Por Pedro Armendariz
En Chile, habitualmente, instintivamente, la reacción o el simple pensamiento ante “la relación histórica” con los vecinos países Bolivia y Perú, es de carácter defensivo. La emoción dominante y definidora es el miedo.
En el caso del norte chileno, que es el que conozco, tal integración clama al cielo, por un conjunto de razones.
Urge un desarme generalizado, parejo al crecimiento de la confianza, en los pueblos, que permanecen ajenos a todo este problema, como si no les incumbiera, dejando que sean militares y políticos profesionales los que decidan y fijen el rumbo.
Hoy, y en realidad siempre, la patria es la Humanidad. Como suramericanos, con nuestra unión libre, aportaremos a la necesaria unidad no fascista que el mundo reclama.
Luego está la cultura, el alimento espiritual, que, en el caso del norte de Chile, con la chilenización de corte marcial, o marcial de frentón, ha intentado crear una identidad colectiva impuesta desde el centro del país, que va y ha ido contracorriente de la compleja mezcla de gentes y pueblos que viven y han vivido ahí desde hace más de un siglo. La cultura es mestiza, y no conoce, o se da y vive a pesar de las fronteras. Esto lo puede ver todo aquel que viva y atienda a la realidad, en la comida, la música, las danzas, las manifestaciones masivas religiosas o seculares, desde la Fiesta de la Tirana hacia abajo. La presencia ancestral del pueblo Aymara. Existen de sobra las bases culturales para una integración sin complejos con peruanos y bolivianos.
En la economía, las “ventajas” de la integración con Bolivia, y también con Perú, son evidentes. Si no pregunten a las mujeres y hombres de negocios de la Zofri de Iquique, o a quienes trabajan en el turismo. La Zofri no existiría sin los grados de integración que ya existen con Bolivia. Hay una gran ignorancia en Chile sobre la necesidad económica de Chile de la integración con Bolivia, y también con Perú, pensemos en Arica, que no levanta cabeza en su arrinconamiento.
También, y mayor, sería el beneficio de soltar mentes y corazones en aras de un fin que allana a las generaciones jóvenes de hoy y al futuro la posibilidad de no convivir con una realidad de por sí odiosa.
Mi querido Pedro eres un idealista maravilloso.
ResponderEliminarMe ha emocionado mucho el texto, sobretodo después de haberlo precedido por este video que me ha removido la "suramericanidad", te lo recomiendo: http://www.youtube.com/watch?v=ElnFmi7ffw0&feature=related
Qué buen texto. Me llega y lo comparto hasta el alma. Especialmente en lo relativo a la preponderancia de los pueblos. Al final, es la preponderancia del ser humano, pero enaltecido en su ser colectivo, unido por sus culturas.
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