegada a los sectores más excluidos y marginados, dan instancias de representación democrática interna.
Queremos que esta nueva institucionalidad ratifique con un aporte preferencial financiero a las universidades de propiedad estatal. Es ridículo que la Universidad de Chile reciba sólo un 14 por ciento de aporte estatal para sus gastos.
Queremos que se revaloricen especialmente las sedes regionales, que están condicionadas por los poderes económicos locales y por muchas trabas burocráticas del Estado.
Queremos que las universidades privadas con rol público reciban un aporte importante del Estado.
Por último, creemos que la nueva institucionalidad debe generar un Consejo de Instituciones de Educación Superior, que abarque a las universidades estatales, las privadas con rol público, y también a los institutos profesionales y centros de formación técnica, para darles un papel preponderante en la coordinación y la toma de decisiones políticas de este Consejo”.

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